Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
8
Matador Records / 2021
La carrera de la cantante estadounidense es todo un efecto mandela; tal vez es culpa de los reconocimientos, o tal vez es culpa de los medios y los comentarios de la crítica; pero es muy difícil creer que Lindsey Jordan tiene solo 22 años y que, hasta hace unos días, apenas contaba con un álbum de estudio.
Snail Mail es un proyecto que creció velozmente: en 2018 la intérprete ya aparecía en el radar por los sencillos “Heat Wave” y “Pristine”; con su debut Lush ya se le consideraba como una de las posibles líderes del bedroom pop. Desde el inicio, el mundo ha creído en esta artista de Maine, puede ser su habilidad con la guitarra o sus letras trágicas y punzantes, pero creo que nadie ha dudado de que Jordan es más que un destello fugaz.
Así que ¿qué haces cuando Paste, Pitchfork y Stereogumponen tu debut en su lista de los mejores discos de la década? Bueno, puedes jugar a la segura como lo hizo The Strokes en Room on Fire, o puedes sacudir un poco las ideas. Con Valentine, la cantante ha decidido ampliar su arsenal y conquistar nuevos terrenos, pero todo desde la comodidad de su safe place.
Prueba de aquello es el tema principal del disco, pues aunque nos da una primera probada de sintetizadores y efectos vocales, pronto regresa a la guitarra lacerante que escuchamos en Lush. Podemos ver esta misma fórmula a lo largo del disco, en temas como “Ben Franklin” y ligeramente en “Madonna”.
Este álbum está lleno de cambios, dudas y dilemas. No es una transición, tampoco es un cambio de era, es más bien ver a la cantante acercarse al mar, mojarse los pies y salir corriendo para volver a la cálida arena. Sin embargo, no es un lanzamiento caótico o que se sienta sin dirección, Snail Mail en todo momento nos deja claro que sabe lo que quiere, pero que lo hará a su propio ritmo, a paso humano.
También, hay que recalcar que Valentine no es un disco en el que Lindsey solo experimenta con sintetizadores. La intérprete prueba su rango en diferentes direcciones y se deja llevar únicamente por sus intereses: “c. et. al.” nos lleva en un viaje íntimo, sin arreglos y con la única compañía de una guitarra acústica; totalmente opuesto, tenemos un poco antes a “Forever (Sailing)” que se aleja por completo de los riffs e incluso alcanzamos a escuchar un estilo cercano al R&B.
Si hay una palabra que pueda definir por completo al segundo lanzamiento de Snail Mail esa es depuración. La cantante se deshace de todos los ingredientes que creíamos que conformaban su proyecto en favor de encontrar el punto clave de su esencia. La estadounidense tira por la ventana instrumentos y arreglos para quedarse únicamente con su voz y su escritura con aires de romance nostálgico y tragedia, los dos elementos que en verdad la definen y que ahora le abren las puertas para moverse libremente en cualquier gama de sonidos.
Valentine no es un disco lleno de canciones memorables, pero es suficientemente sólido para dejar a Lindsey Jordan en terreno estable y cumple con un objetivo mucho más grande. Se aleja de la norma del segundo álbum, en el que la mayoría se busca corregir errores o mostrar algún tipo de madurez para que los comiencen a tomar en serio. Ella en su lugar usó los reflectores para darle un impulso a su ambición de convertirse en algo más que una cantante.
Así que hay que seguir creyendo en la cantante de Maine, pues a pesar de su corta edad, ya creó y le están dando forma a su propio cosmos.