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Drag City / 2018
Imagina que eres un pintor, o si eres un pintor, solo imagina que eres tú. Quizás no solo estás limitado a hacer pinturas con óleo. Igual y te gusta también usar acuarelas, pinturas acrílicas, tinta china, tu propia sangre y luego alterarlo todo digitalmente.
Siendo el pintor ecléctico que eres, un día se te ocurre que no vas a restringir cada cuadro a una sola técnica. Decides que vas a hacer un cuadro en el que pongas cada técnica que conoces en diferentes rincones y esperar que de alguna forma funcione como un todo.
Algo así es lo que Ty Segall (que por cierto también pinta) ha hecho con su último disco Freedom’s Goblin.
Valiéndose de prácticamente cada método de hacer música con el que ha terminado canciones antes, Ty ha creado su lanzamiento más largo hasta la fecha. 75 minutos que te pasean por una amalgama interesante de humores y texturas; como entrar a una mansión con 19 cuartos, donde cada pieza es un universo auto-contenido.
Para ejemplificar, están las canciones que hizo completamente solo, que pueden ir desde el garage rock por el que es ya celebrado hasta baladas basadas en piano. Con la Freedom Band, los músicos con los que grabó el último disco (Ty Segall, 2017) tocando en vivo en el estudio de Steve Albini, probó diferentes configuraciones a partir de los demos que suele grabar en su casa.
Esta experimentación llevó a Ty a seis estudios diferentes en cuatro estados. En algunas sesiones, hacían un jam de su demo y elegían la mejor toma, a veces haciendo una sola como con “The Last Waltz”. En otras piezas (como “Fanny Dog”) dispuso de una producción más meticulosa, incorporando arreglos de metales, por ejemplo, que son una novedad en lo que a su discografía respecta.
Volviendo a la metáfora del pintor, es difícil decir si la idea funcionaría aplicada a un cuadro sin caer en ser simplemente un collage. Por lo variado entre cada canción, Freedom’s Goblin es a momentos la versión sonora de ese dilema, asemejándose en la experiencia de escucha más a mixtape, que a un álbum. Pero consideremos esto, ¿no es la línea que separa una mixtape de un álbum cada vez más difusa?
Puristas de ‘EL ÁLBUM’ como forma de arte podrían encontrar Freedom’s Goblin cuestionable o difícil de digerir a primera escucha. Pero con un par de intentos, el tracklist se vuelve más fluido y cohesivo cada vez. Al final, entre todo el fuzz, los solos interminables, los gritos agudos y los cambios complejos de harmonía, definitivamente hay un hilo que lo une todo. Ese hilo, simplemente resulta ser el mismo Ty.
Por todo esto, quienes están familiarizados con el amplio catalogo del músico californiano, y por ende constantemente enfrentados al problema de ‘¿qué enseñarle a un neófito de Ty Segall como primera escucha?’, pueden encontrar en algunas canciones de Freedom’s Goblin la solución definitiva. Como sugerencias: “Every 1’s A Winner”, “My Lady’s On Fire” y, para los osados, “And, Goodnight”.
Da click aquí para escucharlo completo.