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The Smashing Pumpkins — Shiny and Oh So Bright, Vol. 1 / LP: No Past. No Future. No Sun.

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The Smashing Pumpkins
Shiny and Oh So Bright, Vol. 1 / LP: No Past. No Future. No Sun.

Napalm Records / 2018

Artista(s)

The Smashing Pumpkins

Extrañas voces de un esperado retorno.

Un nuevo arcoíris que emana de una tormenta de ausencia, el camino se abre para una nueva etapa en la historia de The Smashing Pumpkins, banda que ha sobrevivido gracias al ansia creativa de Billy Corgan más allá de las rupturas, los rencores y distanciamientos. “Knights of Malta” como extraño renacer del olvido, su forma gloriosa de adjuntar influencias: los pequeños solos de guitarra que podrían recordar a Brian May, los coros femeninos que evocan a Pink Floyd, la extraña esencia de Fleetwood Mac y Cheap Trick, todo trazado ante la impecable producción de Rick Rubin.

“Silvery Sometimes (Ghosts)” cual versión 2018 de “1979” con un Billy Corgan que en lugar de reposar en el asiento trasero de un Dodge Charger ahora lo conduce por el camino de la vida madura con su hijo Augustus en el asiento del copiloto, feliz, realizado, habiendo vencido a aquel vampiro que es el mundo, siendo uno más que un cero, dejando atrás la idea de que el amor es suicidio. Y entre la perfecta instrumentalidad estamos en medio de demasiado talento, los acordes nos abrazan, las cuerdas nos inspiran, y cual cohete rumbo a un sol moribundo emprendemos un viaje sin retorno.

“Travels” y su extraño candor pop, de nuevo la felicidad manifiesta donde a veces pertenecemos, “Solara” y esa necedad de arrastrarnos a los tiempos cuando aquel aeroplano llamado The Smashing Pumpkins volaba muy alto surcando la creatividad con infinidad de demos y riffs ásperos que nos penetran como un virus y lentamente nos infectan de euforia. Los redobles y tiempos perfectos de Jimmy Chamberlin, el baterista que toda banda desearía tener, el palm muting que trasfuga a las quintas y los golpes a una sola cuerda, tan nos recuerda a “Bodies” o a una versión menos agresiva de “X.Y.U.” o hasta algún esbozo de “Tarantula”.

“Alienation” como recordatorio reciente de que esta banda seguirá arrastrando el peso de sus viejas glorias, que los fans nuevos no serán tantos como los viejos, y que en todo caso, los vistazos al pasado encantarán más a aquellos ávidos de conocimiento. “Marchin’ On” y su ánimo entre grunge y stoner cual marcha hacia la cacería. Complementos orquestales que dominan como en gran parte de este material que llega en un momento en el que la banda celebra 30 años de existencia. El cuerpo cambia pero no la esencia, y es por eso que los interludios instrumentales y vocales que hasta parecen una canción distinta nos encantan.

“With Sympathy” y su amable candor, y de nuevo las remembranzas, nos aferramos a lo que fue antes de lo que vaya a ser en el futuro para un ensamble a modo que encontrará la forma de seguir tocando y creando. Es difícil cuando eres fan no hacer comparaciones, dejar entrever a qué suena lo nuevo a comparación de lo que se ha hecho antes, y aún así encontrar el encanto ante la novedad que tal vez falló con Monuments to an Elegy y que no funcionó para todos con Oceania.

“Seek and you Shall Destroy” y su extraño y pesado riff que se transforma en una especie de britpop, el final para un primer volumen que nos deja ansiosos por más música para analizar, devorar y comprender. Cuesta trabajo ante el pasar de los años analizar la obra de una banda que no pretende vender sino seguir tocando, no sé de qué dependa que este disco atraiga nuevos adeptos para una banda tan prolífica, pero como introducción a su obra, basta decir que hay mejores cosas.