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Dead Oceans / 2016
30/Ago/2016
¿Qué es la perfección? ¿Qué características le dan a un objeto la calificación de perfecto en una determinada categoría? Estas son algunas de las preguntas sobre las que ha reflexionado la filosofía a lo largo de la historia. Las respuestas son muchas según la época y según el intelectual; sin embargo, la respuesta no está tan solo en la opinión de los filósofos y genios del pasado, múltiples músicos a lo largo de la historia nos han demostrado lo que es la perfección, solo hay que pensar en un Nevermind de Nirvana, The Dark Side of the Moon de Pink Floyd o Abbey Road de los Beatles para darse cuenta de que la música tiene su propia versión de la perfección, concepto del que encontramos otra acepción en Golden Sings That Have Been Sung, el más reciente álbum de Ryley Walker.
Golden Sings That Have Been Sung muestra un claro avance de Walker desde sus dos LPs pasados, Primrose Green y All Kinds Of You. Al igual que el título del material, el disco tiene una esencia retro y nostálgica con un sonido claramente influenciado por el folk rock de los 60 combinado con tintes de jazz y blues. Se percibe la influencia de artistas legendarios como Tracy Chapman, Cat Stevens, Bob Dylan y John Fahey; además de cierta similitud con Jack Rose, Steve Gunn, William Tyler y Jonathan Wilson.
Esta nueva placa destaca por su simpleza: en ninguno de sus cortes abusa de los instrumentos, son notas simples y letras sencillas, pegajosas y, en ocasiones, repetitivas. Todo inicia con “The Halfwit in Me”, una canción con un comienzo calmado en guitarra donde poco a poco empiezan a entrar otros instrumentos, sumiéndote en un estado profundo de relajación y concentración.
Después continúa con “A Choir Apart”, "Funny Thing She Said” y “Sullen Mind”, pistas que combinan jazz y folk. Destaca “Funny Thing She Said”, rola que despierta en la imaginación esa escena en blanco y negro, en el bar con un vaso de whisky mientras reflexionas acerca de ese desamor que acabas de sufrir recientemente.
Posteriormente llegan “I Will Ask You Twice” y “The Roundabot”, los tracks más más alegres, melodiosos y pacíficos; con unos coros pegajosos con los que terminarás cantando “[…] And will you marry me baby? I will ask you twice” y “You can find me in the roudabot”, respectivamente.
Finalmente, el material concluye con “The Great and Undecided”, pista con la característica melancolía y tonos tristes que acompañan al blues; y “Age Old Tale”, el cierre perfecto, con un intro que suena a golpes de lo que parece ser un martillo, evocando imágenes de campos en las mentes de las personas, paisaje característico del folk para continuar con sonidos del blues y jazz, como una compilación de los géneros que integran esta composición.
En conclusión, Ryley Walker demuestra, más que nunca, sus raíces musicales y, aunque aún le falta mucho por alcanzar a las leyendas que iniciaron este género, se nota la evolución que ha tenido con el paso de los años y sus habilidades de composición. El artista norteamericano ejemplifica que un buen material no necesariamente está lleno de notas y melodías complicados y, que la perfección de ciertos discos, radica en la simpleza de sus notas y el sentimiento que le imprime el artista.
8
Jagjaguwar / 2016
29/Ago/2016
El viaje hacia el autodescubrimiento es una friega. Los músicos lo saben; los poetas lo saben; tu vecina, el señor que vende el periódico y tu jefe lo saben. Grandes discos se han compuesto en torno a esa misma realización, sobre el dolor exquisito, la falta de disposición y la renuencia a seguir adelante pese a no acabar convirtiéndote en quién querías ser. El tercer álbum de Angel Olsen, My Woman, podría ser una guía paso a paso del tortuoso proceso, pero no se dejen engañar por el título exclusivo, todos estamos invitados a formar parte del viaje y a sentir las vicisitudes furiosas de la cantautora como si fuésemos ella.
“Still got to wake up and be someone” es uno de los mantras que forman parte de “Intern”, el tema que abre el disco. Si la curiosidad y la confusión prevalecían en su volátil obra anterior, Burn Your Fire For No Witness, aquí acepta con resignación/seguridad quién es, a lo que se enfrentará y lo que perderá en el camino. En medio de los anhelos directos y con una sensación de derrota de “Shut Up and Kiss Me”, el choque en cámara lenta de un desamor de “Not Gonna Kill You” y el último y gentil adiós en “Pops”, Olsen va por cada parada del enamoramiento y el trágico final con una honestidad que ya casi no se escucha hoy en día. Como si los garabatos enojados y las citas escritas apresuradamente en un diario cobraran vida y quemaran el cuaderno donde fueron anotadas.
Claro que, muchos de sus contemporáneos han abordado los mismos temas y puede leerse como algo sin novedad. Es en la cuestión de cómo manejar el canal sonoro en donde un artista hace la diferencia. En el caso de Olsen, ella toma remiendos de las armonías clásicas de los Everly Brothers, los lamentos vocales de Stevie Nicks, las taciturnas ochentenas de Kate Bush y la agresividad impredecible de PJ Harvey. Es una mezcolanza que, al igual que su colega y amigo Mac DeMarco, toma elementos ya conocidos por su eficacia y estética y los hace propios, todo para darle un propósito musicalmente justificado a cada tema.
A todo esto, ¿quién es “mi mujer” de la que habla el disco? ¿Acaso algún ser querido con dedicatoria? ¿Una idealización de Olsen para que alguien la reclame como suya? La pieza central del disco, “Sister”, lo explica muy bien… y a la vez no. “She came together like a dream/but I didn’t know I had” entona con esa voz que suena a k.d. lang arrastrándose después de alguna pelea severa. ¿Será su hermana? ¿Alguna persona de ambigua procedencia? ¿Eres tú, hombre o mujer? Olsen está feliz/asustada/asombrada de que haya alguien del otro lado del espectro, ya sea deseándola o escuchándola. Y por eso quiere que su diario y su corazón, ambos llamados My Woman, sean tuyos para tu propio viaje de autodescubrimiento.
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