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Warner Records / 2020
Cuando el 7 de septiembre de 2018 la noticia de que Mac Miller fue encontrado muerto en su casa en Los Angeles se dio a conocer, el mundo de la música se detuvo por un momento. Más allá de especulaciones acerca de la causa del deceso o la tristeza que lo acontecido generó, se hizo un hueco en la industria que jamás podría ser llenado. Hasta hoy. Circles llega después de un comunicado por parte de la familia del propio Malcom en la que se hacía del conocimiento del público que al tiempo que Swimming fue grabado, un material alterno estaba en construcción: una especie de side-b creada a partir de temas que complementarían el primer proyecto para formar un álbum doble titulado Swimming in Circles, de manera abstracta.
El proyecto es un golpe directo al corazón que se replica en 12 temas que desearíamos poder escuchar en vivo. Podría parecer extraño de entrada, pero el álbum está construido de tal manera que nos hace recorrer un circuito que consta de 12 tramos tan distintos entre sí que, mientras corres por el segundo ya no recuerdas el primero. Pero la magia está en que cada uno de los temas se conecta con el anterior y con el siguiente de una manera simbiótica y natural. Cargado de sentimientos, Circles es una apología a su prematura partida. Específicamente hay una línea en “Good News”, el primer sencillo liberado del álbum, que suena al inicio de un libro que está por concluir una historia: “Why does everybody need me to stay?”… la respuesta se divide en esos 12 capítulos de los que consta la obra póstuma.
El peligro del disco es ser considerado bueno por el simple hecho de ser el legado de una leyenda que falleció, pero supera esa dificultad desde el inicio. Hay una visión del álbum por sí mismo y otra, no distante sino completa, poniéndolo al lado de Swimming: Mientras que el proyecto por el que fue nominado por primera vez a un Grammy se siente como una afirmación de que todo va a mejor y que hay una luz al final del túnel, Circles se antoja más como una nota en un post-it que dice “Lo intenté, pero no está funcionando... así que déjame dar vueltas en círculos por un rato”. Pero al tiempo que es todo lo anterior, también es un epílogo optimista que enmarca el retrato de un artista que encontró en la música el único paliativo para algo con lo que luchaba cada día de su vida: la vida misma.
Musicalmente el disco es sencillo, quizá el que tiene los arreglos y producción más elemental, pero eso es parte del encanto. Lo que pudo funcionar como una maqueta, fue convertido en un disco amable y exquisito para escuchar gracias a las manos de Jon Brion (quien terminó la producción del álbum después del fallecimiento de Miller). Ritmos funk llenos de acentos R&B y con una textura propia de sonidos lo-fi que más que sentirse como beats sobre los que los raps o el canto de Malcom relata sus sentimientos, se notan como atmósferas sonoras por las que Mac camina al tiempo que baila. Los tracks más brillantes son “Everybody”, “Good News”, “Circles”, “Hands Me Down” (este último con la voz del mismo Brion funcionando como interlocutor de los pensamientos del propio Mac) y “Once a Day”. Esto no quiere decir que el resto de los temas sea malo o que merezcan menos atención, pero sí es cierto que los mencionados marcan la fuerza del material como un todo.
A nivel literario el disco se compone de pasajes que van de una sublime tristeza y sutil melancolía a una apenas perceptible explosión de energía y vitalidad: “Well, this is what it look like right before you fall. Stumblin' around, you've been guessing your direction, next step, you can't see at all” son las líneas con las que inicia el viaje, y con las que nos anticipamos a una especie de confesión pesimista, pero después, en “Blue World”, escuchamos “Fuck the bullshit, I'm here to make it all better With a little music for you…”. Y es que esto es lo que hace tan cercano Circles, esas contradicciones aparentes en la que nosotros mismos caemos una y otra vez, ese decir “Estoy bien” cuando por dentro el mundo está a punto de desaparecer. La grandeza de Mac va más allá de acomodar rimas y estructuras rítmicas en compases, su maestría se devela en la manera en la que una historia es contada de tal manera que termina siendo propia para cada persona que escucha sus canciones.
Al final, el disco no es perfecto, pero hace perfecto sentido cuando se piensa en las circunstancias y se pone al lado de Swimming, con lo cuál no quiero decir que no funcione por su propia cuenta. Este, el primer disco póstumo del artista de Pittsburgh, es un trabajo completo que hace aún más tangible el genio musical y literario en el que Malcom estaba convirtiéndose a sus escasos 26 años. Como un fan lleno de lágrimas en los ojos puedo decir que Circles es ya uno de mis discos favoritos; como un intento de crítico musical, el álbum está ya dentro de mi selección personal.