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Parlophone / 2017
Desde que publicó 22 Dreams en 2008, el músico originario de Surrey no ha hecho otra cosa que cosechar éxitos. Sin embargo, a 10 años de que inició esta buena racha, el inglés ha llevado su genialidad a un nuevo nivel con su treceavo álbum de estudio y probablemente su quinto número uno en las listas del Reino Unido.
El ex integrante de The Jam nos da la bienvenida con “Woo Sé Mama”, algo lleno de electric blues, sobre todo por el piano y una guitarra que recuerda al fallecido Ice Man Collins. Por el contrario, lo que sucede con el siguiente tema, “Nova”, nos acerca a varios géneros como el shoegaze, post punk e incluso el britpop. Además de que cuenta con un solo de guitarra, digno de The Rolling Stones. A pesar de tantas texturas en el segundo tema este fluye de buena manera, pero dejan una sensación de inquietud y angustia sobre el camino que tomará Paul Weller durante el resto del disco.
Hallamos la tranquilidad segundos después gracias a “Long Long Road”, una canción que solo puede ser descrita como una exquisitez. Con un sonido cargado de nostalgia, fuertes elementos de soul y una voz de Weller repleta de emoción. Esta tiene la calidad de cualquier clásico de Otis Redding o Smokey Robinson. Esta línea sigue con “She Moves with the Fayre”, solo que con un ritmo más atraído por el funk de James Brown a finales de los setenta. Pero también se mezcla con el jazz de los dos últimos trabajos de David Bowie, incluso hay un parentesco en la voz por el efecto del eco y los tonos.
Ya en la mitad de este material el músico busca bajar la velocidad con “The Cranes are Back”, un tema ascendente que se enfoca en el piano y coros para resaltar la voz del británico. Sin embargo hay elementos que sobresalen de vez en cuando para darle vivacidad y no caer en el cansancio o el fastidio.
Paul Weller da un giro muy necesario en “Hopper”, ya que después de todas las sensaciones producidas por los anteriores temas nos podemos dar un respiro y disfrutar de una canción más alegre, folk con toques instrumentales de los setenta, tomando un poco de Cat Stevens pero dándole un estilo beatlesque.
La efusividad se mantiene con “New York”, uno de los sencillos promocionales de este álbum, que sobresale por el trabajo de las percusiones y el bajo, ofreciéndonos un perfil del músico más progresivo y experimental. Esta prueba de estilos y ritmos sigue en “One Tear”.
Cerca del final, el también líder de The Style Council, nos muestra un lado que no le conocíamos, pues derrocha energía con “Satellite Kid”, acompañado de guitarras distorsionadas, una poderosa batería y un solo de guitarra muy sobresaliente. Weller va de arriba a abajo entre el blues y el acid rock.
De una manera casi teatral y muy solemne, el cantautor de 58 años se despide con “Impossible Idea”. Esta es una gran canción para cerrar un disco que, seguramente será de los mejores lanzamientos del año. Esperemos que el de Surrey siga inspirado para sus próximos proyectos, ya que a pesar de que este es uno de los materiales que va destacar dentro de su carrera como solista, sabemos que Paul Weller tiene todo lo necesario para siempre poder superarse.