7
Ipecap Recordings / 2021
06/Abr/2021
Tener un denominado “supergrupo” no es cosa fácil; no sólo la exigencia musical aumenta, si no que la agenda de todos sus integrantes debe empatar. Para un proyecto que lleva cuatro discos lo han hecho bastante bien, pero era ahora o nunca el momento para terminar un nuevo disco de Tomahawk. La pandemia fue la única posible para detener a Mike Patton, quien debido al encierro encontró la oportunidad para terminar de grabar letras y voz que Duane Denison, Trevor Dunn y John Stanier habían estado grabando desde hace 4 años; el resultado como se espera: a la altura de sus talentos.
Tonic Immobility es el nuevo nombre del quinto disco de la banda que poco tiene que ver con el estoicismo y mucho con diferentes formas de liberar energía. Co-producido por Paul Allen, que les ayudo a entender de otra forma su música, el disco tiene un mayor protagónico en el departamento de sonido y un acompañamiento secundario (pero no menor importante) a través de las voces y las letras.
Hablar de un disco de rock en un trabajo como este no es cosa fácil, es decir: no hay otro género que sintetice mejor las ideas de lo que esta banda es capaz de hacer. Pero, comparándolo con otras obras más clásicas, esto navega con aires de experimentación por doquier. Patton y compañía hacen un disco que evoca la nostalgia de sus primeras producciones pero que suenan contemporáneos, sin que eso implica forzar la modernidad. Este álbum es para los fans más “comerciales” de Faith No More, pero también podría interesar a quien se acerque a este proyecto por primera vez.
El primer tema “SHHH!" Inicia con una guitarra muy mínima mientras la voz más grave de Patton nos introduce a un sonido que antes de marcar el primer minuto explota con unos riffs y voz contundentes. Esta energía continua con “Valentine Shine” y “Predators and Scavengers”, la primera con claras influencias del metal y la segunda una versión (muy propia) de un soundtrack de Spaguetti Western, corta rápida y en caída libre, mientras la voz parece dividirse en mil tomas en una sola.
En el departamento de letras continúan los ejercicios avant garde con curiosos juegos de palabras que mantienen esa ambigüedad experimental de la banda. Así tenemos odas al cuerpo humano y la cultura del trabajo americano en “Business Casual” o historias oscuras dónde la mascota para ser una persona en “Dog Eat Dog”.
Los momentos interesantes también ocurren cuando se baja la velocidad como en “Tattoo Zero” que mantiene la energía con un riff constante que se apoya de todas las acrobacias vocales de Mike, ya sea gritando, cantando o recitando como todo un crooner. En “Sidewinder” Patton pasa de la nostalgia a la furia llena de ira, acompañada de las guitarras más agresivas de todo el material. Aunque para a banda la situación actual es importante, Tonic Immobility es un ejercicio personal, sobre moverte, el cambio y sobre todo sin pensar en los límites que (en la actualidad) existen al hacerlo.
9
Everything Eleven, Inc // Universal Music Canada / 2021
05/Abr/2021
Casi estoy seguro que lo he mencionado con anterioridad, pero ahora en particular con el nuevo álbum de los canadienses Death From Above 1979, Is 4 Lovers, pienso mucho en el sentido y la relevancia de las reseñas musicales, en el significado que tuvieron en el auge de la prensa musical, en el crecimiento de muchos artistas, en las decisiones que los individuos tomaron sobre la compra de un álbum a partir de la valoración y apreciación de una obra musical. El juicio que se escribía era y es, particularmente, subjetivo. Me pregunto si aún las personas leen las reseñas con el mismo deseo con el que lo hacíamos hace por lo menos 20 años.
Probablemente no. ¿O alguien espera lo que vayamos a decir sobre Is 4 Lovers, el cuarto trabajo del proyecto en cuestión? La facilidad con la que cada persona elige escuchar una canción e inmediatamente saltar hacia otra de cualquier género es demencial. Monstruosa. Lo mismo sucede con el cine. O las series de televisión. ¿Cuál es la relevancia de un juicio de valor sobre un álbum, una canción o una película en el 2021?
Con dicha pregunta en mente diré que la nueva obra de los canadienses Sebastien Grainger y Jesse Keeler, la cuarta de una carrera turbulenta en sus inicios, la podemos yuxtaponer con el sentido de lo que implica publicar una nueva reseña... sencillamente porque sí. Porque pueden, porque quieren y porque mantienen la creencia en un sonido que aunque no es actual, es su pasión. Ante una vorágine de nueva música, el monstruo con dos cabezas de elefante entrega su mejor trabajo en toda su historia. Visceral, crudo, furioso. Is 4 Lovers se trata de un álbum en la concepción clásica de la creación, una primera parte agitada; de un dance punk virulento, contagioso, muy pero muy potente. En tanto que en un segundo momento baja su urgencia, dotando de una dimensión de profundidad peculiar. Las canciones son “suaves” y aparentemente menos “punk”. Qué cambio de ritmo tan fortuito.
Si en el sencillo “One +One” el duo describía lo mágico de una relación amorosa, en el corte de apertura, “Modern Guy” narran la desmesura del “nuevo mundo”, veloz y plagado de publicidad. Sus notas electrónicas funcionan como un leitmotif a seguir durante la canción. En “N.Y.C. Power Elite Part I” y “II” cuestionan con un sonido sucio, de antaño, a la élite política y económica. Riffs vibrantes, caóticos y orgánicos en construcciones sencillas. Cuando Jesse Keeler habló de que Is 4 Lovers es el álbum que mejor los define como banda y que mejor representa su música se refiere a “Totally Wiped Out”. En menos de tres minutos generan suficiente ruido para desarmar cualquier orden. Caos de bajo, caos de voz, caos de elementos. Una pieza atascada que habla sobre el caos de las conexiones a Internet. La metadata, las cookies, el caché, conexiones certificadas. Si el mundo nos satura con información por qué la música no habría de reflejarlo. Fabuloso.
Cuando “Totally Wiped Out” finaliza lo último que se escucha es un eco de la voz alejándose, dando entrada al segundo momento del álbum. Más electrónico. En “Glass Homes” la estética de videojuego remite inmediatamente al mejor Crystal Castles. Voces digitalizadas y coros escondidos en un alarido por mantener la fuerza, por darle sentido al día con día, por reconocer que a veces solo estamos criticando por criticar. “Love Letter” contiene uno de los fragmentos más hermosos que la banda ha producido en su carrera, previo al coro entra un sintetizador con una carga melancólica. Fascinante. El tema podría ser de cualquier banda menos de DFA 1979. Quizás sea la primer balada en su repertorio.
Podemos concluir que aunque la banda no reinventa su sonido, sí su forma de crear. La inclusión más recurrente de partes electrónicas le da un sentido de algo procedente de otro sitio en su cabeza. La concepción del álbum, con lados a y lados b, lo hace dinámico. Hay algo nuevo en cada tema, un ritmo, un sonido, una capa de sonido, un grito. El resultado final es una experiencia de totalidad, de revelación. Un muro de música se levanta día con día, con cientos de canciones, muchas con fines auténticos y otras con objetivos de mercadotecnia, que se suman a los cientos de millones de datos almacenados en los sitios de streaming. Un muro de palabras se eleva cada día, se escriben millones de caracteres opinando sobre cualquier cosa, por ejemplo, sobre música. DFA 1979 se ha mantenido consistente en su ADN. Así que al carajo lo que diga en esta reseña, al carajo la calificación, escuchen el disco y disfrútenlo, porque esto es punk.
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