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LoveLeaks / Universal Music / 2018
La primera vez que escuché Warpaint fue gracias a un live en la emisora de radio en Seattle KEXP, hacía tiempo que el nombre aparecía ya fuera en el time line de mi Facebook o en el feed de mi cuenta de Twitter, pero si había oído alguna canción con anterioridad perdí ese recuerdo en la maraña de mis memorias. Cuando escuché esta transmisión de la que hablo algo me atrapó por completo y provocó que por el siguiente mes no dejara de escuchar su discografía completa una y otra vez los conciertos que encontraba en YouTube eran parte del playlist y, por si no había sido suficiente, también agregué a mi lista de reproducción los proyectos solistas de Jenny Lee Lindberg y Emily Kokal.
Pasaron los meses y la vieja costumbre de revisar mi historial de reproducción en YouTube me llevó a ver de nueva cuenta aquel video con el que me quedé prendado por primera ocasión, tras reproducirlo a todo volumen en mis audífonos de principio a fin por fin pude identificar qué me había enamorado de aquel sonido: la voz de Theresa Wayman y su peculiar arpegio en la guitarra nadando sin esfuerzo sobre la línea rítmica que Jenny marcaba con el bajo. Así que empecé a buscar y buscar si había algo que hubiese obviado en un principio para no haber dado con un proyecto de Theresa hasta ese momento... agonía... agonía... y al fin algo: Me topé con un par de tracks bajo el nombre de TT y quedé enganchado.
Ahora con su nuevo álbum LoveLaws, no hay vuelta atrás para mí.
Empecemos con el par de sencillos que fueron mi introducción a esta faceta de Wayman: "Love Leaks" y "I've Been Fine", dos de los temas más interesantes del LP. "Love Leaks" es una dosis de melancolía que se entremezcla con desesperanza y una sensación de vacío que suena a un grito ahogado en el fondo de un corazón roto. "I've Been Fine", la primera canción que salió bajo este alias de Theresa en 2014, es una pregunta constante, que se diluye bajo capas sonidos llenos de angustia, a alguien que se niega a estar cerca. El resto del disco versa de un tema en conjunto; el amor y sus demonios, pero también de una confesión de soledad e introspección acompañadas de ansiedad y desolación... y es más que eso, es un viaje por la vida de la artista de Eugene, Oregon en la que los altibajos de ser madre, música y actriz se transforman en pistas de uno de los mejores discos de la primera mitad del 2018.
"Mykki" es el tema que abre el disco y es, de una manera casi literal, tan solo el primer escalón en el descenso hacia el interior de Theresa que representa el material en su totalidad. Este track es una mezcla de sonidos electrónicos y atmósferas digitales en los que la voz de Theresa susurra: "I wanna take care of you 'till my arms can't move you".
"Dram" abre la segunda parte del disco con una melodía que se convierte en un campo de sueños en el que sus deseos y miedos se exponen en una lacerante seducción que se dibuja con las notas altas de una guitarra distorsionada; nos llama con su voz y nos incita a perdernos en su mundo. Casi al final del disco aparece "Take One" con un sonido que nos recuerda mucho a Portishead, pero que más que una copia descarada se escucha como una referencia aplicada de una manera magistral a una de las letras más desgarradoras y personales del disco en la que Wayman abre sus corazón para gritar: "I need your melody, your mourning not gonna go down falling".
Pero sin duda el tema mejor logrado y en el que escuchamos toda la magia de Wayman es el último single del álbum, el cuál, según la propia Theresa, fue la primera canción que hizo pensando en este material por allá de 2012. Es una canción única en sí misma, en la que Wayman canta desde dos perspectivas diferentes a través de las cuales nos enseña lo que es el amor y el aceptar al otro aún cuando está en su peor momento; es un track que se antoja como un sueño lúcido lleno de texturas y ecos que muestran la versatilidad y capacidad musical de la guitarrista y vocalista de Warpaint: minimalista, oscura y maravillosa.
El disco además cuenta con cameos de sus compañeras de banda: Jenny Lee y Stella Mozgawa y fue co-producido por la misma Theresa y su hermano Ivan Wayman.
En perspectiva la totalidad de este larga producción es magnífica, no es un material sencillo de digerir, pero es uno al que vale la pena dedicarle el tiempo. Después de escucharlo 10 veces por puro placer y otras 10 para sintetizar esta reseña que abarcaba con cinco cuartillas de mi libreta puedo decir que va directo al soundtrack de mi vida.