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Mid Century / 2021
Pip Brown, mejor conocida como Ladyhawke, lanza su cuarto álbum de estudio, Time Flies, a través del sello Mid Century. Desde su material predecesor Wild Things (2016) la artista neozelandesa ha tenido bastante de eso, como si el titulo hubiese sido un augurio de lo que vendría; viviendo su embarazo acompañada de una depresión post parto, un diagnóstico de cáncer de piel con lo que implicó su tratamiento y recuperación emocional y física, añadiendo un trastorno obsesivo compulsivo, para posteriormente criar a su hija junto a su esposa la actriz Madeleine Sami en medio de una pandemia.
Lo anterior podría orillar a una pausa indefinida o un retiro definitivo, para Brown significó lo contrario; en primer lugar, inició una carrera como streamer en Twich, creando una comunidad aparte de su base de fans y luego, su regreso a la música, con un disco lleno de confesiones respecto al amor, la maternidad, la salud mental y lo que es vivir con preferencias sexuales distintas a la establecidas dentro de la industria musical, todo eso mientras nos pone a bailar.
Fiel a su estilo, Ladyhawke presenta un álbum con su característica mezcla de rock, pop y electrónica, sólo que está vez se decanta por sonidos mucho más limpios; con guitarras bien definidas, beats bajos y la voz de Brown con mayor claridad y presencia.
Time Flies deja de lado la energía de otros títulos para dar paso a la madurez sonora de este proyecto. Así lo escuchamos desde su primer track “My Love” una balada disco, con sintetizadores que crean una atmosfera obscura de texturas muy finas, siendo un gran tema de entrada.
Seguido de “Think About You” donde una guitarra con toques country nos da la bienvenida a una experiencia de pop psicodélico pasado por la consola. Otro momento a destacar es “Time Flies” donde los elementos son más rudimentarios, y los recursos electrónicos hacen su aparición en el momento preciso. Por último, resaltar “Guilty Love” que sólo puede definirse como poderosa y el guiño necesario que hace recordar materiales pasados.
En conclusión, es un buen álbum, que se da su tiempo, necesario dárselo, ya que su proceso catártico así se lo exige. Estamos frente a un álbum personal, la mente y el corazón de una artista completamente expuestos y diseccionados por ella misma. Entendemos el retraso en su lanzamiento y lo importante que era para Brown que el público pudiera acceder a éste en el formato de su preferencia, pero al mismo tiempo para todos. El tiempo vuela y arrastra mucho consigo.