7
Sargent House / 2013
09/Sep/2013
La oscura, bella y siniestra Chelsea Wolfe, regresa con un cuarto material de sugerente y atinado nombre: Pain Is Beauty. El título del disco, su clásica portada y contenido, son un esfuerzo cautivador, arriesgado y un avance significativo en su carrera. Su capacidad para reinventarse es digna de reconocer; dejando atrás los pasajes de Apokalypsis y el folk gótico de Unknown Rooms: A Collection Of Acoustic Songs, Chelsea llega con un resultado en el que las texturas electrónicas e industriales marcan la pauta, pero sin desatender esos momentos introspectivos de oscuridad que tan bien sabe transmitir.
Un inicio que nos remonta al riff de “A Forest” de The Cure, elementos electrónicos sombríos, una línea de bajo al más puro estilo de Pornography (álbum clásico de la banda mencionada), y la voz paranoica de Chelsea Wolfe, hacen de “Feral Love” una gran apertura. Le sigue “We Hit The Wall”, una de las mejores del disco, en la que la señorita Wolfe hace uso de sus escalofriantes y fantasmales tonos vocales al acompañarse de una primitiva pero estremecedora batería.
Otro bello y tétrico momento es la desfachatez electrónica de “House of Metal”, que musicalmente se convierte en una de las cartas fuertes del álbum gracias al uso de instrumentos poco convencionales como el xilófono. “The Warden” es una regresión nostálgica a los sintetizadores y pasajes oscuros de los 80's, “Destruction Makes The World Burn Brighter”, más allá de riffs lúgubres, reverberaciones desquiciantes y una siniestra melodía, tiene un trasfondo pop que nos remonta al sonido de Phil Spector en la década de los 60's.
Chelsea Wolfe entra por primera vez en el disco a un territorio más introspectivo y denso con “Sick”, track de electrónica y melancolía pura. Después de “Kings”, que podría pasar como una gran canción de Portishead, el sonido se vuelve más limpio, menos transgresivo y semi acústico por momentos. “Reins” de nueva cuenta nos remonta a la voz de Beth Gibbons, pero en ésta ocasión, el ejercicio se vuelve tedioso y repetitivo.
La pesimista y funeraria “They “Lone”, aunada a "They'll Clap When You're Gone", nos introducen al gran cierre del álbum: “The Waves Have Come”, pieza de casi 10 minutos que desborda honestidad, emoción y atrevimiento, y “Lone”, una de las mejores canciones que ha escrito Chelsea Wolfe.
Pain Is Beauty es una experiencia satisfactoria, oscura y escalofriante por momentos. No es un álbum redondo ni será un clásico, pero es un esfuerzo interesante de una artista con una voz fantasmagórica. La belleza a veces está donde menos se piensa y Chelsea Wolfe lo desenmascara con jerarquía y elocuencia.
9
At-At Records / 2013
06/Sep/2013
Pensar en México y sus creadores conlleva múltiples riesgos, son tantos los estereotipos que llega a pensarse que la música, la pintura, e incluso la actitud nacional, son de una forma determinada. México: caló indescifrable, pop digerible, jaranas y denuncia social ligera. En este país, ¿es posible la actividad artística desentendida de lo típico? ¿Es posible trabajar con un poco más de valentía y no sonar a una región territorial sino a originalidad? El creador tiene que tomar la decisión de jugar al éxito o al riesgo, al “tengo-una-banda-famosa” o al “tengo-control-sobre-lo-que-hago”.
Son muchas las bandas a las que se circunscribe o se limita la música mexicana. El mercado siempre se las ingeniará para volver monótono el panorama, pero no por ello la audiencia debe tener la obligación de consumirlo. Entre tantos nombres jóvenes que aparecen para disipar el embotamiento, llega a nosotros Letters From Readers, proyecto del mexicalense Gerardo Montoya, y su nueva placa Dot Dash, con el que puede corroborarse que la electrónica en México es vanguardista, no en el sentido cool, sino en el confrontante. Gerardo Montoya, músico y compositor, tiene nociones bastante sólidas sobre lo que es la densidad sonora y la experimentación. Dot Dash es el disco de alguien con plena conciencia de sus recursos, no es un intento sino un resultado definitivo.
La fuerza evocativa de los discos que parecieran soundtracks es contundente. Puede ser que Dot Dash posea imágenes cinemáticas: calles vacías con faroles amarillos, siluetas de peatones y basura en parques. La inclusión de instrumentos análogos como las baterías y las guitarras se mantiene a un tono bajo y ácido, un elemento novedoso dadas las circunstancias actuales (¡basta de la electrónica para fiestas!).
Podemos encontrar guiños krautrock en “Tapefwd” y oscuridad citadina en “Enok”. Las voces femeninas se dirigen a lo decadente y no a lo sensual, como sucede en “Katneep” y “Otomatune”, corte que se presenta como una de los ápices del disco. Otomatune: lentitud agresiva, distorsiones oportunas y elegancia oriental.
Triste pero cierto: en México desfilan bandas cuya juventud se desgasta con sus múltiples reciclajes; pero el riesgo artístico no es privilegio de las culturas extranjeras. Letters From Readers es un proyecto para quien desee escuchar algo nuevo, tanto en el sentido estético como en el cronológico, y Dot Dash un disco digno de tenerse.
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