9
Sacred Bones Records / 2020
12/Nov/2020
Monument es el tercer álbum de la banda bielorrusa Molchat Doma, que ha crecido de manera inesperada gracias a las múltiples plataformas de entretenimiento sin restarle valor a su trabajo. Debido a la inesperada viralización de su tema "Судно (Борис Рыжий)", se ha relacionado a la banda con el subgénero y movimiento post punk.
Molchat Doma no toma la estafeta dentro del post punk para revivirlo en pleno 2020, sino que en sus trabajos anteriores crearon una esencia y estética que, aunque conservan los clichés de bandas como Joy Division, Bauhaus y Depeche Mode, logran combinarlas con recursos del presente y dar el siguiente paso a las bases que se fundamentaron en los 80. Ya estamos lejos de aquellos tiempos y ahí aquí está la evolución; el post punk después del post punk.
Nuestro primer contacto con Monument es la portada, con una arquitectura que se ha vuelto sello de la banda y que nos remonta a un lugar gélido, contundente y dominante, pero con el saberse triunfador después de la guerra. Con esto, nos predisponemos a la reverberación de sonidos que nos perseguirán a lo largo del camino.
Si bien, el álbum está lleno de ritmos desde el synth pop hasta new wave, hay tres momentos característicos dentro del álbum que no se pueden dejar pasar de largo: el primero, cuando suena el tema “Otonut'” el cual abre una puerta para adentramos a un nuevo mundo asemejando un acontecimiento cinematográfico, acompañada de cajas de ritmos y sintetizadores que van danzado de un lado hacia el otro, jugando con la voz que logra prolongarse gracias a los ecos. El segundo momento, aunque llega muy pronto es con “Discoteque”, el tema más pop del álbum y con la cual incita al oyente a pararse en medio de la pista luciendo sus mejores pasos bajo luces de colores, olvidando por un momento la adusta faceta de la banda.
Por último, el tema que cierra el álbum “Lubit' I Vypolnyat'” nos trasporta inmediatamente a las inmediaciones de un subterráneo en donde solo se escucha la corriente de aire y las gotas que caen, apenas perceptibles, convirtiéndolo en un lugar lúgubre y solitario. El bajo es esencial para ayudar a cerrar y unificar el trabajo.
Sin restarle importancia, el resto de las canciones podrían aparecer en distinto orden sin afectar el producto, ya que la versatilidad detona un vasto espectro de sentimientos al escucha. En “Obrechet” las notas de expulsadas por la guitarra van dando paso a un canto agónico en el que las palabras se van arrastrando hasta terminar con una ligera y casi perceptible estática. “Zvezdy” y “Leningradskiy Blues” toman vuelo con las cajas de ritmo, sintetizadores y un rasgueo de guitarra característico evocan una atmosfera de relajación
En “Ne Smeshno” el sonido se vuelve rígido y un poco más grave, resaltando una línea de bajo acompañado del desdén de los vocales que se llenan de ecos y una queja constante. “Otveta Net”, aunque con una guitarra brillosa, denota la angustia y frivolidad en la voz que apenas puede elevarse. “Udalil Tvoy Nomer”, logra inundar la atmósfera de melancolía con teclados y sintetizadores que van jugando a dominar y pelear por los sentimientos que el escucha pueda generar al prestar atención a uno u otro.
El misterio dentro de las letras, en algunas de las canciones, permanecerá. Los ritmos y sonidos que transmiten con variados cambios de velocidad nos hacen danzar, mover la cadera y los pies, o simplemente disfrutarlo en medio de la oscuridad. El discurso es importante, sobre todo conociendo el contexto actual de Bielorrusia, y eso lo podemos notar no solo es la lírica, también en la profundidad y entonación de la voz. Por el momento, nos toca disfrutar de la música y el movimiento.
El valor del disco no está enganchado en los sentimientos que el ritmo y las melodías puedan generar, sino a la evolución que el post punk está experimentando gracias a los avances tecnológicos y los movimientos sociales.
7
Luminelle Recordings / 2020
11/Nov/2020
El ruido es algo a lo que estamos constantemente expuestos, ya sea algo placentero o molesto siempre está ahí. Es curioso cuando se nos presenta su contraparte: el silencio. Ante este solemos mostrar un rechazo, poniéndonos en un ambiente casi claustrofóbico que preferimos evitarlo. Para Helanda Deland la construcción del silencio y la intimidad que la rodea es importante: no es necesario decir las cosas en voz alta; su voz podría estar susurrando cualquier cosa, pero lo de ella es asunto serio.
“Someone New” es el álbum debut de esta canadiense que se dio a conocer a través de una serie de EPs, que iban por esta misma línea intimista, aunque con un carácter mucho más lo-fi; Altogether Unnacompannied fue el inicio de una prometedora carrera que la llevo a ser la telonera de Iggy Pop. Esto no está lejos artísticamente hablando: ambos centran su sonido en las guitarras, en el poder de la voz. La diferencia radica en que, mientras Iggy es el centro del show, Deland se mantiene como una voz secundaria, por encima del poder de sus propias historias.
Este disco marca una pauta interesante en su carrera, pues ha sabido pulir sus habilidades y utilizar una pequeña pero efectiva formula, que encuentra su eje en la post producción, específicamente en la mezcla. En este trabajo las melodías están construidas desde la guitarra, acompañada de pequeños loops a veces distorsionados, acústicos o estridentes, que se mezclan con bases electrónicas que bien convierten lo que podría ser a primera impresión un disco de rock/folk, en un ejercicio de sutil experimentación que también navega en la electrónica.
El álbum (para bien y para mal) abre con el mejor tema, aquel que da nombre a este trabajo; una canción que habla de la sensación de recibir el beso de un desconocido, las sensaciones que ello trae y la experiencia corporal que provoca. Todo ello acompañado de unas baterías que marcan una hipnótica secuencia que atrapa al escucha, justo para cambiar de nota y ritmo casi al final. Este tipo de pequeños trucos pueden parecer muy ingenuos a primera escucha, pero están ahí durante todas canciones y dan ese sutil efecto para evitar caer en la monotonía y mantener al escucha en sintonía. Así Deland nos lleva a través de relatos que hablan de tomar el control de tu cuerpo (“Pale”), dejarse llevar por las decisiones del otro (“Dog”) y evitar sanar heridas con ayuda de alguien más (“Seven Hours”).
El álbum pierde identidad cuando trata de ser más ligero en recursos, quedándose solo en las guitarras, la voz de Helena, se torna un tanto genérica. Sin embargo, en “Smoking at the Gas Station”, el ambiente dream pop se fusiona con la mejor interpretación vocal del disco, una que toma el protagonismo en la voz. Este es un ejercicio confesional que ofrece otra mirada de lo que se considera Lo-fi, Someone New es un inició prometedor de una carrera que aspira a sorprender.
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