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Seayou Records/Rough Trade / 2017
Desde que “descubrí” a Thieves Like Us hace casi una década, mi corazón rápidamente quedó prendado de “Drugs in My Body” y esos repetidos sampleos que rememoraban a la década de los 80. Posteriormente llegaron Play Music y Again & Again y mi fanatismo no podía ser más profundo. Sin embargo, después de su presentación en Cine Tonalá en noviembre de 2012 perdieron todo mi respeto, no solo porque de su formación original –los alemanes, Björn Berglund y Pontus Berghe– ya solo quedaba el estadounidense Andy Grier, sino porque además de estar drogadísimo y no cantar bien las canciones ese día, su nuevo baterista no conocía ninguna de las rolas y su bajista, mucho menos. Ahora, cinco años más tarde, el vocalista del trío –que ya no es trío por cierto– regresa para lanzar un álbum homónimo bastante prometedor.
Resulta que en esos cuatro años de stand by, Andy logró cuajar una nueva alineación conformada por el bajista Thomas Franklin, el baterista Tore Knipping, y Martine Duverglas, Mia Von Matt y Monica Martinez como voces de apoyo. Dicho esto, podemos pasar a lo que nos atañe: el nuevo y “primer” disco de Thieves Like Us.
Como era de esperarse, la banda cita temas socio-políticos que no pasan desapercibidos, pero que gracias a esas melodías contagiosas y pacíficas a la vez, hacen que incluso cuando escuches a Andy hablar de crisis económica, militarización o el impacto de la tecnología en nuestros días, te mantengas positivo y puedas bailar aun con toda esa carga emocional, realista y hasta cierto punto, cruel.
Siguiendo con todo lo anterior, es importante destacar que para el artwork, la agrupación retomó el escape de Hans Conrad Schumann del comunismo de la República Demócrata Alemana y lo transformó en su propia versión. Este caso además de ser uno de los más conocidos en la historia de Alemania, también es uno de los más representativos, ya que fue justo al inicio de la construcción del Muro de Berlín en 1961. Por si esto fuera poco, aparece el traje que usa la mujer de la portada, que resulta ser ni más ni menos que el mismo que usó el papá de Andy en la guerra de Vietnam.
Pero bueno, mucha política e información a estas alturas. Hablemos de música. Los sintetizadores son imperantes como siempre, así como esas modificaciones del post punk, italo disco, glam rock, dance y electro-pop en una mezcla característica de Thieves Like Us que es bien llevada gracias a la voz de Grier y sus coristas. Asimismo está el juego con la batería –que en ciertos puntos de las canciones se vuelve la protagonista– y las distorsiones en los pedales de las guitarras.
Entre los puntos más altos no, no están “Jennifer” ni “Broken Mirror” –que a mi parecer son bastantes someras e insignificantes–. En realidad hablo de "Tears", "E-Problems", "Child Star" -que recuerda un poco a Bleed Bleed Bleed–, "Shake The Light" –que en el minuto dos acapara toda la atención con las guitarras y la batería– y por supuesto "Israel", que no solo por su nombre es un referente a la temática del álbum, sino que su melodía resulta pegajosa de principio a fin.
Es precisamente por todo esto, que Thieves Like Us me ha vuelto a ganar y aunque todavía le falta mucho trabajo por hacer, espero que la próxima vez que los vea quiten esa mala percepción que me llevé de ellos. Ahora lo tienen todo: nuevos integrantes, madurez, un disco prometedor y una base de seguidores que como yo, se emocionaron al escuchar que “la banda berlinesa/americana con base en París” –como comúnmente se les conoce– no estaba muerta después de todo.