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Domino Records / 2018
No es extraño que muchos músicos durante su carrera profesional desarrollen un verdadero alter ego, una personalidad concebida solo para los reflectores y las entrevistas, que incluso llega a distar bastante de su personalidad. Sin embargo, algunos deciden mostrarse ante los escenarios tal como son en cualquier día normal de su vida. Tal es el caso de Aaron Maine, o mejor conocido por su proyecto, Porches.
A esta genial banda tuvimos la oportunidad de disfrutarla en el festival Nrmal del 2017, en donde fuimos cautivados con dulces melodías, y a su vez, vimos como Maine se perdía ante la multitud, como si tratara de recordar una memoria de un turbio pasado. Y en general, así es la naturaleza de Maine, distante e introvertida, pero capaz de brindar una gran carga emotiva con sus canciones. Incluso, en varias ocasiones él ha descrito que sus piezas son un “diario” de las emociones de su vida.
Este proceso creativo es sumamente notorio en su más reciente material, The House (2018), que bien podría ser una colección de lados b y experimentos, esto debido a que hay poca cohesión entre las canciones. Que en sí no tiene nada de malo, pero en este álbum muchas piezas se sienten aventadas como relleno. Afortunadamente, tiene suficiente calidad para hacer volar nuestra mente por varios minutos.
El disco abre con las disparatadas: “Leave The House” y “Find Me”, esto porque están en la vena del dance music de los noventa, un estilo que no había sido abordado por la banda, sintiéndose extrañas y ajenas. Una sensación que resulta efectiva, ya que en general, la música de Porches siempre navega en una ambigüedad entre la tristeza y la felicidad. Al poco tiempo llega “Now The Water”, una pieza en un estilo más tradicional de la banda, debido a los suaves sintetizadores y el efecto de modulación en la voz de Maine, recurso que utiliza con mucha frecuencia. Además, la letra retoma una de las obsesiones constantes del compositor: el agua, elemento que permea su música.
Después siguen: “Country” y “By My Side”, unas baladas con tintes folk, que de nuevo se alejan demasiado del estilo que habíamos visto en el disco anterior, Pool (2016). Sin embargo, es importante recordar que el primer disco de la banda, Slow Dance in the Cosmos (2013), había tenido ya un enfoque lejano al synth pop, acercándose más a la distorsión y post punk, por lo que esta variedad de géneros ha estado desde los inicios musicales de Porches. También, cabe destacar que en general las piezas de esta nueva producción son bastante cortas, incluso muchas cercanas al minuto y medio de duración, como “Understanding”, “Åkeren” y “Swimmer”, convirtiéndose en breves interludios llenos samples extraños y solos de guitarra.
El disco cierra fuerte con “W Longing” pieza con un coro pegajoso y bajo pesado que nos arropa en un cálido sueño. A continuación tenemos “Ono”, composición experimental en donde Maine repite constantemente el título de la canción, entremezclándose con capas y capas de un clavecín algo desafinado. El efecto es sumamente hipnótico y agradable. Por último, tenemos “Anything U Want”, minimalista y sin batería, que asemeja al claro reflejo de una piscina por la noche y que nos permite sumirnos en una profunda reflexión.
Este nuevo material de Porches carece de la fuerza del anterior disco, pero se agradece sobremanera la libertad creativa que se permite tener Maine para componer piezas emotivas. Los fans de Porches, seguro encontrarán un par de canciones que los acompañarán por varios días o semanas. Sin embargo, los que son ajenos a esta banda, les recomendaría que primero escuchen el disco previo.