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Chimera Records / 2014
Hace escasos días se puso en circulación el segundo y esperado trabajo discográfico de The GOASTT, proyecto musical liderado por Sean Lennon, hijo del idolatrado John Lennon y Yoko Ono, y su inseparable novia, Charlotte Kemp Muhl. Un dúo que, históricamente, ha centrado sus esfuerzos en luchar contra los prejuicios de su buena fortuna genética y de las presunciones que padecen sobre su sonido y forma de interpretar encima del escenario.
Pero, escuchando Midnight Sun por primera vez, alejados de sus antecedentes y antecesores, como si de otra banda más con nombre raro se tratase, los neoyorkinos me recuerdan mucho a algún espíritu afín a Tame Impala o Flaming Lips. Una laxa psicodelia hecha para los soleados fines de semana veraniegos, algo brumosa y complicada, pero no lo suficiente como para no entender sus melodías.
Con este disco parece que han fijado toda su atención en desconectar con su importante herencia, pero no nos engañemos. En algunos momentos, aunque se empeñen en decir lo contrario, siguen teniendo matices que suenan a los cuatro de Liverpool. Algo poco negativo si nos paramos a pensar en la cantidad de bandas que han existido con esta influencia en los últimos cincuenta años. En cualquier caso, el mayor protagonismo de Charlotte y la maduración de Sean logran que sus líneas compositivas se muevan a direcciones menos esperadas y provoquen ese cambio tan deseado.
Ya en materia, el álbum abre con la potente “Too Deep”, canción perfecta para poner en situación al oyente con sus pesadas baterías, profundos aullidos de órgano, crujientes guitarras, y el gruñido nasal de Lennon a medio camino entre su padre y Steve Taylor. Sin duda, el mejor inicio. A continuación, “Xanadu” es la típica canción con la que no es difícil caer enamorado al instante; la química natural del dúo aparece para mostrarnos lo hermoso que pueden empastar dos voces.
Casi sin descanso, “Johannesburg” es un gran ejemplo de cómo Charlotte tira en su estilo de lo mejor de las influencias clásicas y de los afrancesados aires de los noventa. A mediados del disco, “Last Call” va un poco más allá gracias a su progresivo final. Se trata de un tema de mayor duración que el resto, con el que la pareja es capaz de crear impresionantes ambientes mucho más aireados. Por el contrario, “Great Expectations” basa su atractivo en el cambio dramático en el ascenso de sus acordes.
Es un ejercicio que proporciona al dúo la posibilidad de acercarse a brillos mucho más futuristas, pero sin duda, lo mejor de todo llega al final. Desde mi punto de vista,“Moth To A Flame” es, con mayúsculas, el sencillo de Midnight Sun. Una melodía etérea que nos invita a viajar a través del tiempo y el espacio, sin demasiados gestos experimentales, pero muy gratificantes; una excelente forma de cerrar el álbum.
En definitiva, puede decirse que Sean Lennon ha conseguido por fin, su propia declaración musical. Con su particular voz y una de las mejores grabaciones que jamás haya hecho, cerrando así esa búsqueda que comenzó allá cuando apenas tenía doce años. Un disco totalmente recomendable.