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Abstrakt Muzak / Little Cloud Records / 2021
Todo está controlado por mecanismos malvados, a todos niveles, en todas formas, y de nosotros depende que la traición, la indiferencia y la farsa no nos arrebate lo que nos alienta. “Esferas Protectoras” como introducción al mundo de Los Mundos, a un epicentro por descubrir, ideas por deshilar, sonidos como mensajes subliminales. “Frutos Rojos” para embelesar tragos amargos, la tónica espacial o el soundtrack de la costa de un planeta que no hemos descubierto, el eco de un Dios que antes que recriminarnos nos reconforta, una suerte de pop sideral para comenzar el viaje a terrenos inexplorados.
“Cristalización” y el bajo que suena a Geezer Butler libre de maldiciones, el ritmo que emana cierta vibra desértica, ahora estamos en marte surcando el mismo camino trazado por el rover Curiosity entre la infértil y roja masa de polvo. A donde vamos no necesitamos caminos, solo transparencia y resistencia, y la mística psicodélica nos convence de hacer lo correcto. “Boca Arriba” presenciamos muchas veces nuestros propios demonios flotando en el techo antes de no poder dormir, un tambor batiente como preludio a una marcha entre riffs y cambios de ritmo que nos recuerdan tanto a la nueva ola del psych como a The Doors sin su ánimo existencialista. El solo de guitarra hacia el final de la canción reafirma la intención de Los Mundos de dejar un legado más que un recuerdo.
“Prórroga del Fin” y su ánimo destructivo, de nuevo la voz con reverb y sus frases difusas pero encantadoras: “Bombardéame porque yo no quiero escuchar”, y en tiempos de crisis oír esta tónica mitad siniestra, mitad evocadora, funciona no para comparar con lo que se ha hecho, sino para alegrarse por lo que seguimos descubriendo. “Círculo de Aves” y su ánimo doom con un riff áspero como guía al autodescubrimiento, mejor que vuelen sobre ti los cuervos que los buitres, sé un águila que devora antes que un canario que se ahoga con los gases de una mina. Hasta el cielo tiembla, y nuestros oídos también.
“Esqueletos Muertos” que se cansaron de bailar, se rindieron y entregaron a la escucha antes que al movimiento, y en el análisis comienza el descubrimiento: el ritmo que tanto le falta a eso que llaman rock mexicano (si es que aún existe o rapta tratando de salir de su agujero), estamos cayendo hacia la muerte de muchas formas, pero la música puede ser el filo del abismo de donde nos tenemos que agarrar para no caer. Gran momento cuando el ritmo de la batería se cruza de nuevo con la guitarra solitaria y los sonidos casi algorítmicos que se complementan idealmente, seguimos cayendo, el cielo es negro, pero esta canción y la santa muerte de alguna forma nos abrazan.
“Manos Brillosas” cual riesgo de contagio, el delirio y la locura que nos han traído los últimos meses, las pruebas de laboratorio que dictan nuestro bienestar, los riesgos que debemos de correr, las medidas que debemos tomar, la preocupación cuando hay que soportarla. En este tema destaca la producción y los juegos de la voz y sus ecos y transiciones que dan paso a “El Espejo del Tiempo” y su esencia casi tribal, de nuevo Los Mundos derrocan todo precepto que tenemos sobre algún género en específico y experimentan, arriesgan, y ganan.
“Juego de Células” y su sólido ritmo con un ímpetu tal vez más radiable, pero sin ánimo de desencanto, un tema dinámico y profundo con un coro que se te va a quedar en mindbug por un buen rato. “Luz Perversa” y el rasgueo de las cuerdas que nos lleva a la maquila de un gran mantra sonoro que evoca mil colores, calma y fuga, transfiguración: el sol no está vivo, está muerto, pero mientras siga iluminando los caminos de bandas como esta que arriesgan y supuran creatividad, entonces que se sigan desangrando ante el rayo del astro rey que nos da tanta vida.
La Fortaleza del Sonido de Los Mundos se refleja en los 11 tracks de este gran disco, y esperemos, muy pronto, ya que todo esto se calme, poder disfrutar su accionar en directo, tal y como debe ser, tal y como lo necesitamos, tal como el sonido refleja fielmente su eterna fortaleza.