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OBN III’s
Third Time to Harm
Tic Tac Totally
2014
Existen pocas bandas que a pesar de estar fichadas con un sello discográfico de renombre conservan el estilo underground que los caracterizó en su etapa independiente, cuando no le rendían cuentas nadie. Tal es el caso de OBN III’s.
La banda originaria de Austin, Texas, se presenta mucho más bestial en esta tercera producción que sucede a los discos The One and Only de 2011 y el homónimo de 2012.
“No Time For The Blues” inaugura el álbum de forma brutal. Es una canción poderosa y tiene riffs que más que a garaje, suenan a un muy prolijo punk del que los Ramones no hacía. “The Rockin Spins” complementa tanto a su antecesora como a su sucesora, “Uncle Powderbag”; los tres temas gozan de guitarras con onda surfera, acompañadas de solos chillones, una sensación de urgencia casi tangible y el potente ritmo de la batería marcado por Matt Hammer.
El bajo de Graham Low siempre obedece a las guitarras de Jason Smith y Andrew Cashen, por lo que en algún punto las canciones suenan repetitiva; sin embargo, a mitad del disco llega una gran pieza “Queen Glom”, un tema que contrasta por la tranquilidad que transmite y en el que los integrantes demuestran su calidad instrumental.
Después de este intermedio, la dirección del álbum toma un rumbo totalmente diferente con “Beg To Christ”, una pieza, por mucho, más madura que el resto y en la que escuchamos un estremecedor órgano que te transporta a un lugar oscuro, verdaderamente oscuro. Además, hay algo semi-evangélico en este track, pues el título supone que OBN III’s cree en el rock & roll no sólo como música, sino como religión.
“Brother” y “Parasites” en conjunto con “Beg to Christ” parecen un solo tema, pues realmente no hay mucho qué rescatar de ellas. Lo que alegra la escucha es el carisma de Orville Bateman Neeley III, quien, con su energía bruta, invita a bailar y beber como desquiciado en compañía de los amigos en algún diminuto lugar de una transitada ciudad.
Finalmente, “Worries” se encarga de cerrar un trabajo que, para los oídos entusiastas de cualquier persona medianamente comprometida con el garaje rock y el punk, resultará una buena experiencia, pues los texanos forman una de esas bandas que dejan todo cuando hacen música: el corazón, sangre y cerveza tirada en el suelo todas las noches.