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BMG / 2020
Hemos visto tiempos mejores. La revolución ha sido interrumpida –más no paralizada– por la cuarentena. Y como caído del cielo, estos últimos días fue liberado en su totalidad el más reciente trabajo del siempre polémico Morrissey, que de la mano de BMG regresa al ruedo con Im Not A Dog On A Chain, un larga duración conformado por 11 tracks que va a complacer a los fanáticos más fervientes del divo de Lancashire, por sus grandes destellos del estilo narrativo –casi autobiográfico– que lo ha caracterizado por años.
Son tiempos de aislamiento y sana distancia, y claro la música ha sido un poderoso bálsamo para muchísimas personas alrededor del mundo, y este trabajo del Moz no es la excepción. Los conciertos online y el fácil acceso a contenidos multimedia de parte de artistas, músicos y creadores en general le han cambiado el ánimo a una población mentalmente inestable por el exceso de información y la necesidad de prevención.
En las noticias y en redes sociales no se escucha más que el común denominador COVID-19, el nombre científico del protagonista de esta semana, las pasadas y las siguientes que nos faltan. Y aunque hayamos perdido un poco la noción del tiempo cada quien desde su trinchera ha aportado una pizca de vibra positiva –como dijera el maestro Marley– para sobrellevar estos días inciertos, es por eso que la música seguirá aportando –de diferentes formas– a hacernos la vida un poco más sencilla.
Este álbum producido por Joe Chiccarelli –un viejo lobo de mar que ha trabajado con U2, Tori Amos, The Killers, Café Tacvba, entre otros– resulta ser una placa con un sello back to basics a la crónica desfachatada del ídolo de Manchester, aderezado con elementos electrónicos a través de sintetizadores y ayudado por loops para generar puentes.
“Jim Jim Falls” es la pieza inaugural del álbum, donde es claramente notorio el énfasis en los teclados, conjugada con estas clásicas historias de personajes incomprendidos que bien podríamos ser cualquiera de nosotros. Al igual que la portada del disco donde se aprecia a un Morrissey en contra picada con una pronunciada sonrisa, el receptor también podrá darse cuenta que esto pinta bien y dibujarse en su rostro una mueca parecida.
Aplicando la formula “De menos a más” nos encontramos con “Love Is On Its Way Out”, otra peripecia lírica combinada con la precisa mano de Chiccarelli, con un hermoso arpegio que funge como puente para llegar al clímax de la canción. De las mejores del álbum, definitivamente.
De inmediato y sin contratiempos topamos con pared con “Bobby, Don’t You Think They Know?”, estridente en sus percusiones, directa, y posiblemente hasta con flashback bajo el brazo… ¿Recuerdas “William, It Was Really Nothing” de The Smiths?. El valor agregado de esta pieza la encontramos en la magnifica aportación de Thelma Houston con su voz. Una genialidad de cinco minutos con cuarenta y seis segundos de duración.
La intensidad sigue latente en “Knockabout World”, donde reina la acidez con un toque nihilista, un terreno que –como fue mencionado anteriormente– conocen los más cercanos seguidores de la carrera de Moz, que se encarga de manejar a diestra y siniestra la dualidad de la letra triste sobre un fondo musical alegre. Tal parece que el “Charming man” sigue vivo y ha quiere reclamar su trono.
Claro que no todo es maravilloso en esta placa, pero tampoco nada de que preocuparse. Ejemplo de ello tenemos a “What Kind Of People Live In These Houses” y “Once I Saw The RIver Clean” que se quedan cortas al ritmo y contenido propuesto por el disco. Sin embargo, en “Darling, I Hug A Pillow” se rehace y llega otra remembranza del ya lejano Years Of Refusal del 2009 al escuchar esas trompetas que emulan de inmediato a “When Last I Spoke To Carol”. ¡Deleite de canción!
Acercándonos casi al cierre llega una avalancha de instrumentos plácidamente acomodados dentro de “The Truth About Ruth”, desencadenando una atmósfera –por momentos– siciliana, mientras Morrissey revela que Ruth es Jhon. Descubre tu mismo el final de esta historia. Como una especie de despedida hacia un ser querido, el álbum concluye con “My Hurling Days Are Done”, apropiada para cerrar un ciclo o simplemente darse un giro de ciento ochenta grados.
Nunca es tarde para reivindicarse en ciertos aspectos. Sin contar el fugaz California Son, –por ser un disco de covers– Im Not A Dog In A Chain si supera ampliamente a su antecesor Low In High School del 2017 para regresar a las raíces de una forma fresca, combinada con una producción impecable, apasionante en sus arreglos y la satisfacción de poder escuchar ese vibrato que sigue vigente en la voz de Stephen Patrick Morrissey. Como siempre habrá opiniones divididas, pero tal parece que le ha llegado un nuevo aire al nacido en Lancashire, y por supuesto dará mucho de que hablar, como es costumbre, con declaraciones y las contadas entrevistas que pueda llegar a conceder. Será cuestión de tiempo.
Aún falta escuchar alguna de estas canciones en vivo, pero primero debemos vencer este reto que compartimos como planeta y como sociedad, romper esa visión de libertad en cuarentena y comenzar a cuidarnos enserio.
Carlos Monsiváis titulaba a su libro de 1970 Días de Guardar como una analogía de lo acontecido en 1968, y es inevitable ponernos a pensar que ahora, en marzo de 2020, nuestras rutinas se resuman a ese mismo titulo, y ojalá que como pueblo también entendamos que la misma unión que imperó en aquellos estudiantes y ha renacido en catástrofes como en los terremotos de 1985 y 2017 nos vuelva a contagiar a los mexicanos de la actualidad para salir de esta. Hemos visto tiempos mejores, pero nos vamos a levantar.