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Relapse Records / 2018
Imagina que un día simplemente no puedes despertar, que tu cuerpo totalmente bloqueado no responde ante los impulsos de tu mente, que nada funciona como debería, y que estás condenado a nunca volver a ser el mismo. Te sientes perdido, buscas la absolución y el remedio final, la luz al final del túnel, el perdón de todos aquellos a los que les hiciste mal, tus plegarias por una última oportunidad para decirle a esa persona lo que ya no pudiste volver a ver se difuminan ante el destino final. Pero de pronto todo vuelve a una aparente normalidad como el golpe a la guitarra que da inicio a “Ablaze”, vuelves a arder, el bloqueo se disipa, y como las brasas ardiendo el rojo vivo te devuelve la vida, la sangre vuelve a circular como el delicado y furioso arpegio, el corazón comienza a reaccionar como la batería y su ritmo ideal, las voces en tu cabeza comienzan a tomar sentido de nuevo: “Shining dreams of what we are, sown in fields of stars, blaze in the heart of the beyond”.
Mike Scheidt trasfigura el dolor de una diverticulitis y el penoso vía crucis que lo mantuvo al borde de la muerte en la tónica de Our Raw Heart, material discográfico que coloca a YOB como banda fundamental del doom metal. El material lírico mayormente escrito en la convalecencia del vocalista y guitarrista nos pone un poco en perspectiva: un brazo mutilado por las aplicaciones intravenosas, un débil ánimo que se rescata asimismo de venenos ancestrales, los gritos que aflorarían en el proceso de grabación como catarsis, la influencia gutural del black metal, el ánimo corrosivo del cabalgar de una batería, Black Sabbath como alta causa, los riffs que convulsionan, la oscuridad como preludio a un amanecer gris.
“In Reveire” y su ascendente feedback con el ligero golpeteo al bajo que parece ecualizarse al tono de una travesía dantesca, lagunas mentales, neuronas tratando de recordar buenos tiempos que de golpe se disipan ante el estruendo de las seis cuerdas en bajo tono, recordando la experimentación ambiental del álbum Clearing the Path to Ascend y desbocando una nueva furia que la ansiedad por vivir provoca. Piezas de larga duración para situaciones extremas, cambios de ritmo como el ánimo que sube y baja, los ecos de frases que retumban en la mente a modo de arrepentimiento constante. “Lungs Reach” y su ánimo instrumental denso que fuga en gritos de absoluto sufrimiento, los demonios siguen acechando, los niños siguen enjaulados y nadie hace nada por liberarlos.
“Beauty in Falling Leaves” como la divina gloria de una Magdalena mohosa reposando en Père-Lachaise, el coqueteo con el post rock, la calma aparente que se enrosca cual corona de espinas en nuestras piernas hasta alcanzar la psique, los corazones que nos llevaron un día a casa y después nos abandonaron, pero aún así, seguimos buscando, analizando, añorando la belleza que el mundo de repente nos trae en el caer de las hojas en un día lluvioso, en el flotar de las nubes grises que nos condenan, en los charcos de agua negra donde no podemos reflejarnos.
“Original Face” y su evocación a Moonspell, el grito que desboca en el guitarreo constante que serpentea con el bajo, y para el gran final el tema que da título a un disco atizado por atmósferas decadentes, pero esperanzadoras. No puedes salir del infierno sin antes conocerlo, cual síndrome post traumático, YOB nos arrastra en el fango para después darnos un báculo para sostenernos, sortear el camino, hacerle caso a nuestro furioso corazón, resolver los misterios, saludar a los cuervos, reunificarnos, y que las luces de antorchas dispuestas para nuestro bien iluminen el camino a un bienestar que siempre difuso tendremos que alcanzar de cualquier modo.