Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Everloving Records / 2014
Cuando las cosas se ponen difíciles en la ciudad, uno empaca sus cosas y se va al mar para que la brisa nos aclare la cabeza mientras recorremos la orilla en largas caminatas… o bien, se puede permitir que The Growlers sea nuestro faro en la oscuridad y nos indique la ruta hacia la catarsis con su nuevo disco, Chinese Fountain.
Se trata de la quinta de la banda y se percibe como una especie de guía turística, con reflexiones acotadas y notas al pie, la cual nos expresa el profundo disgusto y degeneración que la vida en sociedad produce en los hombres. En esta ocasión, el mayor mérito del trabajo está en las letras, que plasman, como por episodios, una urbe que se cierra en torno a la mente del protagonista, provocándole la necesidad de abandonarla por un tiempo.
Después de notar que una de sus melodías era un ritmo genérico de música disco, Brooks Nielsen, vocalista, avistó el concepto que unificaría todo el álbum: "Empezamos a escribir sobre cómo parece que ya todo está ocupado, usado y jodido, y que vivimos a expensas de la suerte. Usé la analogía de lanzar monedas a una fuente china: buena suerte a todos."
Las maromas circenses de sus álbumes anteriores dan paso a un sonido más accesible y tibio, con estructuras definidas pero que no pierde su identidad de beach goth gracias a su reverb, arpegios playeros y el desgano característico en la voz de Nielsen. La identidad del disco es bastante sólida, los temas persiguen una idea unificadora y la música está ahí para sublimar el mensaje y entregárnoslo a media luz.
Sus relatos van desde la decepción romántica de “Big Toe”,“Ella me tiene sobre el puente, mirando cómo corre el viejo y frío río", hasta la ácida crítica social de la sobresaliente “Chinese Fountain”, “¿No es el techno una mierda? Incluso lo disco parece punk. El agua está muy sucia, no es ninguna sorpresa que estemos ebrios".
La herida necesaria para producir una obra de tal resonancia se infligió con el incendio que acabó con la casa-estudio de la banda después de lanzar Hung at Heart, su placa anterior. “Un amigo lanzó una bengala que cayó en un mal sitio, incendió el lugar y quemó nuestro estudio y parte de la casa”, declaró Brooks.
Después del incidente, la banda se instaló en la casa de un amigo, como lo hicieran en su tiempo los Stones con Exile, y vertieron toda esa añoranza en los once cortes del álbum. En “Going Gets Tuff” incluso encontramos una referencia al desafortunado accidente.
Chinese Fountain es una obra de gran valor que se sostiene por si misma, como un marinero solitario en tierra firme recordando sus sueños perdidos, combatiendo la ansiedad con tragos de ron.