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Loma Vista, Caroline / 2017
2017 no es 2007. Y 2007 no era 1997. Decía el filósofo griego Heráclito. “Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”, el tiempo y la experiencia alteran la consistencia previa, incluso podríamos dar por hecho que nada permanece igual, que todo se ve modificado por alguna razón. Por eso mismo no podemos esperar que Marilyn Manson suene como en 1996, que siga escribiendo como lo hacía en Antichrist Superstar o que represente lo mismo que cuando la iglesia y parte de grupos de la sociedad civil lo culpaban por la masacre en Columbine. El tiempo y la sociedad no son los mismos. Desde esa tragedia han sucedido muchas situaciones: Estados Unidos ha sido golpeado por ataques terroristas y víctima –nuevamente– de masacres estudiantiles y en centros de entretenimiento como festivales de música y salas de cine. Europa no ha salido ilesa de grupos radicales como ISIS; Inglaterra, España, Francia, Alemania y Noruega conocen el terror que implica enfrentarse a un enemigo sin rostro y sin piedad. En América Central y Latina experimentamos conflictos políticos, escándalos de corrupción, incremento de la violencia –en muchos casos por el poder del narco–. La principal crítica a la iglesia ha venido de ella, los casos sobre pederastia y desvío de recursos dentro de esta institución han sido ventilados por los medios de información. En México conocemos lo que significa el nombre de Marcial Maciel. Y el malvado de la película que vemos todos los días se llama Donald Trump y su principal enemigo... es él.
Manson, el personaje que ironizaba sobre la sociedad que venera la fama y la muerte, el ícono del heavy metal que podía burlarse del Papa en sus videos y generar un escándalo, hoy no es una amenaza para los grupos de poder en el mundo. Cuando asesina a Donald Trump en "SAY10" mientras deshoja una biblia, hace un chiste barato que no genera reflexión, que no inquieta por alguna argumentación, que no encuentra espacio en la narrativa cotidiana de la sobreinformación. El artista del shock ha perdido la estrella, no tiene el mismo potencial y no ha sabido transformar su personaje. Los fans del género y de la banda hemos sido abandonados por su figura y, peor aún, por su música que se ha vuelto arcaica. Imaginemos una línea que nos permita dividir en dos etapas la trayectoria de Brian Warner y la banda. La primera incluye el performance polifacético y la reinvención del sonido: heavy metal siniestro, enloquecido; industrial complejo; glam cristalino en su mejor producción Mechanical Animals; y rock and roll en el final de esta etapa, The Golden Age Of Grotesque. La segunda parte es el artista vencido por su popularidad, por el poco genio musical marchitándose con el paso de los años. Abandonó la tradición de combinar nombres de mujeres famosas y asesinos seriales en los integrantes de la banda, presentó cinco álbumes que no marcan un hito y dejó de ser una figura relevante por su crítica social.
Para su nuevo lanzamiento Heaven Upside Down, Manson vuelve a trabajar con Tyler Bates en un esfuerzo considerable, pero que sigue en la misma línea que el anterior (The Pale Emperor), y el anterior (Born Villain), y el anterior (The High End of Low), salvo algunas excepciones se trata de canciones aburridas, predecibles, sin mucha fuerza. El mayor acierto es que esta vez son menos de lo que normalmente presenta, diez, la decepción (como fan) es menor. Las primeras cuatro realmente son innecesarias, comenzando por “Revelation #12” y su coro inicial que se siente falso y ridículos gritando números del uno al diez, cuando la canción adquiere un poco de fuerza y cadencia, hace un coro forzado. El mejor atino de la producción es el sonido de la patrulla creando tensión en el desorden de instrumentos de la canción que deambulan sin dirección. “Tattooed in Reverse” es un tema lento, pesado, sin mucha gracia. Insiste en acercarse al country, pero ya demostró en The Pale Emperor que esa combinación no se le da. “WE KNOW WHERE YOU FUCKING LIVE” no estaría mal si estuviéramos en otra década, heavy metal de acordes sencillos, rudo y crudo, demasiado simple para lo que él ha compuesto. Es el mismo caso de “SAY10”, pero si le agregamos un coro simplista y mediocre: “Tu dices Dios, yo digo Satán”.
Heaven Upside Down es un retroceso musical para un monstruo que destrozaba el escenario, que lo montaba y dominaba. Un antisistema. Warner sigue haciendo el papel de hace 20 años, sin mucha relevancia y con un sonido pobre. “KILL4ME” (¿en que momento pensó que era buena idea jugar con el sonido de los números para sustituir las palabras?) es una apuesta diferente, algo dance, con un riff cadente, un track a destacar de no ser porque parece producido por She Wants Revenge. Y aunque las piezas restantes son mucho más afortunadas, mejor logradas y conceptualizadas, no es suficiente para sostener un álbum. “Saturnalia”, el gótico de más de siete minutos que se arrastra como lo haría una serpiente, hipnótica y lentamente. “Blood Honey” parece haber salido de las sesiones de Mechanical Animals (sin la majestuosa producción), más dura y casi tan cínica como lo era “User Friendly”: “Te tengo amarrada y te encanta, amarrada y te encanta, ¿por qué debería dejarte libre?”.
No está muy claro por qué Marilyn Manson y Trent Reznor terminaron su relación, o por qué Zim Zum al igual que Ginger Fish, John 5, Tim Sköld, M.W. Gacy y en algún momento Twiggy Ramirez abandonaron la banda, pero una tragedia reciente deja qué pensar sobre una posible explicación a la decadente carrera del nacido en Florida. Scott Putesky, mejor conocido como Daisy Berkowitz en sus días dentro de la banda, falleció el 22 de octubre de este año tras una batalla contra el cáncer de colón. Fue uno de los miembros de fundadores de Marilyn Manson & The Spooky Kids, salió “por diferencias creativas” durante las sesiones de grabación de Antichrist Superstar, aunque algunos temas en los que participó se quedaron en el álbum como “Man That You Fear”. En su cuenta de Instagram, Brian Warner publicó una foto de ambos con el comentario relativo a su etapa en la que compusieron juntos haciendo “música genial”. Tal vez el éxito y la contundencia del grupo no se debía al genio del artista, sino a la mezcla de diferentes talentos y personalidades que le dieron fuerza creativa en sus mejores momentos.