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Caldo Verde Records / 2018
Muchas veces, las obras artísticas contienen mucho de quien las idea. Es algo que puede encontrar a quienes aprecian el producto, como aliados incondicionales, puesto que la sinceridad a la hora de crear, suele ser apreciada. No obstante, también conlleva un riesgo para el artista. Son pocas las personas que disfrutan ser transparentes con los demás, y si esa transparencia se prolonga hasta miles de escuchas, los pensamientos pueden acabar con la tranquilidad de cualquiera.
Mark Kozelek es, probablemente, el hombre más despreocupado sobre la Tierra. Por supuesto que esto es una exageración, pero por momentos parecería que es así. Una carrera que se prolonga años y años, primero con los Red House Painters y ahora, en tiempos recientes, con ese sobrenombre Sun Kil Moon. Claro que es un juego de palabras (el Sol mata a la Luna), pero también, desde ahí se puede apreciar una de las pasiones fervientes que tiene Mark: el pugilismo. Moon Sung-kil o Sung Kil Moon tuvo una carrera boxística no tan llamativa, quizá su mayor logro fuera que un músico de Ohio lo tomara como inspiración para grabar música. En la carrera de Mark, figuran cosas como ser el personaje que comenzó a cantar “Tiny Dancer” en Almost Famous para dejarnos una de las escenas más memorables de los últimos tiempos. Y también cosas como decirle a una audiencia: "Everybody, all you fucking hillbillies, shut the fuck up. I don't give a fuck if I get paid or not, I'm gonna walk". Polaridades. Uno de esos artistas que cautivan por el misticismo a su alrededor.
Y al parecer, no puede dejar de escribir. Escribe mucho, en verdad. This Is My Dinner es un disco con 10 canciones, pero con una duración de hora y media. A partir de aquí ya se puede sentir el primer filtro con Sun Kil Moon. Seguramente, si un extracto de una de sus canciones saliera en la siguiente gran película de amor indie, podría parecer como un artista que podría estar encabezando festivales alrededor del mundo. Pero cuando te sumerges en la obra completa, la densidad es tal que le alcanza para estar en festivales pero en letras más pequeñas. Eso no es malo, de hecho quizá ahí está su fortaleza. Mark Kozelek podría estar haciendo canciones con coros pegadizos y cobrar muchas regalías, pero a raíz de lo que escribe, podríamos inferir que la pasaría mal.
Críticas e ironías, pasajes que parecerían que están directamente sacados de una conversación que Mark tiene con su propia computadora. Una honestidad que tira por la ventana todo glamour. Como ejemplo tenemos la canción “Candles”, en donde confiesa la culpa por haber dejado prendidas unas velas en su casa y cómo unos trabajadores tuvieron que llamar a los bomberos para evitar una tragedia y cómo quizá estaría en la cárcel de lo contrario. Al mismo tiempo evoca a su padre, las advertencias, recuerda que una vez se quiso despedir de Elliott Smith pero luego pensó que lo vería de nuevo, cosa que nunca sucedió. Después de una larga plática, todo deriva en el momento en donde estaba escribiendo la canción. La misma canción dice que estaba a punto de terminarla pero llegó una azafata para pedirle que por favor cerrara su computadora, y luego todo culmina como una canción incompleta, repitiendo una frase: "And this is my incomplete song from seat 12C Scandinavian Airlines from Copenhagen to Stockholm". ¿Falta de creatividad o genialidad en la franqueza? Una oda a Estocolmo que se extiende por casi 14 minutos y, sin embargo, al terminar quisieras volver a escuchar para repasar lo que se ha dicho.
Quizá otro punto dicotómico de Mark entre fortaleza y debilidad, sea que es indispensable entender lo que está hablando. La instrumentación es delicada y se siente más como un acompañamiento para el verdadero protagonista, que es el discurso. Pero quizá me equivoco, probablemente alguien que no entienda ni un poco de inglés, encuentre algo embelesante en cómo se dicen las cosas. Igual dicen que los humanos tenemos desarrollado el sentido de la audición para distinguir cuando alguien se quiere comunicar con nosotros. Igualmente, creo que si buscas las letras en Internet y las escuchas a la par, vas a querer pasar una tarde con Mark mientras te habla de lo que sea, porque lo mundano se convierte en fantástico, cuando se habla de ello con tal desparpajo y en un contexto en el que normalmente el lenguaje figurativo abunda.
Los momentos graciosos son sublimes, también. En el cover de “Rock ‘n’ Roll Singer” de AC/DC, una banda que ha estado muy presente en el material grabado de Mark, cuando llega la parte de cantar “Rock n roooooooooooll”, la o se prolonga tanto, tanto, tanto, que llega a ser incómodo la primera vez, y luego da risa. En “Linda Blair”, Mark, de nuevo en un transporte para llegar a otra ciudad, escucha a una niña pequeña toser detrás de él, mientras dice que suena como Linda Blair en El Exorcista e imita los sonidos. Pocos artistas quisieran que te rías de lo que hacen, pero muchos quisieran que te rieras con ellos. Eso consigue Sun Kil Moon.
En una entrevista que hizo Conor Oberst a Mark, el compositor de I'm Wide Awake, It's Morning, le decía que sus letras parecían casi hiperrealistas, y creo que es la mejor manera de describir lo que sucede con Sun Kil Moon. A veces es más un monólogo que una canción. Particularmente este disco trata sobre el tour de noviembre de 2017 y podría funcionar también como una especie de audio diario. Una bitácora que funciona para conocer a un artista, aunque como todo buen representante de su profesión, esconderá algunas cosas, cambiará nombres y, quizá, exagere las cosas, pero para hace que parezcan tan naturales, hay que tener un talento inimaginable.
Un disco largo pero que da para horas y horas de reflexión, de análisis, de risas, de descubrir referencias y que reitera que Mark Kozelek es uno de los músicos más despreocupados de la actualidad, o el mejor y más fascinante farsante con una guitarra.