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Island Records / 2016
Parece ocioso recalcar la gran influencia africana en prácticamente toda la música popular de nuestros días, sin embargo, algunos no dudan en aventurarse a redescubrir lo que desde hace décadas otros muchos han venido explorando. Los chicos de Mumford and Sons decidieron realizar un EP en Sudáfrica, durante una breve gira que los llevó por dichas tierras. En tan solo dos sesiones grabaron este material en compañía de músicos como el gran cantante senegalés Baaba Maal; The very best, conformado por el cantante de Malawi, Esau Mwamwaya, y el dueto londinense Radioclit; y Beatenberg, banda de pop sudafricana.
Como si se tratara de un safari, Mumford and Sons se aventuró al continente negro a cazar. Pero en este caso, no capturaron animales, sino sonidos que les permitieran variar ligeramente su música. El resultado de tan breve experiencia es una mezcla en la que se puede determinar fácilmente la injerencia de los músicos africanos y la de los ingleses: por lo general hay una introducción “exótica” seguido por un clímax pop y un final africoide.
Al utilizar elementos africanos a manera de ornato únicamente se reafirma la visión folk que generaliza “lo africano” sin definir exactamente el país o la región de la cual se deriva tal o cual sonido. Un continente tan fastuoso como el africano se reduce a instrumentos de percusión y cánticos tribales. Resulta mucho más reveladora la irrupción de Vampire Weekend con su disco homónimo, hace ya algunos ayeres, pues sin necesidad de recalcarlo, tenía un sabor mucho más afro que Johannesburg.
Originalmente el rock and roll surgió de ritmos blancos como el hillibilly y el country, con la raíz negra del R&B y el blues, pero este contacto fue de inmersión y no solo de ocasión, ahí radica la gran diferencia entre crear un nuevo género musical y continuar haciendo lo mismo.