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Reprise Records / 2020
Somos como piedras en un río: el tiempo nos va puliendo y, al mismo tiempo, nos va deteriorando. Los años nos hacen mejores, más sabios, pero llega un momento en el que el cause del agua solo nos desvanece.
Siguiendo este orden natural, debemos aceptar que la figura de Neil Young en la música cada vez es más pequeña. Aunque el canadiense aún tiene cosas valiosas que decir, su voz ya no hace el mismo eco. Sin embargo, todo tiene un lado positivo y para el cantante, el tiempo también se ha convertido en libertad.
Cuando Young anunció el lanzamiento de Homegrown, muchos quedaron asombrados, pues este es uno de los álbumes inéditos más famosos de la historia, tal vez solo equiparable al SMiLE de The Beach Boys. Es un disco donde el músico retrata una de sus etapas más difíciles: recién se había divorciado de su esposa Carrie Snodgress, seguía lidiando con la muerte de su guitarrista Danny Whitte, y estaba abrumado por las exigencias del éxito comercial. El valor, no sólo artístico, sino también histórico de este material, es inmenso.
Neil Young mencionó a este disco como "el puente inaudito entre Harvest y Comes a Time". La mezcla de folk y country por supuesto nos lleva a los mejores años del músico, pero desde un principio el álbum nos ofrece algo distinto, nos entrega a un Neil vulnerable, auténtico y a punto de explotar en emociones.
Comenzamos con "Separate Ways", una canción que va directo a la llaga principal: la separación de su esposa Carrie. Aunque el cantante no profundiza en sus emociones ni en detalles (como en "A Man Need A Maid"), si nos da una imagen clara de la situación y sus resoluciones. Por otro lado, "Try" sí se presenta más como un lamento, a pesar del mensaje y su esencia optimista, podemos sentir a un Neil Young bastante afectado y confundido.
Seguimos con "Mexico". Neil no se guarda nada y nos comparte todo su proceso de una manera muy auténtica. Las canciones de ruptura siempre abordan los momentos de aflicción o cuando se han superado, pero pocas son las veces que la inspiración ese ese momento de sanar, cuando el dolor aún existe pero uno quiere reponerse.
A partir de "Homegrown", las cosas se vuelven algo confusas, pero también más interesantes. El track que le da su nombre a este disco, se convierte en el punto de partida de un viaje que parece, en un principio, un paseo sin mucho sentido, pero cuyo destino es la catarsis.
Al parecer, Neil Young no va a México como lo tenía planeando y, en su lugar, se dirigió a "Florida". Esta canción no nos lleva a esa camino de la transformación, como su sucesora "Kansas". La primera nos ofrece varias imágenes del entorno bajo la perspectiva de un Neil fascinado, casi como un niño, mientras que la segunda nos presenta al músico en un estado de satisfacción y libertad.
Una vez solucionado el tema del amor, aunque este vuelve a sus contradicciones poco después en "Vacancy" y "Little Wing", el cantante decide pasar a la segunda llaga: su problema con las drogas. "We Don't Smoke It No More" es un statement veloz pero contundente, sobre todo considerando que en esa etapa Neil había perdido a muchas personas cercanas por las drogas. "White Line" busca tomar las cosas desde un lado más personal y detallado, pero sin llegar a ninguna conclusión.
Neil Young cierra con "Star Of Bethlehem", encontrando la resignación pero también la esperanza. El músico sana pero deja la cicatriz como recordatorio de que nada es para siempre, ni siquiera el amor.
Homegrown es el disco que todos imaginábamos, incluso mejor. Este es Neil Young en una de sus mejores etapas. Manteniéndose firme ante la corriente, con una superficie pulida sus primeras grietas.