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Hyperdub / 2017
Si Laurel Halo había conquistado pistas con el techno infeccioso, virulento y esquizofrénico de su anterior álbum, Chance of Rain, podría pensarse que continuaría disparando beats a esa velocidad, con los bajos vibrantes y las atmósferas provenientes del mundo surrealista. Su universo sonoro estaba influenciado por la escena de Detroit, oculto bajo la zona industrial, en bodegas pulverizadas con música aceitosa y cuerpos alterados con adrenalina. Pero no sucedió eso.
Se mudó de Nueva York a Berlín, dejó de trabajar sola y comenzó a colaborar con artistas de diferentes nacionalidades y actividades. Publicó dos EPs, Behind The Green Door e In Situ; participó en Terepa, EP colectivo de siete músicos que vivían a larga distancia; y desarrolló un proyecto de lo más inquietante en la era “transdigital”: "Still Be Here", el performance híbrido protagonizado por Hatsune Miku, la creación pop star de 16 años que es humanoide y que llena estadios en Japón, pero que no existe físicamente, se trata de una proyección digital 3D. El coreógrafo Darren Johnston, el artista visual LaTurbo Avedon, el artista digital Martin Sulzer, el artista conceptual Mari Matsutoya y Halo “exploraron la existencia colectiva en una sociedad capitalista”, a través de videos y canciones interpretados por la mascota de una corporación transnacional.
Dust, el nuevo álbum de la nacida en Ann Arbor (Michigan), es un esfuerzo por recorrer otras facetas de la música, encontrando ruptura en ritmo y forma, libertad creativa en una compilación de temas que se alejan en su totalidad del techno. Montadas sobre spoken word, free jazz, electrónica experimental y ambient, las canciones parecen generadas por ese mismo humanoide del que ha formado parte recientemente la artista estadounidense. Hablaríamos entonces de composiciones hechas por una inteligencia artificial que se comporta como si fuera un ser humano a través de las voces que ha incorporado, dando sensación de vulnerabilidad y fragilidad a su música.
Ella ha declarado que se trata de pop, pero Dust está muy lejos de tener alguna relación con ese concepto, porque los humanoides no comprenden lo que es el pop terrenal. Su sonido fue trabajado junto con Julia Holter, Eli Keszler, Max D, Klein, Lafawndah, Craig Clouse, Michael Beharie y Diamond Terrifier. "Sun To Solar", el primer corte, incluye versos de la poesía concreta del escritor brasileño Haroldo de Campos, este estilo narrativo podría ayudar a definir este nuevo álbum: "electrónica concreta". Accidentes acústicos y electrónicos.
Esta obra es de difícil acceso, su admiración requiere concentración, y al mismo tiempo determinada sensibilidad, puesto que así como el artista francés Pierre Schaeffer rompió la tradición al presentar la música concreta, Laurel Halo quebranta algunos de sus esquemas mientras marca distancia de su pasado y se aproxima a una estética más teórica que sensorial. “Nicht Ohne Risiko” es abstracción fugaz guiada por un tintineo rebobinándose en ciertos momentos, en tanto que “Arschkriecher” es rebeldía y voluntad por comunicar a través de la ruptura para traducir el descontrol interno, junto con “Do U Ever Happen”, “Buh-Bye” y “Koinos” desafía el significado de armonía. Caótico sin ser violento, Dust es desorden.
Es cierto que la pieza en su totalidad da la impresión de que Laurel Halo habla de su interior, de algo que la aflije (el miedo), y de algo de lo que se libera, pero lo hace en un código que no se comprende y queda simplemente como un performance que poco sorprende. Sin mucha fuerza. Lo más probable es que estemos ante su transformación como un humanoide digital dentro de un universo en el que la creación no tiene límites, pero que aún no es accesible para todos los que aún somos de carne y hueso.