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Fat Records / 2016
Para una banda, pocas experiencias se comparan con la de subirse a una van y comenzar la aventura de salir de tour. El golpe de adrenalina que genera pisar un escenario desconocido cada noche y el estar cara a cara con su público, genera experiencias que sin duda definen la visión del músico.
La otra cara de la moneda contempla estar fuera de casa por meses, el desgaste físico que se va acumulando al correr de los días y el hecho de que algunas ocasiones las cosas no salen como son planeadas, situaciones que muchas veces pueden originar un agotamiento emocional difícil de superar.
En el caso de PAWS, trío originario de Glasgow, Escocia, “ tourear” ha sido una constante desde el 2010, año en el que comenzó su carrera. El mes pasado vía Fat Cat Records, salió a la luz su tercer LP No Grace, en donde a lo largo de diez temas se retrata la visión colectiva de una banda que noche tras noche apuesta todo lejos de su hogar, construyendo una audiencia sólida a la vieja usanza: a través de las presentaciones en vivo, donde se crean los vínculos verdaderamente importantes.
A diferencia de sus discos anteriores (Cokefloat!, 2012 y Youth Culture, 2014) –que fueron compuestos en medio de extensas giras alrededor de Estados Unidos y Europa–, en No Grace, el trío integrado por Phillip Taylor –guitarra y voz–, Josh Swinney –batería– y Ryan Denver –bajo–; decidió hacer una pausa para conectarse más profundamente con su proceso creativo.
El encargado de producir este material fue Mark Hoppus, bajo y voz de Blink 182, quien tras haber sido una figura de influencia durante su adolescencia, se suma al proyecto asegurándose de pulir el sonido de la banda y llevar al máximo su capacidad musical. La misión: capturar la sensibilidad de un proyecto que ha definido su sonido en los escenarios.
Líricamente las composiciones de Taylor retratan de forma sencilla y directa el cumulo de sentimientos que se derivan al estar en una banda, las relaciones entre sus integrantes, los altibajos emocionales que se producen en el camino y las crisis que han forjado su visión del mundo bajo la filosofía de “go hard or go home”.
Al hablar de lo musical se podría decir que No Grace es un álbum sobre todo divertido, en donde si bien no existe una propuesta novedosa – la mayoría de las canciones son fuertemente influenciadas por altas dosis de pop punk y guiños de garage de los 90–, la frescura emanada en las canciones y sus melodías pegajosas hacen que el escucha pueda relacionarse sin complicaciones con ellas.
Otra cosa que tampoco se puede negar es el hecho de que a nivel de ejecución, la banda ha logrado madurez, demostrando que la complicidad ganada a lo largo de tantos años de convivencia también se vuelve evidente cuando se comunican con sus instrumentos. Basta ver como Denver y Swinney forman una poderosa mancuerna entre bajo y batería que sirve como base perfecta para que las capas de guitarras distorsionadas de Taylor hagan lo suyo sin complicación.
Destacan “Salt Lake”, tema instrumental de rítmica vigorosa que se aleja un poco de la tendencia pop punk que impera en la mayoría del disco, explotando el lado garage con guitarras llenas de licks reverberantes (menos Blink 182, más Dinosaur Jr).
“N/A”, uno de los tracks más interesantes del disco que se aparece como un recordatorio para aquellos que se sienten vencidos. Su estructura es sencilla pero franca, sin llegar a bordear los clichés melosos del pop punk.
El disco cierra con “Asthmatic” , tema de corte tranquilo y melodía pegajosa, que se relaciona más con el sonido de los discos anteriores, sonido que a nuestro parecer, es más orgánico en los escoceses. El final de la canción, escalando en una intensidad controlada, ofrece un desenlace que cubierto por una guitarra casi a punto de desaparecer, nos regala junto con bajo y batería un renacimiento de acentos sobresaltados.