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Hace casi cuatro años que el mesías electrónico no nos deleitaba con su excentricidad. My God Is Blue es el cuarto álbum del artista francés, quien representó a su país en el Festival de Eurovisión en el 2008 con la canción "Divine",quedando en el lugar no. 18 y dejando a toda la audiencia perpleja con ese estilo tan peculiar que lo caracteriza y que no permite saber a ciencia cierta si el parisino nos está tomando el pelo a todos o, simplemente, no le gusta tomarse muy en serio la vida y mucho menos, su persona.
El álbum, que salió a la venta el pasado mes de abril bajo el sello Record Makers, tiene un toque sereno y posee un sonido electrónico atemporal gracias al uso de coros, piano y una batería lenta y cadenciosa que veces nos pone a bailar como en la magnífica "Cochon Ville" y a veces nos eleva a otro estado de conciencia como en "Pepito Blue", en la que esos coros evocan la música de iglesia ofreciendo una composición artística delicada y hermosa.
A pesar de haber recibido algunas críticas por no ser un álbum tan bueno como Sexuality (2008) -en el que participó como productor Guy-Manuel de Homem-Christo (miembro de Daft Punk),- My God Is Blue mantiene esa originalidad, genialidad y esas ganas de Tellier de demostrar que no tiene miedo de explorar y combinar sonidos que a otros artistas tal vez les parezcan impensables. El disco fluye tranquilamente y de una forma casi teatral llevándonos por todo tipo de atmósferas: desde las más sublimes en rolas como "Mayday" y "My Poseidon", hasta las más épicas, como "Russian Atractions". Desafortunadamente no todo el disco es una joya, hay un par de canciones que rayan un poco en lo repetitivo y resultan aburridas y quizás hasta cursis, como "Against The Law" y "Yes, It's Possible". Pero en general, Tellier sigue sonando travieso, atrevido, sensual y romántico y bien vale la pena tomarse el tiempo de escucharlo, ya que es uno de esos discos que mientras más lo escuchas, menos te aburre y en cada escuchada le vas descubriendo cosas nuevas.