11/Sep/2013
Neko Case
The Worse Things Get, the Harder I Fight, the Harder I Fight, the More I Love You
ANTI Records
2013
“Publica o muere” no es un parámetro que guíe a Neko Case. Cuatro años después de su Middle Cyclone -número 3 en el Billboard estadounidense- la amazona del alt-country vuelve con The Worse Things Get, the Harder I Fight, the Harder I Fight, the More I Love You para dejar claro que no andaba de parranda, y mucho menos muerta.
La portada, que captura a una Neko fantasmal, azorada por serpientes -como las que rondan su granja en Vermont- es casi una advertencia: “escuche bajo su propio riesgo”. La colección de doce canciones no es apuesta por ningún avant-garde; tampoco el deseo expreso de preservar el éxito del anterior álbum -el quinto en su carrera. Es producto de la depresión, pero también de la total gallardía para compartir, triunfante, improntas de las heridas de guerra.
Aunada a la muerte de su amada abuela, vino la de sus padres, de quienes huyó cuando tenía quince años y con quienes no llevaba buena relación (él, alcohólico; ella “no una buena persona”). Pese a seguir activa en Twitter, durante tres años Case dejó de reír y ser ella misma, según sus propias palabras: “llegué al grado de preguntarme si me estaba volviendo loca”. Cuatro perros, dos gatos, cuatro pollos y un caballo llamado Norman fueron testigos de la tortuosa alquimia que su ama produjo en tracks como “Nearly Midnight, Honolulu”, una pieza casi a capella que ilustra el abuso verbal contra un niño a quien su madre le ordena: “Get the fuck away from me”.
En “Afraid”, un par de pinceladas disonantes acentúan las preguntas filosóficas en el cover de Nico. “Local Girl” decide dar una vuelta por Motown y “Where Did I Leave That Fire” desnuda el sentimiento de la época en que fue escrita: “I wanted so badly not to be me. I saw my shadow looking lost”.
“No es que el álbum fuera creado a partir de situaciones dolorosas; fue creado a pesar de esas situaciones”, ha aclarado ya quien en 2009 cantara “I’m An Animal”, y ahora se convierte en “Man”, power pop en que participa la guitarra de M. Ward (She & Him). Con un mostacho vaquero, la amante de los animales canta la revancha en su video: “Soy un hombre; para eso me criaste. No soy una crisis de identidad; así fue planeado”.
¿Que por qué merece escucharse? Porque la estructura de la mayoría de las canciones se aleja de la estándar, pero no abandona territorio amigable. Porque la catársis de Case es empática. Porque en la era del copy-paste, concretar una obra de arte a partir del duelo merece respeto.
10/Sep/2013
King Khan & The Shrines
Idle No More
Merge Records
2013
La influencia de la India en Canadá se ha manifestado en muchos ámbitos de la vida en ese país; desde la vestimenta, hasta la gastronomía, y la música no es la excepción. Se tiene conocimiento de un sinnúmero de bandas que cuentan entre sus filas a miembros de ascendencia India, tales como Bedouin Soundclash, Sum 41, Billy Talent y King Khan and the Shrines; quienes vuelven tras 5 años de ausencia con el disco Idle No More.
Cuando King Khan formó la banda para colocarla en Berlín a finales de 1999, su intención era llevar a Europa un sonido que incorporara más allá del garage y el punk: la vibra del Mardi Gras. En palabras del propio Khan, la sonoridad del proyecto está influenciada por la música Nueva Orleans, pero para este LP decidió tomar el nombre e inspiración de un movimiento de derechos indígenas en Canadá.
Sin haber perdido su particular sonido, la disonancia y estridencia del grupo se hace presente en “Bite Mi Tongue”, “Better Luck Next Time” y “So Wild”. El disco representa una espiritualidad y sonido producto de un colapso personal, ya que después de una serie de pérdidas personales, Arish Ahmad Khan manifestó que la música gospel fue su inspiración primaria, por su temática de lucha y perseverancia.
King Khan & The Shrines incorpora melódicas influencias del jazz y soul en Idle No More con un efecto “wah wah” que se puede reconocer en “Of Madness I Dream” y “Born To Die”; la banda, de forma sutil, logra impregnar cierta crudeza que por momentos nos puede evocar a grupos como The Hellacopters, The Flaming Sideburns e incluso, ¿por qué no?, The Hives.
La agrupación es conocida, en gran medida, por sus excéntricos y sudorosos shows, transmitidos perfectamente en este último lanzamiento. Con gritos épicos, característicos del soul, que por momentos parecen emular a una leyenda de éste género como James Brown, las vocales nos hacen sentir cada onza del dolor por la que Khan ha pasado. Un disco crudo, real y lleno de alma.
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