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7
Warner Bros Records / 2017
Desde el anuncio de este álbum, e incluso antes, el cantante de Manchester dio mucho de qué hablar, por supuesto debido a sus comentarios, pero también por ser su primer proyecto como solista y marcar su regreso tras el fracaso con Beady Eye.
Después de las declaraciones del ex Oasis, en su mayoría motivadas por la falsa idea de que sigue siendo tan relevante como hace diez años, el intérprete solo tiene una opción, revelar uno de los discos del año.
Inicia con “Wall Of Glass”, un buen gancho que te atrapa con el sonido de la armónica y te mantiene con los riffs y percusiones. Es la carta principal de Liam Gallagher y la supo usar muy bien.
Le sigue “Bold”, que es lo que esperábamos escuchar del ex Oasis, con una guitarra acústica, cadencia y vocales que buscan tener esa condición de himno, sobre todo por los aplausos grabados, que son un detalle muy desagradable. Esto se repite, aunque es menos perceptible en “Greedy Soul”, pero son los elementos de blues los que rescatan la canción.
El primer tema tranquilo que nos presenta el menor de los Gallagher es “Paper Crown”. En ocasiones suena igual o peor a una balada de Green Day por su ritmo aletargado y repetitivo, que no ayuda en nada a la voz insípida. Sin embargo, sobresale la letra: ¿un ataque para su hermano o la aceptación de su propio escenario?
“For What It’s Worth” se destaca entre todas por su sonido parecido al de Oasis, que nos demuestra que el británico aún tiene la esencia. Sin embargo aplaudo que –sabiendo que esa fórmula era suficiente para el éxito– se decidió por nuevos estilos. También, la letra es una disculpa a todas las personas que atacó en el pasado.
Con “When Im In Need” el inglés pasa a ese estilo trovador, pero ya cerca del final vuelve a caer en los mismos errores de tener un sonido plano. Hay toques instrumentales y ciertos detalles que salvan a esta canción de simpleza.
Después de varios temas que dejaron mucho que desear tenemos “You Better Run”, que nos hace recuperar el interés, por su tono enérgico que cumple con las promesas del líder de Beady Eye y una vez más, nos enseña que el músico ha mejorado mucho en la composición lírica. Hay un intento por mantener este ritmo con “I Get By”, pero en realidad no logra convencer y cumplir su cometido.
“Chinatown” fue otro de los sencillos que brillaron en el disco de Liam Gallagher, pues aunque empieza algo flojo, poco a poco va en ascenso hasta convertirse en el salvavidas de este trayecto, pues a este le siguen "Come Back To Me" y "Universal Gleam", que cuentan con un sonido genérico y muy cansado, así como una letra que solo evoca al hastío.
Después de los fatigantes últimos temas, el cantante cierra con “I’ve All I Need”, donde mejora en muchos sentidos, pero no nos recupera y saca de la apatía. Un final que da mucho que desear para un álbum que había ilusionado a más de uno.
Con este material, Liam Gallagher mantendrá a flote su carrera como solista gracias a ciertas canciones y una buena cantidad de fans rezagados –que aún recuerdan sus días de gloria con Oasis–, pese a que no es un buen resultado para el británico. Sobre todo después de sus promesas y comentarios, que nos obligan a no volver a esperar nada en el futuro. El artista vuelve a ser su peor enemigo y este es el resultado, una lección para todos.