8
Clouds Hill / 2022
14/Sep/2022
Aplausos en un concilio de mística y ritmo, tela blanca y piel negra al filo del mar, me entregaste una vida de engaños, y al más puro estilo del ritual musical de la bomba en Puerto Rico, “Blacklight Shine”, donde el cuerpo le dice qué hacer a los tambores, The Mars Volta se reunifica y este fue el primer destello, quizá extraño para aquellos acostumbrados al atasque instrumental, pero que deja ver lo que nos depara con esta obra homónima, la séptima en su haber oficial y la primera en una década.
“Graveyard Love”, y en efecto, una evolución más que la forzosa necesidad de vigencia, reminiscencias y claroscuros, tranquilidad y escucha con detenimiento, porque los diferentes matices en la producción hace que apenas el segundo track nos cause ansiedad por más, “Shore Story”, la calma y armonía, los cambios de tónica y ritmo, la voz de Cedric Bixler-Savala y los efectos discretos, su propio auto-tune sin máquinas, ¿por qué diablos me recuerda a los hermanos Gibb?, simplemente encantadora.
“Blank Condolences”, atrás quedaron los preludios ruidosos y la inducción al delirio, pero en la tranquilidad también hay cierto caos, y en los efectos de la guitarra y la batería los complementos necesarios para dar color. Omar Rodriguez-López decide no maltratar tanto su guitarra, ahora la hace parte de su alma, como una extensión de su esencia misma que dicta: también puedo crear atmósferas de ensueño, no todo es una maldita pesadilla, nomás tírame a las arañas.
“Vigil” y este renovado Mars Volta que parece decirnos: nosotros haremos lo que queramos, qué importa si te gusta o no, y funciona. Al inicio mi desencanto personal se fue disipando al escuchar cada track con detenimiento, y ni a la mitad del disco, ya creo que es genial, pero sobre todo muy diferente a lo que estábamos acostumbrados. Esto es renovación en el gran sentido de la palabra.
“Que Dios Te Maldiga Mi Corazón”, y de nuevo los barrileros imponiendo el paso, el sonido primigenio de los antiguos músicos afroboricuas, porque no todo el PR es dembow, una corta pero emotiva oda con sabor a sal de mar, como la que dejó en nuestros labios la victimaria antes de decir adiós, pero que importa, podemos bailar y devolver la maldad a donde pertenece. Un tema al que le hubiera caído bien un solo de guitarra de Carlos Santana en su época Abraxas, mejor que si hubiese colaborado con Rob Thomas.
“Cerulea”, como los tonos del cielo en altamar, y de nuevo lo diferente y evocador, quizá el tema que merece más análisis de escucha debido a su maquila ideal, y si se trata de etiquetar, lo progresivo y alternativo que embonan a la perfección, lo fácil a la escucha, lo glorioso en lo aparentemente simple, y el candor que quizá nunca esperamos escuchar en The Mars Volta. Pero para qué desmenuzar el pasado de una banda que ha mutado tanto y de tan variadas formas, el ahora es lo que importa, y el futuro es lo que nos da esperanza.
“Flash Burns From Flashbacks”, y de nuevo un collage de sonidos para descifrar: pianos y sintetizadores, pequeñas secuencias, pinceladas de las 6 cuerdas de Omar, que tanto pueden sonar con tremolo y reverb, o tan solo como eco de un riff que pudo ser, un solo con wah del lado izquierdo, la voz de Cedric acaparando nuestro hemisferio derecho.
“Palm Full of Crux” y su ánimo orquestal, una flauta dulce como el canto de un ave que gusta de visitar marcos de ventanas, de nuevo queda en evidencia la perfecta conjunción creativa que existe entre las 2 cabezas que han dado vida, forma y legado a The Mars Volta. “Es que se volvieron comerciales”, tal vez dirán los puristas de su obra, como ha pasado con tantas bandas que buscan renovarse antes que ser una parodia de si mismas.
“No Case Gain”, quizá un tema de la banda que en 20 años podríamos escuchar en Universal Stereo, “Tourmaline” y 2 guitarras acústicas que se acomodan perfecto con la voz de Cedric, que nunca deja de ser única y especial. De nuevo los devaneos con lo progresivo, pero sin alargar la duración de los episodios sonoros. “Equus 3”, pinceladas electro, como si Trent Reznor hubiese colaborado en el ritmo, pero no hay similares con The Mars Volta, difícilmente me viene a la mente alguna otra comparación a lo que se ha hecho en este disco, tal vez más escuchas las encontrarán, pero hasta el momento todo es muy particular y único, pero sobre todo diferente.
“Collapsible Shoulders” de un Mars Volta que reluce y dará de qué hablar, “The Requisition” para poner punto final a unalel álbum que dejará dudas pero también sorpresas, sobre todo al escuchar su ejecución en vivo que nos depara en la quinta edición del festival Hipnosis. Un tributo de la banda a si mismos con la fe de renovarse o morir, aunque ciertamente su música los ha vuelto inmortales y esenciales para una legión de fans, una intriga total para aquellos que están por descubrir su obra, y una sorpresa para aquellos que piensan en The Mars Volta como un concepto, y no como un combo que siempre reúne grandes músicos para devolvernos la vida con enormes canciones.
8
Domino / 2022
13/Sep/2022
El músico y productor inglés George FitzGerald, nos presenta su nuevo álbum de estudio Stellar Drifting, a través del sello Domino. Sucesor de All That Must Be (2018), este material marca el regreso del londinense, luego de una gira mundial y una pausa obligada por la pandemia, además, lo hace explorando nuevos sonidos como el synth pop y el math rock (especialmente este último) y teniendo ritmos mejor balanceados, marcando una distancia con su producción anterior, algo que, se está volviendo recurrente en su carrera.
En esta ocasión, FitzGerald busca inspiración en lo exterior, en lo más alejado de nosotros, al contrario de su antecesor, que era una producción experimental e intimista. Cuando menciono que, lo que mueve al disco es lo externo, es porque literalmente es así. Stellar Drifting, fue creado a partir de imágenes del espacio profundo, procesadas por un algoritmo para crear sonidos; galaxias, constelaciones, estrellas y planetas que se encuentran a años luz de distancia, es donde el músico encuentra su motivación.
Es una paradoja retrofuturista, ya que nuestros aparatos más avanzados sólo muestran imágenes del pasado. Por ejemplo, en “Passed Tense” a dueto con Panda Bear, escuchamos una base de electropop ochentero con toques de house de los 90, apuntalada por el coro de Lennox hace la canción bailable del disco.
Por otro lado, “Rainbows and Dreams” en la que participa la cantante SOAK, se siente más compleja en su construcción y más emotiva en su interpretación, crea un paisaje menos sci-fi que la anterior. También destaca “Betelgeuse”, que recuerda a sus inicios, beats veloces y elegantes con voces sencillas, dejando ver el concepto detrás del disco y no tanto la búsqueda del hit.
Por último, “The Last Transmission” junto al grupo London Grammar, que no es el último track, pero si se percibe como el cierre del álbum, con pocos elementos y mucha melancolía termina este viaje interestelar. En conclusión, es un buen regreso, que nos muestra la habilidad de FitzGerald para construir un concepto y llevarlo hasta el límite. También, para mostrarnos a un artista con distintas facetas, desde la concepción de éxitos EDM, hasta la creación abstracta, pasando por lo personal.
Stellar Drifting logra sobrepasar lo anecdótico y curioso de su origen, haciéndolo a partir del talento de su creador, quien nos ofrece una ventana sabiendo que, probablemente, aún no estamos listos para hablar de la situación por la que hemos pasado, y de la cual parece vamos saliendo poco a poco.
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Avisos