8
Kicker EP / 2018
20/Jun/2018
La segunda década de este siglo XXI está ya cerca de terminar, aun así parece que fue ayer cuando ese género llamado punk melódico o happy punk –para los cuates– dominaba las estaciones de radio y aquel ya viejo MTV que se encontraba en esa época de su vida donde poco a poco dejaba de poner videos para llenarse de reality shows, los tenis Convers que –si bien nunca se fueron– tenían un fuerte revival, además de que el color rosa fosforescente y los cabellos levantados a punta de gel (que después mutarían a flecos caídos) parecían definir el look de todos los adolescentes.
Pues precisamente si usted mezcla todos esos elementos antes mencionados con guitarras distorsionadas y coros melódicos perfectamente sincronizados obtiene ese sonido que Matt Pryor, Jim Suptic y los hermanos Pope han trabajado, pulido y consolidado durante y desde hace 23 años. Y es precisamente ese sonido clásico de la banda el que suena en las cuatro canciones que comprenden este EP, donde en apenas poco mas de 13 minutos la banda nos muestra que lo de ellos es hacer canciones alegres, con letras más con tendencia hacia la melancolía o ese sabor de boca que deja el desamor siempre acompañado con acordes sencillos, pero llegadores. No hay grandilocuencia ni solos de guitarras o arreglos estrafalarios, son solo cuatro señores en sus cuarenta y pocos haciendo música juntos desde que eran adolescentes, logrando ese sonido cálido de escribir canciones pop interpretadas con los amigos de prácticamente toda tu vida es algo que no cualquiera puede presumir.
If you need me I'll be here
But if you wanna disappear it would be wrong to say
I guess some things are better this way, "Better this Way".
Algo que conservan después de todos estos años es ese estilo característico para escribir sus temas, sus letras siguen teniendo esa esencia emo que –de hecho– los hizo (tal vez sin ellos desearlo así) ser parte de toda esa ola musical que dominó la escena durante la segunda mitad del dosmil.
The Get Up Kids es una banda de poco material oficial, apenas cinco LPs en más de 23 años, pero tiene algo que muchas bandas no logran en toda una vida haciendo música, y es que su sonido pueda resumirse en una palabra, misma que los sigue definiendo a pesar de que en siete años tan solo nos entregan cuatro canciones que suman 15 minutos.
Y esa palabra es: Entrañable.
10
MSMSMSM / 2018
19/Jun/2018
Cuando el año pasado Sophie estrenó su video para “It’s Okay to Cry”, algo cambió para siempre. La productora escocesa había ganado renombre asociándose con PC Music y produciendo para Madonna, pero había mantenido en torno a su persona un sarcástico enigma que parecía ser una burla a la mismísima figura del productor musical, realizando actos desafiantes como el de hacerse pasar por guardia de seguridad mientras una drag queen interpretaba su set en vivo. En cambio en el video aparecía desnuda en toda la extensión del cuadro y, además, usaba su propia voz en el inolvidable track de hyperpop, pasando de la ironía a una radical vulnerabilidad.
Con su álbum debut, este salto mortal cobra tremendo sentido. Quizás, los filtros y demás artefactos electrónicos parezcan contradecir esta voluntad reveladora, pero para Sophie una cosa es clara: en “Faceshopping” afirma que solo su rostro photoshopeado es real. Pongamos de lado lo evidente: Oil of Every Pearl's Un-Insides es probablemente una alegoría de la transición (de género, tal vez) y lo radical reside en la intención misma del disco: si la utopía de una música de club que pudiera generar una comunión se mostró imposible, quizás debamos recurrir a una música que apele a la individualidad como escultura. La realidad es que nunca seremos felices juntos si no estamos en paz con nuestro propio ser. Sophie nos exhorta ya no a abrazar nuestra naturaleza impuesta, sino a que nos volvamos aquello que sabemos que podemos llegar a ser aunque eso conlleve una construcción plástica.
Lo heroico está en su capacidad de entregar semejante statement en un disco con una voluntad narrativa tan certera como velada. Poco parecen tener que ver el histriónico track inicial con “Faceshopping” y “Ponyboy”, agresivos temas de deep bass, más lejos de la música de bailar que del diseño sonoro. Pero el trabajo de Sophie siempre ha sido abrasivo, un desafío a la naturaleza misma de la música pop. Tras lo teatral y lo industrial Sophie se pone dramática en “Is It Cold in the Water?”, donde su voz una vez más se estira sobre la melodía y suena como si nos estuviera gritando desde el otro lado de un estanque helado. Sus charolazos y vidrios rotos, tan reconocibles, están en este y en el siguiente track, “Infatuation”, que suena como si en el lago helado del tema anterior se hubiera encontrado una cinta con una canción inédita de Prince. “Not Okay” es una intermedio donde Sophie se entrega con indulgencia a sus sonidos brutalistas. “Pretending" es un ejercicio de ambient distinto a cualquier otra cosa que Sophie haya hecho. “Immaterial” es, evidentemente, una respuesta a la mismísima Madonna, un tema de pop chicloso que defiende la artificialidad ya como una especie de dogma universal. Si en este tema la tesis de Sophie alcanza su punto más literal, en el track final encuentra su conclusión. “Whole New World/Pretend World” es el colofón del álbum pero también de toda una carrera, una síntesis de 9 minutos de todos los recursos estéticos y filosóficos de Sophie, un himno de guerra y una declaración de intenciones. Hay que saber que un nuevo mundo está naciendo y solo le pertenece a aquellas personas que entienden que no hay ser más auténtico que el que se ha diseñado a sí mismo.
Todo esto se dice fácil, pero no tiene nada menos de milagroso. Habíamos estado persiguiendo el futuro de forma desesperada sin ver que el futuro quedó atrás hace mucho tiempo. Lo saben todos esos productores que están regresando a modos de ingeniería sónica de hace 50 años, pero también lo sabe la productora escocesa y lo convierte en un motivo de reflexión pero también de celebración. El histrionismo, la vulnerabilidad, la violencia, la libertad son solo giros de un presente sin forma, pero maleable; lejos de luchar contra esa posibilidad, Sophie la toma y la entrega al mundo como un regalo. Hay que reconocer que semejantes actos de generosidad son raros hoy en día.
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