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Rhino / 2020
Antes de comenzar propiamente mi reseña, debo advertir que escribir sobre Stone Temple Pilots actualmente, tratando de esquivar el fantasma de Scott Weiland, es todo un reto a nivel personal que he tenido ya cuatro años y un álbum con Jeff Gutt para asimilar. Se trata de una de las primeras bandas cuya música me atrapó en la vida, esto por influencia de mi hermano mayor quien sí había nacido cuando salieron Core y Purple, CDs que más tarde me expropié de su colección y reproduje hasta el cansancio.
A veces injustamente tachada de una mala copia de Pearl Jam y otras relegada a una esquina lejana detrás de otros actos de rock alternativo noventero más reconocidos como Nirvana, Soundgarden o The Smashing Pumpkins, Stone Temple Pilots con todos sus altibajos y conflictos entre Weiland y sus compañeros, ha forjado un estilo ecléctico. Tanto así que superó el sonido grunge y ha transitado por el bossanova, lounge, country, folk y su sonido rock ha fluctuado entre lo clásico, lo psicodélico y lo pesado.
El segundo álbum homónimo de Stone Temple Pilots marcó el debut de Gutt con la banda, fue un material que no se despegaba del camino que habían trazado con Weiland, pero que mantenía el barco a flote. Con Perdida, el segundo trabajo de esta nueva etapa de la banda no solo se mantienen navegando, sino que exploran aguas inexploradas en busca de una nueva ruta.
Perdida es el primer álbum de Stone Temple Pilots completamente compuesto de temas acústicos y aprovechan la oportunidad para probar nuevos estilos e influencias que van desde el folk celta (“She’s My Queen”) hasta el sonido de mariachi (“Miles Away”, “Perdida”), incorporando a la mezcla elementos nuevos o inusuales en su música como flauta, sitar, piano y secciones de cuerda. Es quizás su giro más radical desde Tiny Music...Songs From the Vatican Gift Shop.
No por ser un álbum acústico se extraña completamente la guitarra eléctrica de Dean DeLeo, podemos escucharla decorar discretamente temas como “Fare Thee Well” con un slide de tintes country, en “Three Wishes” -que bien podría ser la hermana perdida de “Pretty Penny”- y también en el tema final “Sunburst”.
Además de los delicados rasgueos de acordes acústicos bañados por el suave bajo de su hermano Robert, los momentos en que brilla en solitario Dean con sus solos acústicos (“I Didn’t Know The Time”, “You Found Yourself While Losing Your Heart”) brindan una paz y serenidad que es tan característico de las baladas de Stone Temple Pilots clásico.
"Sunburst" destaca por su tempestad sonora, así como por una letra sobre lo efímeras que pueden ser las cosas o las relaciones, es un cierre apropiado que a la vez con su crescendo y desvanecimiento me brinda la imagen mental del sol que se pone en el horizonte como anunciando el final del día.
El título del octavo álbum de la agrupación no es aleatorio, aunque la falta una tilde para ser sustantivo y no adjetivo, la “pérdida” es la base lírica de estos diez temas. Pero es engañoso en el sentido de que estas canciones no lidian específicamente de la partida de Weiland y Bennington, Gutt como miembro oficial escribió la mayoría de estas letras sobre experiencias personales en el amor y, según él, solo “I Didn’t Know the Time” hace alusión a ellos aunque no llegó a conocer a Scott.
Jeff Gutt no es la primera persona que reemplaza a Weiland, desde antes de la trágica muerte de este último, los hermanos DeLeo y Eric Kretz ya tenían una relación turbulenta con él a causa de sus problemas con las drogas y buscaron otra voz para la banda. El primer suplente fue Chester Bennington, quien lamentablemente tampoco está con nosotros ya.
Claramente Gutt tenía unos zapatos demasiado grandes que llenar y los integrantes sobrevivientes de Stone Temple Pilots encontraron en él la voz gemela de Weiland, el parecido es impresionante, como si hubieran encontrado la forma de preservar la voz de Scott antes de que se nos fuera. Algunos podrían tacharlo de carente de personalidad, mientras que habrá quien aprecie la similitud como pasó con Alice In Chains, banda que pasó por una situación similar y lleva ya más de una década con otro vocalista.
En palabras cortas, Perdida es un álbum bello -desde su portada que refleja perfectamente el sonido que emana de él-, es melancólico, un tanto espiritual y catártico. Hay que tomarse el tiempo para digerir estas canciones, darle una escucha en un espacio de tranquilidad y sin interrupciones para que no suenen indistinguibles una de otra.
Se aprecia el cambio de dirección y de paleta sonora, es precisamente lo que necesita una banda con una trayectoria de tres décadas y que ha pasado por la muerte de dos vocalistas. Stone Temple Pilots a pasos pequeños vuelve a levantarse y si eres un fan abierto al cambio seguirás apreciando que los DeLeo y Kretz sigan haciendo la música que aman, si no lo eres, perdiste el interés desde hace mucho tiempo.