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City Slang / 2018
Roosevelt sería hoy por hoy, algo así como el artista mainstream más indie. Y lo digo porque con su álbum debut de 2016, se convirtió en una revelación en las plataformas de internet, consiguiendo millones de reproducciones y muchos adeptos incluso en Latinoamérica. Sin embargo, sigue manteniendo ese bajo perfil a pesar que el proyecto de Marius Lauber (el sujeto detrás de este nombre), igual fue requerido en cientos de festivales tanto de la índole indie-alternativa como de la electrónica-dance. Y es que no hay que ir más allá para describir o analizar su estilo; Roosevelt tiene fuertes conexiones con esa oleada que actualmente abunda en la escena de México y Latinoamérica, ese chillwave, synthwave (otros dicen que hasta vaporwave) pero que no es más que indie-dance donde predomina fuertemente la electrónica pasado por un filtro retro. La ventaja es que Lauber suma a esta combinación el toque sofisticado europeo influenciado sin duda por el eurodance, la música disco mediterránea y el balearic beat, de una forma casi intangible, pero que le da en el todo, un toco bastante distintivo.
Y no es todo, porque también quedó claro desde su autotitulado debut, que el joven tiene un tino y un don para hacer hits, que al menos en este género es primordial. En su corta carrera ya ha cosechado un puñado, cada uno parecido pero a la vez con diferente enfoque y esto hizo que las expectativas crecieran para lo que sería su nuevo trabajo de estudio, el cual no ha demorado demasiado en dar a luz. Así que hacia Young Romance sorprende que Roosevelt vaya a lo suyo, sin prisa; continuando en una disquera local de Alemania (City Slang) y sin irse de lleno hacia los hits que prácticamente le den el reconocimiento mundial. Cierto que por momentos en la apertura con "Take Me Back" con las voces procesadas y la secuencia brillante ascendente parece que apuntala hacia el estrellato, así como el estribillo de "Under The Sun" perfora con una linea electrónica que si se le va la mano se estaría metiendo al EDM, por suerte Lauber sabe cómo hacer contrapeso de manera sutil metiendo sus guitarras funk sedosas, las baterías difuminadas y ese ambiente con temperatura cálida que van más por hacer la estampa de una tarde a gusto en la playa, que de un festival con miles de personas bebiendo y bailando sin control.
Fuera de lo anterior, el chico sigue sabiendo dónde está su marca y también la revalúa, da su mejor pop llevado a la pista de baile en uno de los singles llamado "Shadows". Le inyecta una explosión de color y efectos en la artificiosa (dicho de buena manera) "Illusions". O en el extremo final se pone muy retro y experimental con los efectos al ritmo en "Getaway". Y como ya lo había mencionado, el recorrido es dentro de estos perímetros porque difícilmente se sale del guión, pero sabe bien qué hacer en cada canción, sabe decantarse bien si hay que hacer un tema enteramente para la pista de baile como "Yr Love", marcando la sincopa con un golpe de madera que le da un toque hasta caribeño, o yendo de menos a más en "Losing Touch", pero terminando en una imagen panorámica en comparación a su comienzo.
Donde se queda un poco perdido y no se le oye con la misma habilidad es cuando baja un tanto la velocidad, "Pangea" tarda mucho en despertar y donde se recupera es al final, que lo ve regresando a su ritmo habitual. Y al parecer Roosevelt lo sabe, tanto que para irse de nuevo hacia estos lares reposados y más "sublimados" del chillwave, se acompaña de Washed Out en "Forgive". Irónicamente, cuando frena en totalidad y se queda bajo el calor del sol, hay nuevos efectos que se aprecian en "Better Days", quedando entre lo terrenal y la fantasía, calmada de tanto ánimo, con un solemne toque de acordes que se diluyen lentamente en el ambiente etéreo.
Sin duda se trata de un crecimiento en el que Marius Lauber aún no se decide a dar el salto ni de fama ni calidad, quizá la decisión más correcta ya que podría ser perjudicial irse de lleno al mercado mainstream y quizá no ser la sensación esperada, vamos, que el chico sabe hacer más que pararse detrás de una tornamesa a apretar botones, por lo que el crecimiento gradual y palpable se agradece; de nuevo haciendo hits de bajo perfil para el verano, para la juventud enamorada, pero que desde aquí, se puede decir que tienen una vigencia muy larga.
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Invada Records / 2018
17/Oct/2018
Beak> es un proyecto bastante complejo, pero al mismo tiempo con una simplicidad que raya en lo audaz. En ocasiones no sabemos si se burlan de nosotros o si son unos verdaderos fuera de serie. El trío nacido en Bristol está compuesto por Geoff Barrow, genio detrás del sonido de Portishead y dueño de Invada Records, Billy Fuller y Will Young. Para darnos una idea de lo que es Beak> y su extraña manera de trabajar, su primer álbum lo grabaron en una sola toma. Sin cortes ni ajustes maquiavélicos en el estudio. Sin sobre posición de arreglos ni miles de masters en ejecución. Como si se tratará de una película Serie B de muy bajo presupuesto.
El sonido de la banda es único y refrescante, pues se han encargado de destrozar géneros musicales para absorber lo mejor de cada uno. Con sintetizadores pesados, guiños al krautrock, psicodelia sombría, fríos momentos pop y una clara obsesión por los soundtracks de los 80 y la ciencia ficción, Beak> ha construido un universo multiconvergente donde todo puede pasar, y donde nada resulta ser predecible.
Ahora, después de seis años del lanzamiento de >>, Beak> sigue con su monótona cuenta para nombrar a sus LPs y presenta su tercer material de larga duración: >>>. La música en esta ocasión fue más compacta y el trío rompió varios paradigmas que en sus anteriores entregas habían descuidado, o cuidado, sea cuál sea el caso. En primer lugar ahora proyectan más arreglos en las cuerdas, siguen con esos ritmos análogos en el sintetizador pero su sonido suena más ecualizado, con una composición superior y una producción mucho más respetada. En segundo lugar parece que saltaron de ese fondo de b sides y rarities para darle a la banda una proyección más clara. Y no es que hayan perdido su esencia, al contrario, encontraron una forma para elevarla un poco más. Destilando sus influencias para hacer de este nueva etapa algo totalmente distinto.
“The Brazilian” es un implacable primer paso y excelente tema abridor, la guitarra lleva directamente a un gruñido progresivo, además el sintetizador es un aullido en forma de ola espacial que te recuerda a Yes, subiendo y bajando el volumen cuando se merece, un muy buen primer acierto. En segunda instancia llega el single debut: “Brean Down”. Con una lírica más profunda escuchamos cantar a Barrow, “You don’t like our music ‘cause it ain’t up on the radio”, repudiando contra esa manera comercial en cómo se consume música en nuestros días y los éxitos pasajeros que suelen llenar nuestros oídos mensualmente. Se destaca que Beak> siempre vuelva a su “usual” yo, pero nunca se conforme.
Bajando nuevamente los controles llega “Birthday Suit”, un hipnótico tema que arranca con un sintetizador trip hop ralentizado y una voz con eco en el espacio. Uno de los mejores temas de >>>. Y con apenas tres canciones en la mente, me percató que Beak> lo volvió a hacer con maestría: estoy completamente inmerso en su música y en su mundo. “Harvester” es una melancólica melodía, los sintetizadores son dejados atrás por primera vez y un arpegio oriental en las cuerdas acompaña todo el tema. Es uno de esas canciones que se alejan completamente del alien que es Beak>, pero que de alguna manera se agradece que su libreto no sea un trámite engorroso, que pueden improvisar y jugar con su creación cuando así les plazca.
Y así como nos expulsaron del alienígena y minimalista concepto, con “Allé Sauvage” nos vuelven a inducir por completo y sin previo aviso. La composición de siete minutos se toma su tiempo, presenta un concepto completo con previo, clímax y desenlace. Un viaje con ralladuras techno que si bien no pertenece a ningún soundtrack de alguna película vintage de espías o a una obra de giallo italiano de Argento, debería de hacerlo. Con “Teisco” como conexión de ficción terrorífica, la trama vuelve a girar la tuerca y llega “King of the Castle”. Un arreglo en las teclas que parece fue inspirado en un videojuego retro, Beak> se arriesga a integrar una guitarra muy garage y una voz más profunda y explosiva. Todo cambia de manera perfecta en el trío, su ser tiene incontables mutaciones dignas de ovación.
La pantanosa y espeluznante “Abbots Leigh” presagia el final. La canción de seis minutos se aproxima mucho a lo que el proyecto propuso en >>, trayendo de nueva cuenta raras conexiones entre sonidos de ultratumba y vertientes lodosas lo fi. Con una propuesta totalmente instrumental, Beak> da una vuelta y realiza un flashback a sus orígenes. Y como todo filme tiene su desenlace, “When We Fall” viene para culminar el tercer extracto cinematográfico del trío de Bristol. Nuevamente como en “Harvester”, la guitarra tiene un gran peso. Y aunque es una excelente pieza que puede ser encapsulada en el folk, resulta increíble que sea la más floja de un álbum casi perfecto.
Beak> es un despreocupado creador que no le interesa encasillarse en corrientes musicales. Con arreglos trippy y la conexión de diversos sonidos, sus temas muchas veces resultan ser conexiones interplanetarias más que singles que se manejan de manera autónoma. Su amor por la estética y la cultura retro ha convertido a sus discos de larga duración en fantásticos soundtracks de su propio universo cinematográfico. El trío de Bristol maneja su mundo a la perfección, pero al mismo tiempo parece que no planean nada. Que sueltan a la bestia y graban los resultados sin ser etéreos o tratando de mantener una obsesión de “autenticidad”. >>> es frío, raro y distópico. Simplemente es Beak>.
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