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PIAS / 2016
Si algo ha caracterizado a los años que llevamos de este siglo, es la manera en la que décadas anteriores se han hecho presentes en estos, tanto en moda, cine, televisión y sobre todo en la música. Hace 10 años el disco nuestro de cada día tenía qué ver con el “post punk revival”, “garaje revival”, “electroclash revival” o algún otro género en su versión nuevo milenio -principalmente de los 80-.
En esta década, el reciclaje ha venido desde los 90 –ahora todos aman a Selena y Soraya Montenegro y las reuniones noventeras son el boom-, y es justamente en este hecho donde Friends, el nuevo disco de White Lies, se torna en una gran sorpresa. La sorpresa del cuarto álbum de la banda liderada por Harry McVeigh es que si bien su sonido podría definirse como ochentero al entrar dentro del post punk revival, suena realmente a un disco de aquella década, sin el factor “revival”.
Está tan repleto de teclados, de sintetizadores y de esa aura dreamy que parece soundtrack de Stranger Things –sin la parte de misterio-, incluso al escuchar el primer sencillo y track inicial “Take It Out On Me” es imposible no pensar en alguna chick flick de John Cusack, en The Breakfast Club o en Simple Minds. Lo anterior sin duda hace que el sonido del disco pierda un poco de la fuerza a la que estamos acostumbrados, si en Big TV (2013) ya se veía un poco la predilección de la melodía sobre la potencia, en Friends este hecho está más que aceptado y asimilado. Las guitarras ya no se sienten tan presentes, ahora los sintetizadores te llenan de atmósferas complementadas por el gran ritmo en todas las canciones.
El nuevo sonido no hace que el disco sea malo, solo lo hace un poco más difícil, pues el cambio sí toma un poco por sorpresa pero al ser tan buenas melodías, a la segunda o tercera escucha termina por atraparte y transportarte a la California de los ochenta. Ese viaje por el cual el disco te lleva no surge de la nada, pues Harry y su esposa se mudaron a Los Ángeles recientemente, hecho que sirvió como inspiración para las letras del disco, las cuales van en su mayoría sobre amistad –en el segundo track Harry canta “It’s a morning in LA, I need to talk to my friend”– y relaciones humanas en general.
Ese cambio de ambiente, podría ser el factor que determinó el cambio de sonido, pues, por más cliché que suene, no es lo mismo el “clima londinense” que el clima soleado de California. En ese sentido, el disco debut To Lose My Life… es un fiel reflejo de Londres, oscuro, frío, y potente, mientras que Friends, sería la contraparte de la west coast, más feliz, melódico, colorido. Lo mejor de este álbum es que a pesar de tener un sonido general bastante definido, las canciones no se pierden entre sí ni se confunden, cada una tiene una estructura y un sonido muy particular desde la ya mencionada “Take It Out On Me” hasta “Come On” –que es la más cercana al sonido característico de White Lies- pasando por “Hold Back Your Love”, “Don’t Want To Feel it All”, “Morning in LA” o “Is My Love Enough”, las cuales son unas joyas que rápidamente entrarán en los hits de la banda. Para Friends, Harry McVeigh hizo un viaje terrenal, gracias al cual pudo guiar a White Lies a un viaje sónico al pasado, un viaje bastante interesante y que los fans sin duda agradecerán.