10
Dead Oceans / 2018
28/Ago/2018
Habemos personas que experimentamos los sentimientos en demasía. Personas que nos ahogamos por las cosas más insignificantes, hasta llegar a un inevitable agotamiento emocional. Con el paso del tiempo, Mitski ha puesto tanto de su corazón en la música, que ha quedado completamente drenada. El cúmulo de emociones eventualmente la llevaron a ser un géiser en erupción.
En la superficie, Be the Cowboy es una oda a la soledad y al desamor. Sin embargo, esto no siempre es provocado por un tercero. A veces —o quizá la mayor parte del tiempo— nosotros somos los responsables de romper nuestro propio corazón. En su quinto disco de estudio, Mitski no le canta a otra persona, sino a la música misma. Pasar la mitad de su tiempo componiendo y la otra de gira, la ha llevado a poner en juego su salud física y mental. Be the Cowboy abre con “Geyser”, una canción dedicada a lo difícil que es para Mitski lidiar con su carrera profesional, ya que, a pesar de todos los sacrificios que ha hecho, la música siempre será su prioridad número uno.
Este sentimiento agridulce prevalece a lo largo del álbum. “Nobody”, el segundo sencillo, fue escrito mientras viajaba a Malasia para promocionar su álbum anterior, Puberty 2. Mitski describe que su cuarto de hotel se llenó de una soledad tan abrumadora, que abrió las ventanas solo para escuchar sonidos de personas. “My God, I’m so lonely, so I open the window to hear sounds of people”.
La retórica en sus letras, aunada a la calidad de la producción, hacen de este el álbum más sofisticado en la carrera de Mitski. Trabajó de la mano de Patrick Hyland, el productor que la ha acompañado desde su segundo material Retired from Sad, New Career in Business, un álbum mayoritariamente acústico y lo-fi. En sus siguientes publicaciones, sus canciones se volvieron más distorsionadas y crudas, como “Townie” o “My Body's Made of Crushed Little Stars” —de su tercer y cuarto disco respectivamente—. Desde entonces, su trabajo ha evolucionado no solo en términos de composición, sino en la incorporación de múltiples instrumentos como sintetizadores y trompetas. De esta forma, Be the Cowboy fluctúa entre momentos íntimos y silenciosos como “A Horse Named Cold Air” y explosiones catárticas como el cierre de “Why Didn’t You Stop Me?”.
Entre la nostalgia y la melancolía que acogen Be the Cowboy, hay también un dejo de añoranza. De querer algo lejano o inalcanzable para uno. En el caso de Mitski, se trata de la libertad. La calidad y la atención a los detalles en su música, demuestran una personalidad perfeccionista y con necesidad de tener el control. Estas características son un arma de doble filo que privan de cierta libertad a quienes las poseen. En su caso, Mitski dijo en una entrevista para The Line of Best Fit, que alguna vez vio una pintura en donde unos vaqueros emanaban una libertad de la que ella carecía. Por lo que decidió nombrar el disco con un especie de mantra a recordar: sé el vaquero.
La forma en la que se desgarra Mitski en cada canción y la entrega que ha tenido a lo largo de su carrera, finalmente la llevaron a un punto de quiebre. Be the Cowboy es quizá su álbum más sentimental y personal a la fecha. En éste, demuestra una vulnerabilidad en donde en partes, hasta admite sentir la necesidad de “tomar aire prestado del mundo”, como si no fuera merecedora de un espacio en el planeta.
El álbum concluye con “Two Slow Dancers”, una muestra de la nostalgia inherente a crecer y sobre cómo todo es más sencillo cuando eres joven. Situada en el gimnasio de una preparatoria, narra la historia de una pareja que se rehúsa a dejar de bailar, aunque sean los últimos en irse. Una canción sobre lo difícil que es aceptar que las cosas deben terminar, es la manera perfecta de cerrar Be the Cowboy. Un álbum que retrata la soledad en su máxima expresión. Un álbum que desde su título, busca una libertad inalcanzable. Un álbum que demuestra lo desgastante que puede llegar a ser que la gente —o incluso uno mismo— demande mucho de ti. Un álbum que, al igual que su creadora, desborda emociones.
“Venus, planet of love, was destroyed by global warming. Did its people want too much too?”.
9
Warner Bros. Records / 2018
27/Ago/2018
"My regrets looks just like texts I shouldn't send…" con estas líneas abre el quinto disco de estudio del rapero, cantautor, productor y multiinstrumentista originario de Pittsburgh, Pennsylvania.
Rodeado de un aura de controversias debido a su no tan reciente ruptura con quien fuera su pareja, colaboradora y musa por dos años: Ariana Grande; además de un arresto después de conducir bajo la influencia de alcohol y narcóticos y chocar contra un poste eléctrico en California, el disco es un punto medio entre una disculpa pública y una carta de despedida para Grande. Y al final es más que eso.
Miller nos entrega 13 tracks en los que vemos su perfil más vulnerable y trasparente y es que aunque a lo largo de los últimos cinco años ha sido bastante abierto con respecto a temas como el consumo de drogas y su salud mental (Macadelic, Watching Movies With the Sound Off, Faces, GOOD:AM y The Divine Femenine sirvan como pruebas) en Swimming encontramos a un Mac Miller más introspectivo y sincero que nunca. El disco comienza con una canción que en realidad funciona más como prelude del álbum en sí: “Come Back to Earth” y sintetiza lo que significa este material para el MC con respecto a todo aquello por lo que ha tenido que pasar: “… and I was just drowning but now I’m swimming”.
Infravalorado: es ironía hecha música, pues es al mismo tiempo una obra maestra y un disco que no busca la grandeza, lo cuál quizá se deba a que para llegar a nuestros oídos tardó dos años enteros en gestarse, dos años en los que podemos estar seguros de que las emociones y sentimientos del propio Miller cambiaron radicalmente a lo largo de los meses, y en los que tuvo tiempo para reflexionar y meditar sobre su carrera y su propia vida.
Escuché por primera vez a Mac por allá de 2010 con “Live Free”, un track incluido en su mixtape The High Life y creo que es justo decir que, desde ese momento, Mac y yo tenemos una historia bastante cercana. Después de cuatro LPs, múltiples maquetas y un lista de alter egos con los que ha hecho desde EPs hasta discos colaborativos con otros raperos, estamos frente al mejor álbum de Miller de toda su carrera e incluso, me atrevo a decir, frente a la mejor versión del mismo Malcolm. Su música ha madurado y viceversa. Su estilo ha escalado desde su cuestionado frat-rap con el que saltó a la fama hasta convertirse en un referente del camino alternativo de un rapero que no suena ni a Kendrick Lamar ni a Drake. Su sonido se ha decantado por un R&B mezclado con funk y jazz mientras que su lírica ha explorado temas más oscuros, personales y difíciles.
El segundo track del álbum es “Hurt Feelings”, producido por J.Cole y Pharrell Williams, nos recuerda temas como “Brand Name” y “100 Grandkids” del GOOD:AM por el delivery y el ritmo de sus raps además de que la atmósfera general del corte tiene notorias reminiscencias al material de 2015. En el que habla de tomarse tiempo para estar fuera de problemas, de su vida como un cambio constante y de cómo aquel choque en una van Mercedes lo hizo despertar de una caída en picada. Le sigue “What’s the Use?” en la que comparte créditos con Snoop Dogg en los coros y con Thundercat en el bajo y los vocales de fondo. Un tema lleno de funk y groove con el que mientras nos pone a bailar se cuestiona la necesidad de su propia adicción.
“Perfecto” y el single “Self Care” (acompañado de un videoclip magistralmente logrado con referencias a Kill Bill Volume 2) son dos temas contundentes y en los que encontramos claros mensajes a su pasada relación con Ariana Grande. En ambos podemos escuchar a un Mac Miller maduro y completamente consciente de su papel en la relación. Canta lo mismo que rapea y lo hace mejor de lo que lo ha hecho en toda su vida. El cambio de ritmo en el beat de “Self Care” es una prueba de maestría en la composición y de su capacidad como productor, la forma en la que corta de golpe con la primera parte de la canción y la manera en la que hace que conecte con el siguiente track: “Wings” es simplemente una genialidad. Este último es quizá el tema en el que mejor podemos apreciar su crecimiento como rapper y cantante: su voz es más tersa que nunca y su cadencia, timming y flow en los raps son simplemente perfectos. Esta misma fórmula la repite en “Small Worlds” un track que ya habíamos escuchado un par de meses antes en conjunto con otros dos: “Buttons” y “Programs”. Este corte es en realidad aquel en el que realmente, me parece, habla acerca de su ruptura y las emociones que conllevaron. Es un punto de vista que más que reproche se apetece como una plática de quien está sentado frente al espejo con su reflejo. Es una revisión a sí mismo y una terapia que por más dolorosa que sea le es necesaria.
En general el álbum es una mezcla entre ritmos y géneros mientras las ideas van de un lado a otro y el ánimo sube y baja en tropel, pero no todo es tan caótico como se lee. Al escuchar el disco por segunda ocasión empezamos a notar que cada tema es un viaje en sí mismo, pero representa una historia completa: la de Malcolm McCormick. El álbum no entra en una categoría como la de un DAMN o la de un Scorpion, pero sí comparte el podio con trabajos como Blonde o Ctrl, con la diferencia de no ser una pobre aproximación a estos si no una reinterpretación de esta fórmula desde la música rap puramente. La premisa no es tan glamurosa ni tan impactante como lo son en muchos de los discos de rap contemporáneos a Swimming como el Redemption de Jay Rock o el Stay Dangerous de YG en los que la vida en torno a la fama, lo peligroso de las calles y el conseguir cientos de mujeres gracias a cantar sobre ello conforman la línea de su material, pero es una que vale la pena revisar. Mac no busca nada más que estar bien como lo dice en “2009”: “I don't need to lie no more, nowadays all I do is shine, take a breath and ease my mind…”. Este track es quizá mi favorito de todo el álbum y es en el que encuentro más emotividad de todo el LP. Con apenas unos compases de piano en loop y unas cuantas capas de batería y voces, “2009” es desgarradora y la voz a punto de quebrarse de Miller terminan por provocar un vacío en el pecho.
Estoy casi seguro de que Swimming pasará desapercibido para la industria de la música y que el público hip hop lo volteará a ver apenas para escucharlo de paso, pero si puedo decir algo sobre este disco es que es el mejor trabajo en la carrera del MC de Pittsburgh y sin lugar a dudas uno de los mejores álbumes de 2018.
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