Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
9
Rubyworks Records / 2019
El origen de nuestra existencia como especie sigue teniendo ciertos enigmas que incitan tanto a curiosos como a expertos a resolver esas interrogantes que siguen al aire, para así seguir construyendo la cronología de nuestro propio génesis. Es evidente que en la música hay presencia de la exploración de este tema, que consciente o inconscientemente nos conduce a comprender desde adentro los elementos de una cultura, a empaparnos de tradiciones y costumbres que desembocan en estilos de vida propios de sus protagonistas.
Pero, ¿Qué ocurre desde la trinchera del autor de todos estos elementos? ¿cuáles son sus pretensiones, sus canales, su visión a futuro de lo que ha creado? ¿Cómo es que este componente de cierta cultura canaliza su origen, y de que manera piensa conducir su proceso de evolución musical?
¿Hasta que punto resulta perjudicial retroceder al origen de tu obra para lograr reinventarlo a futuro? A simple vista resultaría irónico pensar que para evolucionar hay que echar mano del pasado. Sin embargo, esta hipótesis no resultó valida para Rodrigo y Gabriela, el dúo mexicano de rock acústico que desde hace tiempo ya demostró que se puede ser profeta en tierra propia y ajena. Han roto el silencio de cinco años en el que estaban inmiscuidos para regresar por la puerta grande con Mettavolution, un ambicioso trabajo que confabula las primeras influencias de Rodrigo Sánchez y Gabriela Quintero, manipulándolas de una forma inteligente sin temerle al riesgo.
Siete tracks son los conforman un álbum que intenta justificar el origen de un proyecto que ha sido aclamado en Europa, Centro y Sudamérica por igual. Desde Pink Floyd, pasando por riffs tipo Black Sabbath, sin olvidar esos tintes de guitarra flamenca estridente característicos en la propuesta de la pareja capitalina.
El estruendo de poder proyectado a través de “Mettavolution” como introducción al álbum del mismo nombre resulta ser el gancho efectivo hacia un producto completamente distinto a maquetas anteriores del dúo mexicano, donde se palpa una clara referencia al hard rock, la introducción de una tercer guitarra –esta vez eléctrica– con tintes de la “Nueva canción latinoamericana”.
Cual si fuera una estructura a la post rock los niveles juegan con el tiempo y crean intervalos de verdadera magia en los acordes. ¿Te imaginarias a Chamín Correa, David Gilmour, Alejandro Marcovich y al Trío Los Morales mezclando estilos en una sola canción? Posiblemente el encuentro de esos mundos se ha dado aquí. Genial manifestación.
No cabe duda que esta placa de Rodrigo y Gabriela mantendrá entretenidos a sus seguidores mas adeptos al momento de ubicar las referencias histórico-musicales que sus autores han plasmado en cada canción, partiendo de sus más arraigadas influencias a momentos clave en sus discos anteriores. Tal es el caso de “Terracentric”, un pequeño viaje redondo hacia el álbum homónimo que tenia como estandarte esas guitarras flamencas que dieron tanto de que hablar en aquel lejano 2006.
Mientras tanto, en “Cumbé” la sicodelia que acompaña al requinto permite adentrarse hacia la atmósfera proto-progresiva en la que pretende adentrarnos la pareja de guitarristas, y a su vez encuentra un minúsculo nicho en adornados juegos con el sintetizador, popularizados por la chicha por grupos como Los Mirlos de Perú en la década de los 60 junto con el aporte de los rockeros británicos a nuestro continente.
Se genera un paréntesis en “Electric Soul”, pareciera ser un atardecer para el álbum en cuestión, pero que en el segundo cuarto del track se transforma para sorprendernos de manera solemne, algo parecido a lo que expresaba Enrique “El perro” Bermúdez cuando decía en tono grave “¡Arriba imperio!”.
Posteriormente el oído expectante se encuentra con las engañosas “Krotona Days” y “Witness Tree”, que parecieran entrar en algo que ya les habíamos escuchado antes, que en consecuencia se convertiría en desesperación para el escucha, al no atreverse a dar el salto de fe como las pistas antecesoras. En este punto no hay riesgos y se podrían fácilmente escuchar estos temas en cualquier otro trabajo de la banda que tuviera cabida para ellas. No se confunda el regreso a los orígenes con un recuerdo del estilo que los caracteriza. No todo es perfección en Mettavoluttion.
Sin embargo, al final del disco nos encontramos con un intenso gancho al hígado que manda a hacerle erase a los tropiezos anteriores y la propuesta resurge de entre las cenizas para regalarnos 18 minutos con 57 segundos llamados “Echoes”. Si recuerdas la conjunción entre estilos acústicos y eléctricos en “Mettavolution” te darás cuenta que ésta tiene una especie de lado B que compensa la velocidad con el virtuosismo, pasividad que se disfruta, relajación, remedio para el insomnio… el regreso a Pompeii en alfombra mágica envuelto en bandera tricolor.
Bajándonos del crucero de la introspección concluimos que Mettavolution no rasga en la perfección, pero si pinta en el virtuosismo apoyado por la ambición de dos chicos que han dejado visualizar una parte clave dentro de su exitosa carrera para así aplicar un rotundo back to basics. Este álbum no es perfecto porque de plano la vida no se puede vivir perfecta. Sino, si lo seria. O tu ¿Qué opinas?