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Universal Music / 2019
Hace unos años, en el Corona Capital vivimos el show, entre tormentas, de la que algunos osan llamar la nueva Janis Joplin, si es que valido el comparativo. En 2017, el cuarto álbum de estudio de Lana Del Rey salió a la luz, causando gran revuelo por sus colaboraciones y la audacia que tomó la cantante en el constructo. Ahora, en pleno 2019, lanza el sucesor Lust For Life, Norman Fucking Rockwell!, con 14 canciones que bien podrían considerarse una misma, por sus transiciones tan sutiles y similares, además de estar dominado, en su mayoría, por la potencia vocal de la americana.
A los ocho meses de haber lanzado Lust For Life, la artista no perdió el tiempo y comenzó a hablar de una canción llamada “Sylvia”, en nombre de la gran poeta Sylvia Plath; la canción forma parte de este álbum, pero como “hope is a dangerous thing for a woman like me to have - but I have it”. El año pasado, a través de sus redes sociales y diversas plataformas, Del Rey lanzó “Mariners Apartment Complex” y “Venice Bitch” como los primeros singles de Norman Fucking Rockwell!, además de la mencionada para Plath, la que le da nombre al disco y, liberadas en conjunto, “Fuck it, I love You” y “The greatest”.
Una de las preferidas de la audiencia ha sido aquella que abre la puerta sonora, y la que da nombre al disco, “Norman Fucking Rockwell”, una canción muy melancólica, un sello característico de Lana Del Rey, pero aunque no lo pareciera, se nota la evolución en su música y en la seguridad en su voz, jactándose de cambios en el contralto. En “Mariners Apartment Complex” vuelve ese sonido psicodélico del Born To Die, que la hiciera saltar a la fama; “Venice Bitch” nos recuerda a los largos tracks que utilizaban en antaño bandas como The Doors o Pink Floyd, con nueve minutos llenos de sintetizadores y patriotismo americano, otra de sus grandes características.
Uno de los sencillos, “Doin’ Time”, habla de una decepción amorosa con alguien de su mismo sexo, algo que lamenta profundamente; “Love song” es justo eso, un poema, una canción para expresar amor y recordar aquellas aventuras en el asiento trasero de un auto, pero, a pesar de todo, siempre deseó ser bien tratada; “Cinnamon Girl” habla de la inestabilidad mental que una mala relación puede traer, pero enfatiza en lo tóxico de la co-dependencia y tomar pastillas para llenar vacíos. La cantante es la típica neoyorkina, donde predomina el clima frío y la independencia, el teatro, todo lo opuesto a LA; este es el tema principal en “California” y “How to disappear”, pues cuando se mudó a la ciudad calurosa, según ella misma, se perdió y se encontró.
Y completan esta larga lista otro de los sencillos, “The greatest”, que es un gran misterio; “Bartender”, que fue en realidad el primer track compuesto para este nuevo álbum; “The Next Best American Record”, que podría ser una percepción presuntuosa para Norman Fucking Rockwell!; “Happiness is a butterfly”, la idea fugaz y casi utópica de concebir la felicidad. Cierra los casi 70 minutos “hope is a dangerous thing for a woman like me to have - but I have it”, que no necesita detalles con el nombre tan largo y por demás específico.
Cabe destacar que el arte del álbum fue tomada por su hermana Chuck Grant y el modelo que posa en la portada con Del Rey es Duke Nicholson.