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Sargent House / 2019
Precisión, constancia y altos decibeles es una marca de Russian Circles. El trío con orígenes en Chicago se ha encargado de crear por más de una década uno de los proyectos más ambiciosos de la actualidad. Con sonidos y matices que siempre suben de nivel, Mike Sullivan, Dave Turncrantz y Brian Cook castigan al escucha queriendo explotar los tímpanos. Pasando desde el post rock hasta riffs de metal, la banda tiene solo una concierna: que escuches al máximo volumen su música. Abajo no sabe igual, eso es un hecho.
Lo más destacado del proyecto es que, a comparación de sus semejantes del género que hacen pistas que siempre terminan durando arriba de los 10 minutos, no siguen esa vereda y en ocasiones, hasta tres minutos les es suficiente para demostrar la increíble técnica musical que recorre sus dedos y mente. Blood Year es la séptima prueba de Russian Circles. Conservando siempre la esencia pantanosa de la agrupación, pero también donde se atreven, como en cada material, a descubrir de qué más pueden ser capaces.
Con calma y mucha paz, Russian Circles da la bienvenida y te aclimata con “Hunter Moon”. Guitarras suaves y repletas de melancolía que son la premonición de la tempestad. Y como lo habían predispuesto, “Arluck” llega con una feroz batería y un bajo sobresaliente de Brian Cook. Riffs poderosos y un martillo que pega con fuerza en la cabeza. No sabría con certeza qué instrumento suena mejor en este segundo tema. El trío de Chicago no se anda con medias tintas.
Ya preparados y con un brutal primer y segundo paso, Russian Circles nos adentra en su mundo de progresiones y estructuras bruscas. La magia de los tríos es que te sorprenden hasta hacerte vibrar los huesos o terminan careciendo. Podríamos hacer una lista de los que merecen una ovación de pie, pero también una antítesis de aquellos que, aunque lo intentan de manera incesante, no terminan por amarrar su sonido y necesitan de un cuarto miembro para una segunda guitarra. O de sintetizadores para crear atmósferas que llenen huecos auditivos. El trío formado en Illinois claramente pertenece a la primera, y están en los peldaños de primer sitio.
Lo que más se agradece de la banda, es que toman sus producciones como el conjunto de un todo. Con sonidos que se mueven como una marea, Russian Circles arroja LPs que cuentan una historia. De manera casi cinematográfica, los prolíficos músicos van hilando y conectando. No necesitan letras y la música habla por sí sola. “Milano” es el ejemplo perfecto, si ya nos habíamos emocionado y sentido atraídos por su predecesora, esta lleva la música a un siguiente nivel. Ya no son aquellos rasgueos pesados sabbathinos, aunque sigue produciendo cólera y podríamos decir que está más arriba musicalmente. La suavidad y la técnica es un punto más notorio. El grupo te atrapa y no te suelta. Somos de ellos.
“Kohokia” es la mitad del viaje. Uno de 39 minutos que sería algo impensable para otra banda del género, a Russian Circles le basta, y se aplaude, pues se olvidan de aquellos trámites engorrosos que en ocasiones solo sirven de relleno. Con ritmos más expansivos y todo mucho más suelto, la cuarta pista es la más psicodélica del catálogo. Un momento de introspección y sensaciones fuertes que sirven como el clímax de Blood Year.
“Ghost on High” es un aterrizaje forzoso, otro hermoso momento de inmersión que parece otro prólogo y que funciona como una conexión para “Sinaia” y el casi desenlace que se aproxima. Esta última podríamos catalogarla como lo más fiel y clásico de post rock. La sincronización y la conexión entre los tres integrantes se ve reflejado en este tema. Son terrenos conocidos que ya saben manejar a la perfección. Siempre con nuevos aditamentos y arreglos que denotan la pulida técnica que Russian Circles ha trabajado por alrededor de 15 años.
La banda deja lo mejor para el final. “Quartered” es la clara muestra de todo lo que está bien en Russian Circles. A lado de “Milano”, esta es de lo mejor de su catálogo y de Blood Year. Un zumbido metálico y tambores golpeados sin piedad. Sonidos poderosos e impactantes que hablan de una banda que todavía tiene mucho que decir. La producción es impecable y todo fluye, es un disco el cual sorprende y esperas que así sea. Un material franco que intensifica la unión del trío y que vuelve a detonar su rienda creativa. Se dijo y se repite, el disco suena mucho mejor en un volumen alto.