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Jake Bugg
Shangri La
Mercury Records
2013
La asunción del riesgo es una característica fundamental de la juventud. Han pasado dos años tras el lanzamiento del álbum debut de Jake Bugg, desde Nottingham hasta las grandes ligas, pero sigue siendo joven. Shangri La es su nueva apuesta, un disco que redimensiona su estilo bajo la guía del multipremiado productor Rick Rubin. El resultado puede o no encantar al público, pero tiene la convicción de que era necesario arriesgar.
Entre el pueblo natal de Jake y Malibú, donde grabó su nuevo disco, hay unos 8 mil 642 kilómetros de distancia y el problema ha sido empatar estos dos escenarios. La imagen con la que Bugg se volvió famoso fue la del cantautor joven que sólo necesitaba su guitarra para contar sus historias, con aires de los maestros del folk, country y rock de antaño, esencia que dista mucho del sol californiano.
La placa se titula Shangri La al igual que el estudio de Rick Rubin; tal fue la influencia del productor en la obra. Las historias del cantante, provenientes desde el otro lado del Atlántico, fueron confeccionadas a la manera en que Rubin comprende la música y ello involucra que es considerado como el productor musical más influyente en los últimos 20 años. La apuesta es susceptible a críticas, pero la combinación no resulta despreciable per se.
El disco, de no más de 45 minutos, distingue dos vertientes en sus canciones: veloces ritmos de rock y suaves baladas. En el primer tipo, temas como “Slumville Sunrise”, “What Doesn’t Kill You” y “Kingpin” presentan a Bugg ya acompañado por distorsiones y cantando mucho más rápido de lo que nuestro oído había probado. Éstas pasan muy rápido, tienen mucha fuerza y luego cortan de golpe. Del otro lado, baladas como “Me and You”, “Pine Trees” y “A Song About Love” recuerdan en mayor medida su primer disco por el uso de instrumentos acústicos, pero también lo revelan extrañamente sentimental.
De Shangri La también llama la atención la importancia que Rubin le dio a la instrumentación. Los arreglos son notablemente más elaborados y dan pie a que Bugg luzca como guitarrista; sin embargo, llega a un punto en que distrae la atención de las historias que cuenta el artista y que además se alzaban como uno de sus principales atractivos.
Jake Bugg encontró en el estudio Shangri La un paraíso terrenal que le permitió hacer bocetos sobre su sonido, asumiendo las consecuencias de trabajar con Rick Rubin. Shangri La no suena a su primera producción, pero como joven, apostó y arriesgó sin que esto haya resultado en algo malo.