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Gozadera Records / 2017
No cabe duda, la extensa y exitosa trayectoria de Los Amigos Invisibles es sinónimo de fiesta y ritmos güapachosos. Esta vez, la banda de origen venezolano presenta su noveno álbum de estudio, donde el protagonista es un club lleno de erotismo y baile a media luz, un espacio que promete hacer disfrutar a todo aquel que se postre en su pista de baile y garantiza que pasarás un rato extremadamente agradable. ¡Bienvenido seas a El Paradise!
Con la voz de un simpático presentador da inicio una descarga de palpitantes tambores y delirantes guitarras, que acompañado con luces de neón forman una atmósfera provocativa, donde la seducción y el baile se unen en un mismo espacio. Toques de Merengue en “Viajero Frecuente Del Amor” detonan de inmediato junto con el sello de la casa, sonidos funk combinados con el house y el acid jazz. De igual manera, canciones como “Eres Mis Ganas” y el single “Dame El Mambo” cuentan con el distintivo que ha identificado a los amigos a lo largo de 22 años de carrera.
En este punto es donde surge una importante interrogante: ¿Será que suena a lo anterior o de verdad es algo nuevo? El porqué a este cuestionamiento pone en tela de juicio el hecho de que el álbum resulta muy lineal, como consecuencia, resulta poco sorpresivo y sin algún crossover en algún punto de la reproducción. Quedan claras las influencias musicales del cuarteto de Caracas, sin embargo, se podría abrir un debate acerca de cuánto tiempo y qué tanto jugo se le puede sacar a un estilo más que definido, hasta el punto de ser una fórmula repetitiva.
Sin temor uno puede remontarse a su antecesor Repeat After Me (2013), o más atrás con The Venezuelan Zinga Son vol. 1 (2007) y encontrarse con este mismo planteamiento musical y lírico. Claro está, la calidad es indiscutible, pero ¿qué tanto puede sostener la calidad a una propuesta redundante? El público puede reaccionar de diferentes modos: Puede hartarse por no escuchar algo innovador, o termina simplemente aceptándolo, sin olvidar que en este caso, también existe una base muy sólida e incondicional de fans, algunos más exigentes que otros, otros más pasionales y, por ende, más dóciles.
El Paradise termina por ser una producción temática –que los fans “de hueso colorado” agradecerán– pero con el mismo sonido de sus antecesores. Con colaboraciones de primer nivel entre las que destacan “Anestesiada” con Kinky, “Aquí Nadie Está Sano” con Los Auténticos Decadentes y “Sabrina” en colaboración con el famoso salsero Oscar D'León. Un punto a favor para la causa, hay que decirlo.
Con un sabor agridulce, queda en duda si un concepto aterrizado y llamativo junto con colaboraciones interesantes alcanza para sostener a una placa que no ofrece mucho en cuanto a innovación lírica e instrumental, pero no significa que sea desastroso, porque la necesidad de reinvención no demerita la calidad que Mauricio, Julio, Juan y José le imprimen a sus producciones. todo depende del cristal con que se mira, y a su vez, de las necesidades del auditorio.
No es que Los Amigos Invisibles no puedan ofrecernos algo nuevo, poco explorado y arriesgado, porque de que pueden, pueden. Pero esta vez, todo se refleja en una luz neón que brilla a medio encender.