Kemosabe Records / 2014
30/Sep/2014
El tercer álbum del trío francés liderado por Julie Budet, mejor conocida como Yelle, acrónimo de la frase “You Enjoy Life” que además de ser su pseudónimo, da nombre a la banda, fue producido por Dr. Luke, responsable del ya legendario tema “I Kissed a Girl” de Katy Perry, quien, por cierto, es fanática de la banda francesa, al grado que los invitó a ser sus teloneros en su gira del 2011.
El disco es como su vocalista: encantador, a la moda, interesante y casi demasiado lindo. Quizá el defecto que lo aqueja es el hecho de que la primera mitad peca de uniforme, es un tanto predecible y aburrido. Aún así, la calidad de producción es evidente y la voz de Budet es un caramelo al oído.
El viaje inicia con la rola que da nombre al material, misma que mezcla una vibra antrera onda Ibiza con un coro estilo porrista y un beat setentero que resulta en un buen tema con melodía es adictiva.
Por su parte. “Ba$$in” continúa con el techno francés y un coro más penetrante que muta en una voz masculina, aderezada con una vibra remite a los noventas. Esta rola es seguida por “Coca San Blues”, en la que Budet luce su voz con unos tonos agudos que dotan al tema de una energía con inocencia infantil que contrasta con los arreglos musicales. Digamos que si la muñeca Barbie hiciera buena música, sonaría a esto y no a lo que hace Paris Hilton.
Después es turno de “Les Soupirs Et les Refrains”, quizá el momento más cursi del disco. Incluye un sonido de aplausos y su nivel de dulzura llega a los niveles de ABBA. Esta misma tendencia se nota en “Nuite de Baise”, que aunque con una base rítmica más interesante mantiene lo dulce, tanto que podría ser una rola de Alizée.
Es después de este desfile de ternura que el álbum se vuelve más divertido; "Toho” logra el balance entre la hermosa voz y ritmos menos empalagosos. En ella volvemos a los electrónicos, su base es una suerte de “Closer” de NIN versión Candyland, seguida por “Moteur Action” que tiene frases en inglés y un tempo que fluye bien.
Otras canciones son “Nuit de Baise II” y “Jeune Fille Garnament”, que resulta buena gracias a su vibra más oscura, tempo casi esquizofrénico y guiños de funk.
El resto de los temas son “Dire Qu´on Vas Tous Mourir”, “Florence en Italie” (una balada con un lindo coro retro y percusiones de banda escolar) y “Un Jour Viendra”, que es uno de los mejores momentos del disco: su sonido es distinto gracias a una guitarra que la dota de un sonido un poco más orgánico.
Everloving Records / 2014
29/Sep/2014
Cuando las cosas se ponen difíciles en la ciudad, uno empaca sus cosas y se va al mar para que la brisa nos aclare la cabeza mientras recorremos la orilla en largas caminatas… o bien, se puede permitir que The Growlers sea nuestro faro en la oscuridad y nos indique la ruta hacia la catarsis con su nuevo disco, Chinese Fountain.
Se trata de la quinta de la banda y se percibe como una especie de guía turística, con reflexiones acotadas y notas al pie, la cual nos expresa el profundo disgusto y degeneración que la vida en sociedad produce en los hombres. En esta ocasión, el mayor mérito del trabajo está en las letras, que plasman, como por episodios, una urbe que se cierra en torno a la mente del protagonista, provocándole la necesidad de abandonarla por un tiempo.
Después de notar que una de sus melodías era un ritmo genérico de música disco, Brooks Nielsen, vocalista, avistó el concepto que unificaría todo el álbum: "Empezamos a escribir sobre cómo parece que ya todo está ocupado, usado y jodido, y que vivimos a expensas de la suerte. Usé la analogía de lanzar monedas a una fuente china: buena suerte a todos."
Las maromas circenses de sus álbumes anteriores dan paso a un sonido más accesible y tibio, con estructuras definidas pero que no pierde su identidad de beach goth gracias a su reverb, arpegios playeros y el desgano característico en la voz de Nielsen. La identidad del disco es bastante sólida, los temas persiguen una idea unificadora y la música está ahí para sublimar el mensaje y entregárnoslo a media luz.
Sus relatos van desde la decepción romántica de “Big Toe”,“Ella me tiene sobre el puente, mirando cómo corre el viejo y frío río", hasta la ácida crítica social de la sobresaliente “Chinese Fountain”, “¿No es el techno una mierda? Incluso lo disco parece punk. El agua está muy sucia, no es ninguna sorpresa que estemos ebrios".
La herida necesaria para producir una obra de tal resonancia se infligió con el incendio que acabó con la casa-estudio de la banda después de lanzar Hung at Heart, su placa anterior. “Un amigo lanzó una bengala que cayó en un mal sitio, incendió el lugar y quemó nuestro estudio y parte de la casa”, declaró Brooks.
Después del incidente, la banda se instaló en la casa de un amigo, como lo hicieran en su tiempo los Stones con Exile, y vertieron toda esa añoranza en los once cortes del álbum. En “Going Gets Tuff” incluso encontramos una referencia al desafortunado accidente.
Chinese Fountain es una obra de gran valor que se sostiene por si misma, como un marinero solitario en tierra firme recordando sus sueños perdidos, combatiendo la ansiedad con tragos de ron.
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