5
American / Hollywood / 2016
A menos que uno haya estado viviendo debajo de una roca, todos estamos bien enterados (si no es que formando parte) del resurgimiento de Star Wars. No sólo es el estreno de un nuevo capítulo en una saga vanagloriada con justa razón por millones, sino una especie de revalorización para los que crecieron con la trilogía original, los que la tuvimos como herencia y los millenials que, para bien o para mal, recibieron las precedas como punto de partida y ahora son púberes preparatorianos.
Pues bien, pudimos ver ese “despertar de la Fuerza” en todo tipo de estrategias mercadológicas para atrapar al público de hoy: apps, campañas virales, publicidad 3D, drones y, en este caso, la unión de la música electrónica con la mitología de George Lucas y asociados. Tiene sentido, ya que la mayoría de los artistas que desfilan en este disco pueden contar a las cintas y a su diseño sonoro como influencias. Pero como la gran mayoría de estos experimentos, todo lo bueno del concepto se quedó a medias.
Por un lado tenemos a gente consolidada (Röyksopp, Flying Lotus, Bonobo, Kaskade) y a talento emergente (GTA, Baauer, TroyBoi). El disco bien podría resultar en una interesante mezcolanza de estilos, ritmos y el uso de los míticos sonidos de Star Wars, dado que les dieron carta blanca para usar las galardonadas creaciones de Ben Burtt y Skywalker Sound. Sin embargo, las opciones que usaron fueron bastantes limitadas y la gran mayoría de las canciones suenan más a un lado B con disparos y espadas láser que un fan remezcló por diversión, que a sencillos consistentes o creativos. Prueba de ello es el sonido de alarma de la Estrella de la Muerte, mismo que aparece en un 80% de los tracks. Estarás más satisfecho escuchando la versión disco que hizo Meco (así se llaman, no es broma) al tema icónico de John Williams en los años setenta.
Hay algunos puntos buenos: Kaskade hace buen uso del melodrama del eterno neurótico C-3PO en “C-3PO’s Plight”; Breakbot construye texturas y bleeps conocidos en “Star Tripper” y Bonobo imprime su clásico toque relajado y playero con “Ghomrassen”, como si Greedo y Lando Calrissian bebieran un par de mimosas al atardecer. Rustie se lleva las palmas con “EWOK PUMPP” que suena exactamente como se lee: un grito de guerra en un rave con ositos peludos. El resto puede ser relegado al botón de “siguiente track”, a ser disfrutado como una curiosidad de la nostalgia.
Considerando el talento en las filas - la compilación es producida por ni más ni menos que Rick Rubín - uno esperaría resultados más arriesgados, pero quizás con el temor de que el compilado no vendiera y acabara en el tornamesas de tu amigo dueño de la tienda de LP, nos entregaron esto. Es una lástima que no se hayan aventurado a experimentar un poco más o a buscar artistas con propuestas más arriesgadas (me hubiera intrigado saber qué hubiera hecho Jlin o Madlib o Smurphy u Oneohtrix Point Never). Por otro lado, quizá también sea buen inicio para que tu hermanito de ocho años que anda embobadísimo con BB-8 le entre a lo electro. Uno nunca sabe, quizás en tu casa esté el próximo Jedi de los samplers y cajas de ritmos.
7
Atlantic Recording / 2016
02/Mar/2016
Ya pronto serán ocho años desde que Santi White, aka Santigold, conmocionó al público indie con su sencillo “L.E.S. Artistes”, un inspirado numerito pop más comprometido con la diversión que con cualquier género musical. Después de un segundo LP, Master of My Make-Believe (2012), más interesado en difundir el swag de Santi y lanzarle algunas rimas vengativas a sus haters, llega el tercer álbum 99₵, una colección de rolas que proponen un pop arriesgado, interesante pero que, en muchos de los casos, terminan como buenas ideas musicales a las que les faltó despegar completamente.
Tal es el caso de “Rendezvous Girl”, que cautiva en un inicio con un seductor new wave y un enérgico ritmo, pero que, cuando llega a su final, parece Gwen Stefani rindiéndole nuevamente tributo a sus influencias ochenteras. “All I Got” encuentra a Santigold cantando con buena vibra frente a un fondo musical que casi llega a reggae, pero el simpático coro, que se repite como treinta veces, es lo más rescatable de la rola. Esa buena vibra recorre todo el álbum y es lo que hace que 99₵, con todo y sus puntos débiles, sea disfrutable. La primera canción, “Can’t Get Enough of Myself”, que cuenta con la participación de B.C., establece el ambiente alegre del álbum, en contraste con el perfil más sombrío de Master of My Make-Believe.
“Banshee” funde este optimismo en texturas sonoras esquizofrénicas que recuerdan a Animal Collective en su estado más hiperactivo. Esta canción será el próximo sencillo y presenta el mejor lado de Santigold en 99₵, una artista capaz de mezclar una variedad de géneros en su música sin abandonar por completo el pop ingenioso que le dio desde el principio un lugar en la industria.
El consumismo y la fecha de caducidad que eventualmente se les presenta a la mayoría de los artistas musicales son temas recurrentes en el álbum. “Las ideas se van desgastando, vivo sobre el anaquel”, canta Santi en el tercer sencillo “Chasing Shadows”, producido por el ex integrante de Vampire Weekend, Rostam Batmanglij. Le están ganando las prisas a Santi, quien ya se vende a 99 centavos empacada al vacío en un blister junto a otras chacharitas (una ganga). Pero aunque 99₵ no contiene el nuevo pop que pronto revolucionará la industria musical, la artista de Filadelfia parece todavía contar con suficientes ideas musicales, tanto en composición y producción. Podremos tenerla todavía otro tiempo, incluso a un mayor precio.
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Avisos