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Emi Virgin / Universal Music México / 2015
Es un cable lo que mantiene al mundo funcionando. El espectro digital, terreno invisible, se conecta por cables que van a servidores y dan vida a la nube. Tu celular se carga por un cable, la señal de internet llega a tu computadora por un equipo conectado a través de un cable, el grupo que estás viendo tiene sus aparatos conectados por cables, las transacciones monetarias que harás durante el día son posibles por un sistema electrónico alimentado por cables.
Cuando un cable falla es el caos. Nada funciona. Filas, folios y expedientes. ¿Qué sucede si se va el internet o el sistema?... ¿qué ocurre si se va la red interna de la empresa en donde trabajas? El mundo no se acaba, pero se detiene. Hablamos de una lógica cables-electrónico-digital-virtual. Y no cabe duda que en esa dinámica propia de la vertiginosidad podemos pensar en Ed Simons y Tom Rowlands como los jefes de los cables. Los dominan en sus poderosos espectáculos audiovisuales. En cada tema demuestran que The Chemical Brothers tiene poco que aprender de otros talentos contemporáneos que oscilen más en la vanguardia y en lo experimental y por el contrario, su dominio de la materia, los pone como el monstruo de dos cabezas que arroja temas contundentes.
Con mayor participación de Rowlands, el dúo presenta Born In The Echoes, una clase de álbum ambicioso en composición pero que es un homenaje a ellos mismos. Podría uno suponer que no tienen nadie de quien aprender más que de ellos mismos y sus trabajos. El sonido, alejado del anterior (Further), se asemeja más al big beat que los caracterizó en sus inicios con los remates de batería y en algunos ratos tan alucinante como aquellas piezas house.
Los primeros cuatro cortes contienen la clásica estructura de velocidades extremas, pero que no terminan por estrellarse de golpe, se contienen, pisan el freno y aceleran moderadamente. La constante en los sintetizadores analógicos y las percusiones cabalgantes es apabullante, a diferencia de otros temas como “Horse Power” o “Theme for Velodrome” que antes de la mitad ya habían llegado al clímax. Otros temas pertenecen al grupo de piezas más parecidas a una canción rock, como “I’ll See You There” o “Born in The Echoes”; con las baterías rematando y volviendo de nuevo al tema como la base mientras los sintetizadores se vuelven locos. Si nos percatamos, el álbum se compone de sus clásicos arreglos, de los tonos que ya han usado en canciones anteriores y de los sonidos que los identifican.
Las piezas más salvajes como “Three Little Birdies Down Beats”, tiene también sus reflejos en las potentes “Just Bang” o “Reflexion”. Ellos controlan los cables. Los conectaron, descubrieron su propia forma de establecer conexiones, y ahora combinan ambos mundos. El que ya existía y el que ellos inventaron. “The Golden Path” tiene un eco en la pieza techno pop nostálgica que interpreta Beck, “Wide Open”. Tremendo tema que cierra el álbum en su versión standard. Dos cortes diferentes de “Go” y de “Reflexion” junto con “Wo Ha” y “Let Us Build a City” vienen en la versión de lujo. Estas dos últimas, más lentas y que se asemejan a las canciones que aparecen en We Are The Night.
Born In The Echoes no sólo es una forma de mirar la historia de Simons y Rowlands juntos, sino una forma de reinventar ese pasado. Como un cable que no sólo sirve para transferir energía, sino datos, en un flujo continúo que mantiene al mundo girando.