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Midnight Juggernauts
Uncanny Valley
2013
Reitero mi confianza en la música del azar y sus designios. Hacía el final de la semana pasada me encargaron reseñar este disco y apenas unos días después se estrena Vida Eterna, un programa producido por History Channel en el que se anticipan los avances científicos para lograr la inmortalidad. En la emisión se expone que no tardan los servicios para hacer un back up digital de tu mente o bien trasladar tu cerebro a otro espacio –ya fuese virtual o físico-. Hombres y máquinas están destinados a convivir. Habrán de fundirse en distintos tipos de híbridos. De hecho esto ya ocurre a cierta escala.
Una temática similar a la que convirtió en materia de culto a Blade Runner (1982), la película de Ridley Scott, que plantea la posibilidad de que los replicantes se enamoren. La cinta ofertaba una distopia basada parcialmente en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, una novela de Philip K. Dick, que hoy es un clásico.
Todo esto viene a colación por Uncanny Valley el nuevo disco de unos muy jóvenes australianos que han desempolvado las teorías del científico japonés Masahiro Mori, quien durante los setenta subrayaba la inminente convivencia de los seres humanos con la Inteligencia Artificial. Los robots cada vez tenderían a “humanizarse” y eso provocaba incluso miedo en mucha gente. Desatando polémicas de bioética.
Lo cierto es que aunque el asunto pareciera dramático en demasía, el grupo lo inserta en una especie de psicodelia retrofuturista de corte light. Les encantan las melodías felices, los instrumentos viejos y los modos de la electrónica pop de la actualidad. ¿Habría que ver porque también ellos hurgan en los setenta? ¿De dónde proviene la coincidencia con Daft Punk?
De repente una andanada de grupos acomete sobre la misma década. Ellos son muy amigos de sus coterráneos Tame Impala –con los que suelen girar- y comparten más de una idea musical con los MGMT y Cut Copy. Les encanta revisar el pasado y de allí se alimentan. Algo que ya era evidente desde su debut Dystopia (2007).
Para su tercer álbum se concentraron en una Iglesia de Francia y no puede negarse que ese tufillo de french touch se percibe en tracks como “Ballad Of The War Machine”, “Memorium” –un sencillo disfrutable- y “Sugar And Bullets”. En las que cabe también una imaginería cinematográfica, como ocurre también en “Deep Blue Lines”.
Uncany Valley no va dar un vuelco a la música contemporánea (el grupo tampoco tiene la maquinaria que ayuda y potencia a Daft Punk), sin embargo ofrece momentos placenteros en los que nos acercamos al pasado a través de la sonrisa de la nostalgia. Si ya en los ochenta, Blade Runner perfilaba la posibilidad de que los replicantes se enamoraran; a estas alturas de la historia esta debería ser la banda sonora de alguien que se va de vacaciones a la Costa Azul y arma unas tremendas orgias en compañía exclusivamente de androides. Puro placer retrofuturista.