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Pllush — Stranger to the Pain

7

Pllush
Stranger to the Pain

Father/Daughter Records / 2018

Artista(s)

Pllush

11/Jul/2018

Stranger to the Pain y su forma de hacerte viajar por las praderas del sonido.

Fue en el tan cercano como lejano 2014 cuando Pllush nació como proyecto musical en las soleadas calles de San Francisco. Cuatro amigos se unieron con el objetivo claro de crear composiciones mágicas, pero que al mismo tiempo protagonizadas por los rasgueos de las guitarras, instrumento que cada vez parece perder importancia dentro del mundo del rock moderno.

Fue de esta forma que la dupla femenina conformada por Karli Helm y Eva Treadway, a cargo de las guitarras y voces, se acompaña de la contraparte masculina de Sinclair Riley (bajo) y Dylan Lockey (batería) para confeccionar el combo que en todos los sentidos se encuentra equilibrado.

Como sucede con cualquier grupo novato, al inicio no existen los compromisos ni la exigencia de trabajar bajo presión, por lo que el cuarteto se dedicó a presentarse en distintos foros de su país natal junto a bandas de todo tipo como los ingleses Editors, pero fue hasta este 2018 que se publicó la primera muestra del trabajo de los estadounidenses.

Editado por el sello independiente Father/Daughter Records, la ópera prima de Pllush se adentra en los terrenos del shoegaze y el dream pop gracias al juego que muestran las voces dulces y tiernas de Karli y Eva junto a los filosos riffs de guitarra y una batería taladrante que al igual que un robot, jamás pierde el ritmo.

El tema abridor del álbum que exclusivamente se editó en vinilo es “Elliot”, una pequeña pieza de menos de 2 minutos que sirve de introducción para “Syrup”, una potente composición que trae a la memoria el sonido de Sonic Youth con sus guitarras sucias junto a la voz rasposa de Kim Gordon.

Al transcurrir el LP hace su aparición “Big Train”, una introspectiva canción que muestra un ritmo más lento al del resto del material y que está más cercana al sonido de proyectos como Mazzy Star y a una serena PJ Harvey. Por otra parte, “Restart” luce como un embrujo sonoro que junto a la instrumental “Sleeper Cab” son las encargadas de hipnotizar los oídos de los escuchas.

Como ocurre con la mayoría de los trabajos debutantes, se escucha a un conjunto energético que está en búsqueda de encontrar un estilo propio que los pueda diferenciar del resto, pero por lo pronto ya se atrevieron a dar el primer paso de un largo camino que deberán de recorrer en el arenoso mundo del rock.

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Ases Falsos — Mala fama

9

Ases Falsos
Mala fama

Independiente / 2018

Artista(s)

Ases Falsos

Mala fama: quédate conmigo hasta que salga el sol.

Justa mundialista. El furor por el juego del hombre –como lo bautizó Ángel Fernández– se encuentra en su punto más alto. El mes donde nos dividimos en cuatro –cuando normalmente nos dividimos en dos– y centramos nuestra vista en el balón, sin dejar de usar nuestros pies para poder conseguir el pan de cada día. Todo esto por obra de la cosa más importante dentro de las cosas menos importantes.

Apartándonos un poco del sonar de las gargantas gritando goles, las miradas nos transportan a Chile. Si bien el país andino es de los grandes ausentes en esta copa mundial, sus bandas siguen haciendo música y su escena es cada vez más grande y reconocida tanto dentro, como fuera de su espacio territorial. Y para muestra de ello la llegada de la nueva placa de Ases Falsos promete ser uno de los discos más exitosos del año.

Bajo el titulo de Mala fama, este álbum supera a su antecesor El hombre puede en definitiva complejidad y en duración, conformado por trece piezas que demuestran la madurez de la banda en toda su plenitud. Resulta muy benéfica la pulcritud lograda en el ensamble de instrumentos secundarios. Curioso encontrar herramientas de viento andinas sincronizados con bongos y requintos que harían sentir orgullosos a Los Panchos. Todo esto confabulado en una suerte de rock de provincia, transmitida por la aterciopelada voz de Cristóbal Briceño.

Para muestra de ello, “Así es como termina” es la degustación idónea para comenzar la travesía en alfombra mágica de los herederos de los Fother Muckers. La sana ironía de comenzar por el final. A través de un pasaje sonoro tan completo el mensaje es claro: guarda fuerza que esto apenas comienza.

El doble parámetro de crear un track complejo con materia prima limitada y la casi canonizada virtud del aprovechamiento de la simplicidad son unos de los puntos fuertes de Ases Falsos como banda. Canciones de corte austero que resultan igual de entretenidas que sus semejantes más experimentales. “Nace un contragolpe” nos remonta a los años de Juventud americana por su convincente sencillez, por momentos inocente por su pegajoso riff.

Los hermosos teclados de “Películas” reflejan ese factor sorpresa que los oriundos de Santiago presentan como una visceral balada que funge como la punta del iceberg en Mala fama. Es placentero poder notar entre líneas el discurso de Briceño, toques de humor, entorno político y vivencias personales son algunas de sus artimañas líricas que enriquecen por completo el álbum. El manejo de la palabra lo ejerce como pocos y eso es algo que no debe pasar desapercibido.

Después de un lapso estridente de doble función moderadora con “La casa” y “Siempre nueva” que retratan esa versatilidad característica en el sonido de la banda, no denota más que la inquietud por la experimentación y el desglose de lo cotidiano. Dejando cabida para el estilo romántico setentero de los grandes baladistas iberoamericanos, nos encontramos con “Nada me debo”, una especie de carta abierta a la justificación ingenua. Perfecta para las noches de melancolía excesiva.

A estas alturas el receptor se debe estar preguntando "¿cómo es posible encontrar este revoltijo de sonidos en un solo disco?". Vaya cierre.

El contraste que causa el antes y el después de “Mala fama” fácilmente podría crear un desconcierto que quizá se tendría que abordar como ultima opción en un diván. Este track que le da nombre al disco resulta ser el cerrojazo que todo fanático estaría esperando oír en su reproductor. Un reflejo tangible del gran momento que vive la banda andina, lleno de sorpresas y cambios rítmicos radicales. Los caminos que explora el cierre de esta aventura son la añoranza de un vampiro moderno para retener a su musa hasta el amanecer, y la apología del comportamiento impulsivo. La nueva joya de la corona chilena.

El balón descansa en Chile, los hinchas esperan el inicio de un nuevo proceso, pero la música arropa sus almas, a la espera de que vuelvan a las canchas y llenen de color los estadios. En tiempos de fútbol el bálsamo universal que nutre los oídos se mantiene omnipresente y nos ha regalado un disco de fina estampa, lleno de sorpresas, letras excepcionales y ritmos de primer nivel. Sin embargo, hay una incógnita en la carátula del álbum que todo el tiempo estuvo frente a nuestros ojos: ¿Qué será aquello que el perro ve desde la ventana del colectivo? ¿Un horizonte que va dejando atrás ayudado por la analogía del progreso? ¿O acaso está despidiéndose a lo lejos del “Monasterio Gnóstico El Hombre Puede” para decirle decirle hola a la Mala fama que trae consigo su amanecer? La clave está en quedarse y escuchar.

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Pllush — Stranger to the Pain