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Relapse Records / 2019
La psicodelia musical se encuentra en uno de sus puntos más altos. Para algunos inclusive ya supera lo vivido durante la década de los 60 del siglo pasado. Pero mientras algunos representan a este estilo de una forma infantil, otros se van al extremo opuesto. Con el soporte de guitarras nebulosas y ritmos lentos de batería buscan hipnotizar mentes.
Dentro del panorama actual, un ejemplo claro se puede apreciar con el trabajo de los suecos de Monolord. El trío todavía cuenta con una corta carrera pero gracias a su trabajo constante se ha convertido en una referencia dentro del rock lento pero pesado.
Después de la publicación de tres LPs y varios sencillos, el trinomio presenta su material más reciente. Lo único seguro es que no existen intensiones de cambiar con respecto a sus álbumes previos. Cada uno de sus lanzamientos parece una extensión del anterior y el nuevo puede ser la culminación de más de un lustro de trabajo continuo dentro del doom metal.
El tridente está conformado por Thomas Jäger (guitarra y voz), Esben Willems (batería) y Mika Häkki (bajo). Cada uno se concentra en su instrumento y con la incorporación de sonidos ambientales se crea una atmósfera oscura y demoniaca. El resultado podría replicar el momento en el que un transbordador espacial sale de una base terrestre con destino a las estrellas.
Producto del empeño de los integrantes de Monolord es que han logrado ascender de forma paulatina. Gracias a eso es que su nuevo LP marca su debut con Relapse Records, uno de los sellos más importantes a nivel mundial dentro del rock que realmente es pesado.
No cualquier banda se atreve a incluir una pieza de 9 minutos como la abridora de un álbum. Pero está claro que estos suecos no son como los demás. Por eso es que “The Bastard Son” brilla con esa guitarra infernal que repite las mismas notas una y otra vez. En segundo plano se escuchan unos gritos delirantes que los acercan con Electric Wizard, Acid King y Sleep.
Inmediatamente después llega “The Last Leaf”, composición que fue lanzada como primer sencillo con el acompañamiento de un apocalíptico video. El ritmo semi lento es una constante en el sonido, aunque a mitad de la canción aparece una furiosa guitarra dispuesta a incendiar todos los oídos que encuentre a su paso.
A su vez, para despedir el material está “No Comfort”, un heavy blues que parece un mantra que se repite de forma indeterminada. No se trata de una carrera de velocidad sino de resistencia y los integrantes lo saben muy bien. Aunque no existen cambios radicales con respecto a la obra previa del trío, sí se siente un trabajo mejor cohesionado y pulido. De momento, todo apunta a que se convertirá en uno de los mejores álbumes del año dentro del rubro de la psicodelia.