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Heavenly Recordings / 2017
La historia nos sirve, entre muchísimas otras cosas más, para comprobar que cada época tiene un sonido particular. No sólo me refiero a los géneros, a los ambientes, a los discursos sónicos y líricos; también destaco las emociones que acompañan a esa música. No sería lo mismo oír a The Beatles en esta época, o a Radiohead en los 60. Así pues, no fue lo mismo escuchar el aclamado y visionario Loveless de My Bloody Valentine en 1991 que su sucesor MVB (22 años después).
Slowdive es el disco con el que otra de las agrupaciones pioneras del shoegaze y el dreampop regresa a la palestra musical después de 22 años. Este material comprueba la hipótesis anterior y, es una guía perfecta sobre cómo nadar entre los mares de los años para, después, emerger fortalecido.
Para entender este álbum hay que conocer un poco de la evolución del sonido que los propios Slowdive, My Bloody Valentine, Cocteau Twins y, varios más, crearon a finales de los 80 y comienzos de los 90.
Beach House le quitó ese halo de amargura, hartazgo, pesadez y desesperanza que acompañaba al género en los 90. Creó paisajes sonoros sumamente hermosos y melódicos que se pueden escuchar especialmente en Teen Dream (2010); con esta entrega se dio un significado más acorde al dreampop.
Otras bandas como The Pains of Being Pure at Heart revitalizaron el shoegaze y lo hicieron mucho más digerible —sin llegar a hacerlo pop— gracias a riffs melódicos y voces aún más suaves.
Otras agrupaciones como Deerhunter saltaron de trabajos muy experimentales como Turn It Up, Faggot (2005) o Cryptograms (2007) a obras maestras como Halcyon Digest (2010) gracias a la completa inclusión del dream pop y guitarras muy saturadas; pero, sumamente melódicas. Ya en la presente década DIIV, Wild Nothing y Motorama añadieron sonidos “dreampoperos” y “shoegazeros” a su música basada en el post punk.
Bueno, pues lo que parecen decirnos Neil Halstead y compañía con este álbum es que, mientras todo esto pasaba pusieron mucha atención, escucharon a sus “alumnos”, asimilaron todas estas versiones modernas de su sonido clásico y, cuando estuvieron listos, hicieron su propio ensayo sobre esta nueva historia.
Gracias a lo anterior es que tenemos canciones como “Slomo” un space rock que suena a Beach House (sobre todo en su disco Bloom, 2012) o “Star Roving” que suena a las mejores canciones del aclamado —y, arriba mencionado— Halcyon Digest.
Por otro lado, “Sugar for the Pill” y “No Longer Making Time” recurren a guitarras filosas y metálicas (dignas de Explosions in the Sky) como envoltura para una canción sencilla y melódica —muy en el estilo de Motorama— que termina yéndose a los sonidos saturados clásicos del shoegaze.
Pero, no te confundas, Slowdive NO es un collage de sonidos, no es un pastiche de todos los sonidos en que sus propios discos derivaron. Slowdive es un disco que suena a Slowdive. Un Slowdive del 2017, un Slowdive que entendió lo que generó en su tiempo, entendió lo que se creó después de su tiempo —gracias a ellos—, logró conjuntarlo en ocho canciones excelentes, ejecutadas de una manera magistral.
Después de la triste manera en la que la banda se separó en 1995, principalmente por el hartazgo de la industria y debido a problemas con su ex disquera, este nuevo material de estudio nos comprueba que: jamás debieron poner pausa.