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Flemish Eye, Jagjaguwar / 2018
Si quieren saber la verdad Thomas Hobbes no es el autor de la cita “El hombre es un lobo para el hombre”. Pertenece al comediógrafo Plauto, el filósofo inglés Hobbes la usó en su libro Leviatán. Eso es verdad, pero no sé si el hombre es malo por naturaleza o si está en constante lucha contra la otredad. Tampoco tengo idea de si es como decía el filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau que los seres humanos nacemos buenos y libres, pero el mundo nos corrompe. ¿Les digo algo? Quién sabe si alguien lo sepa. De verdad que lo ignoro. Pero hay un margen de pensamiento amplio que en los mejores casos genera artefactos culturales como el nuevo álbum de Preoccupations, New Material.
Los antes llamados Viet Cong –que por presiones mediáticas y de un sector conservador de la sociedad cambiaron su nombre– pertenecen a la corriente que piensa que el hombre tiene por naturaleza la destrucción. “Estamos jodidos, pero le encontramos comodidad al hecho de que estamos jodidos y tenemos que lidiar con eso. Me gusta escuchar música oscura cuando me siento oscuro”, ha dicho el vocalista y bajista de la banda canadiense, Matthew Flegel. Suena como un tipo bastante oscuro.
Y las letras de este Nuevo Material son en ese mismo tono. “Aquí es donde nos descomponemos, a través de ríos de radiación, para bien o para mal estamos malditos”, canta en “Decompose”. Si existe algo que le da un poco de brillo al tema es una nota musical que probablemente nace del sintetizador de Scott Munro, si quieren saber algo el sonido de esta banda es lo más parecido a Joy Division que alguna vez hayan escuchado. En serio, esa atmósfera tan lúgubre, esa pesadez en su sonido, la textura de los instrumentos, la ansiedad que siente en cada canción, las guitarras cortantes, furiosas y filosas me recuerdan mucho a Joy Division. Qué parecido con los británicos que lideró Ian Curtis hace casi cuarenta años. Pero eso no es malo, en absoluto es malo. La música de Preoccupations se siente auténtica y honesta, como un manifiesto de nuestros tiempos.
Y mientras Curtis narraba un estado emocional, Flegel describe la forma en qué mira al mundo. “Es nuestra naturaleza pelear con el otro y hacernos cosas malas entre nosotros”, insiste el pesimista ultramoderno que en “Disarray” lanza un dardo nihilista: “deteniéndote a la prueba del tiempo, es fácil ver por qué todo lo que te han dicho es mentira, eliminado de las habitaciones vacías, desorden, desorden, desorden (…) circunstancias de la magnitud más débil, a través de la trepidación traumática en la búsqueda”. Vaya pesimismo en el tema menos oscuro, de verdad que es el menos oscuro del álbum compuesto por ocho temas. Me siento resignado después de escuchar esta canción.
“Antidoto es un tema sobre humanos olvidando que somos simios, es acerca del intento de darle sentido a algo que es mejor no dárselo, es de tener conocimiento infinito en nuestros pulgares y aun así tomar malas decisiones una y otra vez. Es intentar buscar un momento en tu día en donde puedas tomar un respiro y recordar que básicamente somos animales dando vueltas”, escribió la banda en su cuenta de Facebook. Y la letra es igual de pesimista, no podría decir que realista, por qué quién sabe si tiene razón: “intentando desenredar el mapa, todo se desliza a través de tus manos temblorosas, si lo pedimos o no, vivir es sufrir una y otra vez”. La canción es potente, se mueve impulsada por el constante bajo, la batería de Mike Wallace que tiene un sonido particular, similar a si estuviera siendo golpeada a lo lejos, y muy en el fondo, como la luz del metro que se ve el final del túnel, un sintetizador lanza un sonido cristalino.
Si me preguntan qué cambió del álbum anterior a este podría decirles que incluyeron más un sentir que refleja un estado de ánimo o un pensamiento, una oscuridad que no necesariamente se relaciona con la tristeza, sino que veo más encaminada a un nihilismo del mundo, a una forma de percibirlo.
Musicalmente siguen tocando post punk, quizá con más texturas, con más matices, con más profundidad en el sonido y con un poco más de trabajo en la parte eléctrica como en el último tema, un instrumenta cuasi tétrico “Compliance” en donde el synth y la guitarra (Daniel Christiansen) provocan una ola inmensa que suena como el fin del mundo, estoy seguro que así se va a escuchar el fin del mundo, junto con los mazazos de la batería azotando sobre la tierra en medio de un caos devastador. A lo mejor no tan devastador pero sí lo suficientemente fuerte como para acabar con el mundo.
La portada del álbum es igual de pesimista, si la ven rápidamente sentirán que es atractiva por la composición de las figuras geométricas que permiten que se vean todas, pero con calma notarán que produce o al menos a mí me produjo esa idea del pesimismo. Refleja un vacío decadente, un vacío en el que solo hay tres plantas secas, las paredes con las manchas en escala de grises parece que producen descomposición a su alrededor, no es que estén decadencia por maltrato o abandono, sino como si quien entrara ahí se corrompiera, se pudriera. Hay mucha diferencia con la portada de los ingleses Editors quienes en la portada de su debut The Back Room presentó una construcción con punto de fuga en blanco y negro y cuyas emociones no son oscuras, sino que se desarrollan más dentro del misterio y del enigma.
Si quieren saber la verdad no me gustó tanto al principio New Material, pero después… después me gustó mucho.