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Rough Trade / 2016
Ahhh, el jam, ese ritual que tienen algunos músicos de solo juntarse e improvisar sobre ideas preexistentes o generadas en el momento. Pocas bandas lo usan como la fuente principal para sus composiciones, y quizá esto es mucho menos frecuente en el mundo de la electrónica. En un género donde la mayoría de los actos constan de productores armando tracks en estudios -otras veces desde sus propias recámaras-, el resultado final se consigue más por largas sesiones de edición que por creatividad espontánea generada en colectivo.
Escuchar The Triad, el más reciente álbum del productor Hendrik Weber, quien graba como Pantha du Prince desde 2002, fue una experiencia refrescante. Se puede sentir un poco esa vibra despreocupada, inherente al jamming. Nadie sabe lo que está tocando en ese momento, y todo podría cambiar en un instante, aunque eso no importa. No se trata de llegar a un lugar en particular, solo de "pasar el rato".
No es de sorprenderse entonces que el titulo de la placa aluda a la colaboración de Weber con Scott Mou -Queens- y Bendik Kjeldsberg -presente en el proyecto The Bell Laboratory, también de Weber-. Con la interacción de estos tres compositores, The Triad llegó a su forma final. Un sustancioso texto en la página oficial del productor detalla cómo el proceso partió con los tres compartiendo un departamento en Swabia, Alemania del Este. Improvisaron con sintetizadores análogos, campanas tubulares -una obsesión constante de Weber-, cajas de ritmos e incluso guitarras sobre composiciones que el alemán había trabajado desde 2012.
Aunque se sigue sintiendo como excelente techno, adecuado tanto para bailar como para agarrar un ritmo y dejar de procrastinar, ese elemento humano está presente The Triad. Al hablar sobre la intención del álbum, Weber buscó “abrir la estructura a formas más tangibles… Quería cortar a través del polvo digital que nos rodea”.
Para los músicos, el jam siempre será una de las formas más naturales de encuentro. Escogiendo esto como la base de su última producción, Hendrik Weber ciertamente cumplió su cometido. El resultado se siente comunal y vivo, reminiscente a Kiasmos o al primer EP de Darkside.