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Quejarse puede ser divertido

Quejarse puede ser divertido
Quejarse puede ser divertido

Hellcat Records / 2014

Artista(s)

The Interrupters

Las quejas contra el gobierno, contra la sociedad y contra uno mismo suelen ser relacionadas con gritos, música deprimente, guitarras fuertes o una batería estruendosa; sin embargo, The Interrupters propone inyectar diversión al conflicto.

Interrupters

Esta agrupación originaria de Los Ángeles, integrada por Aimee Allen, Kevin, Justin Jesse Bivona, lanzó hace algunos días su álbum homónimo, el cual fue producido por Tim Armstrong de Rancid y resulta bastante reconocible a pesar de que la singular voz rasposa de Aimee no es lo que se esperaría de una vocalista femenina.

El disco arranca con “Take Back The Power”, dejando en claro la temática y el ritmo que estará presente a lo largo de sus once canciones: letras 100% punk y ritmo completamente ska. “Are you a leader or will you follow, Are you a fighter or will you cower”, es el primer cuestionamiento que The Interrupters nos presenta mientras mantiene un ritmo upbeat que pone de buen humor e incluso a bailar a cualquiera.

La temática política continúa en canciones como “Can’t be Trusted” o “Liberty”, en las que la agrupación expresa su desconfianza e inconformidad ante las figuras de autoridad, añadiendo posteriormente canciones como “Judge Not” o “Easy on You”, en las que dejan al gobierno a un lado y voltean más a su prójimo inmediato.

“Family”, que cuenta con la participación de Tim Armstrong, es de las canciones que llaman más la atención junto con “A Friend Like Me” gracias a que están llenas de energía y te invitan a cantar a todo pulmón con algunos amigos en el bar.

Cabe señalar que The interrupters no sólo es una propuesta divertida y dinámica dentro del ska punk, sino que también brinda un cierto aire de añoranza que en momentos nos recuerda sonidos del pasado.

El álbum no es un rompecabezas o una gran metáfora, es una expresión directa de la mente. La crítica y las quejas no podrían ser más literales, pero tampoco hay razón para gritar, puesto que se puede perfectamente bailar ante el enojo e incluso contagiarlo con melodías simples. Cerca de 30 minutos de tomar las cosas serias un poco más a la ligera es lo que esta producción de The Interrupters nos ofrece.