8
Cooking Vinyl / 2016
02/Jun/2016
La estrecha relación de amor/odio por parte de la crítica y los fans ha tenido gran presencia en los últimos meses, ya que ha sido un año lleno de regresos musicales inesperados. Uno de los principales problemas de sacar a la venta un nuevo disco teniendo una amplia y reconocida trayectoria musical es el temor a saber si las expectativas del público – que se vuelven más exigentes con el paso de los años – podrán ser cumplidas. Muchas veces, la sombra de trabajos anteriores y el rechazo a los cambios, pueden hacer que un gran álbum pase desapercibido.
Luego de seis años de ausencia, Richard Ashcroft se encuentra de vuelta con These People, grabado en su totalidad desde el sótano de su casa, tratando de encontrar sonidos nuevos y experimentales. En esta placa nos habla de la guerra, la violencia que se vive cada día y de otras cuestiones sentimentales.
El LP nos da la bienvenida con las guitarras acústicas y toques electrónicos de “Out Of My Body” para luego meternos de lleno a la historia de una relación dañina, misma que Ashcroft compara con una droga -“She went down straight through my veins”-, relatada en “This is How It Feels”.
Probablemente una de las canciones más importantes del álbum es “Hold On”, ya que aborda los acontecimientos de la Primavera Árabe: gases lacrimógenos y cómo mantenerse de pie ante la adversidad. La negación al cambio ante la presión social se ve reflejada en los temas “These People” y “They Don't Own Me”, acompañada por riffs muy característicos del brit rock en la guitarra. Por otro lado, también se toca la muerte de un amigo cercano a Ashcroft en “Black Lines”, un balada nostálgica que ha sido comparada con “The Drugs Don't Work” de The Verve -anterior banda del cantautor-. “Songs of Experience” es la encargada de de dar cierre con coros y percusiones energéticas, dejando así un buen sabor de boca que compensa la larga espera musical.
Con These People, Richard Ashcroft se une triunfante a la lista de regresos exitosos de 2016, demostrándonos que, a pesar de las críticas negativas o comparaciones con antiguos proyectos, aún queda demasiado por delante para este compositor británico.
7
Sub Pop / 2016
01/Jun/2016
La idea de un grupo conceptual no es nada innovadora o contundente para 2016. A estas alturas parecería que lo hemos visto todo, desde los monjes siniestros que predican drone metal de Sunn O))) hasta… Bueno, Moderatto. Sin embargo, son pocos los actos de este tipo que llevan en cuerpo y alma la seriedad de la propuesta, y Arbor Labor Union es uno de ellos. Bienvenidos a este bosque radiante llamado I Hear You.
Después de ver la extensa y bastante original historia detrás de su gestación en el sitio web de Sub Pop, su disquera, uno incluso puede adentrarse con más animosidad a su estilo de haikus forestales, cánticos lacónicos y vibra relajada. Musicalmente le deben mucho a Pixies, Pavement y Parquet Courts, con texturas lo-fi, riffs repetitivos y psicodélicos y mucha desfachatez en la voz de su líder, Bo Orr -o, como se denomina en su biografía, Capitán Bo Orr: Chamán y Juglar de la Nave IHU/ Gurú Sin Cabeza-. Entre referencias espaciales y náuticas y mapas detallados del universo que crearon, ya se darán una idea de qué tan lejos lleva el juego.
A diferencia de los grupos anteriormente mencionados y sus tendencias existencialistas/dramáticas, este cuarteto de Georgia tiene una predilección por cantar y tocar dedicando sus piezas al placer de cantar y tocar. “Mr. Birdsong” nos presenta a un personaje con rasgos plumíferos que propaga paz y música a través de los bosques, las montañas y los riachuelos. La mitología sigue con los mismos trayectos sobre “Radiant Mountain Road” y “Volume Peaks”, siendo esta la pieza central del disco con sus ataques a los amplificadores, baterías insistentes y versos en espiral.
Arbor Labor Union es una paradoja intrigante de tranquilidad lírica con fuertes brotes de post-punk que invita al escucha a pasearse entre los árboles y brincar sin pudor. Imagínense a una banda como Ought, pero sin la paranoia o el cinismo. Son como el sueño de cualquier seguidor de Jethro Tull o alguna otra banda folk-campestre de los setenta que quiso seguir embobada en la magia y las metáforas musicales, aunque en lugar de flautas, banjos y armonía, hay distorsión y frenesí.
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